miércoles, 31 de agosto de 2011

La tradición literaria

Los escritores románticos, en general jóvenes anticlásicos, creían en el genio creador, en la inspiración, en la originalidad de sus obras. Pero se engañaban, porque no hay texto tilerario que no se inserte en una tradición, en unos géneros, en unos modelos teóricos -los que proceden de la Poética- y prácticos -los que han escritos otros autores-.
Las obras más importantes, aquellas que aportan novedades en mayor o menor grado, tienen pronto numerosos imitadores que introducen cambios mínimos en la tradición. Estos imitadores suelen ser denominados, en el sentido despectivo, epígonos, esto es, los que siguen un modelo, aunque en realidad algunos de ellos cambien el modelo o creen otros nuevos, como ocurrió con Cervantes respecto a los libros de caballería.
La literatura occidental es, de hecho, el conjunto de todos los textos que se han oído o escrito a lo largo de unos veintiocho siglos: desde Homero y la Biblia, hasta el presente. En este conjunto se incluye también la tradición folclórica: cuentos y canciones. Todo poeta, en el sentido aristotélico, se inscribe en unas determinadas tradiciones a las que sigue, modifica o se enfrenta.
A la tradición literaria occidental hay que añadir las tradiciones de las otras literaturas no occidentales, como la árabe, china, japonesa, india, etc., que pueden ser conocidas en distintos momentos por la tradición occidental e integradas en ella. Es el caso de los cuentos orientales en la Edad Media o de la literatura japonesa en el siglo XIX.
La literatura es, pues, todo ese conjunto de obras diferentes, aunque parecidas, que pueden clasificarse, no siempre con facilidad, en los tres géneros o modos literarios mencionados: lírico, épico, dramático. El historiador de la literatura intenta poner orden en este caos, mientras que el crítico intenta organizar los principios literarios de composición de las obras para poder luego emitir un juicio de valor.
La historia y la crítica deben incluirse en esa tradición literaria porque afectan, en mayor o menor medida, a la creación. Por ejemplo, textos como la mencionada Poética de Aristóteles o el Arte Poética de Horacio, son fundamentales para la estructura y los fines de las obras literarias occidentales hasta el siglo XIX. Véase el caso ejemplar de Lope de Vega, que se enfrenta a esas tradiciones clasicistas, porque a Aristóteles "ya le perdimos el respeto"; en cambio, El sí de las niñas de Moratín es una comedia construida sobre un modelo teórico neoaristotélico.

martes, 30 de agosto de 2011

La piel de la memoria

La vida de Kalil Mtube, un niño africano de once años, cambia drásticamente cuando su padre lo vende y es obligado a trabajar brutalmente como esclavo en una plantación de cacao. Allí conoce la amistad y el amor, pero también la despiadada crueldad de los seres humanos. Aunque logra escapar, Kalil tendrá quer recorrer un largo camino antes de alcanzar la libertad.
La piel de la memoria refleja el desamparo y la explotación a la que está sometida buena parte de la población mundial.

Propio del lenguaje de Jordi Sierra i Fabra: frases cortas, dirigidas a un público juvenil. El gran valor de esta novela es acercar a los chicos un mundo que les resulta totalmente ajeno y que ni siquiera imaginan.
He seleccionado el momento en que Kalil conoce el mar, literario y conmovedor:

Pasé mi primera noche frente al mar escuchando, como un arrullo, el suave roce de las olas en la arena. Me hizo dormir, me acompañó, y fue mi primer sonido al despertar. Al amanecer, y cuando todavía el día no había despuntado, pero sí con la suficiente luz como para que mis ojos pudieran contemplarlo, vi aquella maravilla, y pude extasiarme ante su poderosa belleza y su extraña fuerza. Sibrai Buekeke me había dicho que el mar era enorme. Pues bien, a mí se me antojó un desierto móvil, un gran desierto que en lugar de arena tenía agua. Más allá se abrían nuevos horizontes, esperanzas, libertades, sueños. Tal vez los hombres vivían en perpetuo estado de odio contra sí mismos, pero quizás fuera porque no se detenían a ver el mundo que los rodeaba, tan bello, tan único.

lunes, 29 de agosto de 2011

La mímesis y los géneros

La definición restrictiva de Aristóteles, que limita el término de poesía a la mímesis, es, a pesar de sus defectos, la más apropiada para acotar el término literatura en los géneros literarios tradicionales: lírica, épica, dramática. No sirve, en cambio, para los géneros más nuevos, como puede ser la didáctica, porque éstos se basan en los presupuestos de la forma -uso del lenguaje literario- y no de los contenidos.
 
El gusto por la imitación está presente en los seres humanos
prácticamente desde que nacen.

En efecto, a pesar de Aristóteles, la historia literaria introdujo a partir del siglo XVIII y, sobre todo, en el siglo XIX, todo tipo de autores
-historiadores, médicos, místicos, filósofos, etc.-, que por sus características formales podían leerse con un acercamiento estético. Sus obras son textos que carecen de la imitación en el sentido aristotélico y tienen como fin lo útil, la enseñanza, pero se sirven de unos recursos propios del lenguaje literario frente al lenguaje discursivo. De ahí que, entre los géneros tradicionales o miméticos, se incluya un nuevo género: el didáctico.
En los textos didácticos falta la imitación, pero se encuentra lo que los críticos llaman literariedad, es decir, desvíos de la norma lingüística o, mejor, de la precisión con fines utilitarios del lenguaje llamado discursivo -el que utilizan los diccionarios y los tratados científicos-. El lenguaje literario tiende, en cambio, a la expresividad y a la originalidad.

sábado, 27 de agosto de 2011

El Arte Poética de Horacio

Además de la de Aristóteles hubo en la antigüedad otras poéticas, entre las que destacó la Epistola a los Pisones o Arte Poética de Horacio (siglo I a.C.). En ella se dan preceptos para componer obras literarias, de los cuales, los más importantes se refieren al teatro: división de la obra en cinco actos y separación tajante entre tragedia y comedia.
Horacio establece además que la literatura debe ser útil y a la vez deleitable ("aprovechar deleitando"). Este precepto tuvo gran influencia y, hasta el presente, la finalidad de la literatura se ha movido entre estos dos polos: el arte por el arte o el arte por la idea.

lunes, 22 de agosto de 2011

Chesil Beach

La revolución sexual ha encendido la mecha en Inglaterra pero ha llegado demasiado tarde para Edward y Florence, dos veinteañeros que cargan con los rígidos valores de una sociedad que ha intentado borrar la palabra sexo de la vida de los jóvenes. Ahora que están solos en la habitación, el ansia de Edward se solapa con el temor de la virginal Florence. ¿Es así como debe empezar un matrimonio?

De cuando la verdad se dice demasiado tarde. De cómo el silencio puede provocar un desastre. Es posible que el amor más grande se destruya por el miedo al sexo, o cómo el sexo puede hacer que la figura amada resulte repugnante. Muchos detalles llenan las páginas de este libro, que gira, de una forma brillante, al mismo tiempo erótica y angustiosa, en torno a un momento en la noche de bodas de los dos jóvenes: antes de que ocurra, están los temores y los deseos, las razones que quizás nos lo explique todo o nos den nuevos interrogantes; y posteriormente, las consecuencias, y lo que pudo haber sido o nunca debió ocurrir.

viernes, 19 de agosto de 2011

La Poética de Aristóteles

Puesto que el concepto de literatura ha evolucionado a lo largo del tiempo, conviene acudir a las raíces de los planteamientos actuales. Estas raíces se sitúan en la Grecia clásica, en particular en el texto teórico más importante sobre la materia: la Poética, de Aristóteles (siglo IV a.C.).
El término poética, creado por Aristóteles, nombra el arte que estudia la poesía, voz que hasta el siglo XVIII se utilizó para designar el concepto de literatura. La Poética nació en la Grecia clásica, en un ambiente en el que era habitual la discusión sobre cuestiones literarias. El problema central que se plantea Aristóteles es si la épica de Homero -autor de la Ilíada y la Odisea- es superior a las tragedias de Esquilo, Sófocles y Eurípides. "El filósofo", como se conoció siempre a Aristóteles, plantea el problema desde sus orígenes y define la poesía como imitación (mímesis, en griego, mimesis en latín), indicando sus grados, formas, géneros, fines y estilo.

La mímesis o imitación
Parte Aristóteles de que, por naturaleza, el ser humano siente placer por imitar y ver u oír lo imitado. Por ejemplo, si vemos un cadáver atravesado por una espada y envuelto en sangre, sentimos horror; en cambio, si lo vemos representado en pintura sentimos placer ante la calidad de la imitación. Y lo mismo sucede al ver la representación de una tragedia.
La imitación o mímesis puede realizarse por distintos medios, lo que da lugar a diferentes artes:
a. Mediante colores y formas: la pintura o la escultura.
b. Mediante el sonido: la música.
c. Mediante las palabras: la poesía.

El grado de imitación
La imitación puede presentar a los objetos o personas mejores, iguales o peores de lo que son. Esta distinción da origen a términos como idealismo, realismo o irrealismo. En esta última categoría se incluye lo satírico, lo grotesco, lo paródico... Se trata de una clasificación que afecta, como veremos, a la teoría de los estilos.

La forma
La imitación poética, o poesía, puede realizarse en prosa o en verso.
Ya en tiempos de Aristóteles existía la actual identificación de verso y literatura (poesía en la acepción de Aristóteles). Pero, según el filósofo, una historia o un tratado de medicina escritos en verso no son poesía porque carecen de imitación. Los Diálogos de Platón, en cambio, aunque escritos en prosa, son más poéticos, puesto que, en ellos se fingen unas situaciones inexistentes.

Los géneros
Según la actitud del poeta en relación con su presencia en la obra, hay tres géneros literarios:
  • Épico: El poeta narra y los personajes hablan.
  • Dramático: Sólo hablan y actúan los personajes.
  • Lírico: Sólo habla el autor.
El fin
El fin de la poesía es el deleite, el placer. Una tragedia provocará un tipo de deleite y una comedia otro.

El estilo
A la épica y a la tragedia convienen versos graves y una lengua elevada, de acuerdo con la situación social y el carácter de los personajes. En la comedia el verso es más parecido al ritmo del uso coloquial, así como la lengua. En las sátiras -que eran también representaciones- el estilo será bajo. Hay, pues, tres estilos, de acuerdo con el grado de imitación: sublime, medio y bajo o humilde.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Literatura, literario

Todos sabemos más o menos qué es literatura. Sin embargo, la definición precisa de los términos literatura y literario, en apariencia tan simples y frecuentes, es de tal complejidad que no se ha hallado una fórmula única que recoja la multiplicidad de sus sentidos. Y se comprende, porque la obra literaria es una creación generalmente individual de alguien que vive en un momento histórico determinado y se dirige a un público presente o futuro que no siempre ha tenido el mismo concepto de literatura. La tríada autor, obra y público (emisor, mensaje, receptor) es, por sus relaciones, altamente compleja.



Literatura (de littera, letra) era un término que se utilizaba para referirse a todo «lo que está escrito», sin distinción de los contenidos. Todavía a finales del siglo XVIII se mantenía esta acepción, y se llamaba literato a cualquier estudioso que leía o escribía algo sobre arte o ciencias. Hoy nos puede parecer increíble, pero en las historias literarias de la época, Cervantes aparecía junto a Descartes o Newton. Desde entonces el significado de obra literaria ha ido restringiéndose a la muy vaga acepción actual de «obra de imaginación compuesta con voluntad de estilo». Y con ello, los términos literatura y literario se han cargado con la alusión a unos contenidos determinados -«obra de imaginación»- y a un tipo de lenguaje que se desvía del que empleamos en la comunicación habitual -«estilo»-.
Literatura y literario se han convertido, pues, en términos ambiguos. Unos críticos han intentado situar lo literario en el contenido, con lo que el término se ciñe más o menos a lo que hoy entendemos por literatura, es decir, a los géneros literarios tradicionales: lírica, épica, dramática; otros, en cambio, lo sitúan en el uso de un lenguaje literario, con lo que el término literatura amplía enormemente su extensión puesto que la lengua coloquial e infinidad de textos de artes y ciencias, y, por supuesto, los discursos parlamentarios, están repletos de idénticos recursos.

sábado, 13 de agosto de 2011

El hombre del salto

Este libro se planteó como una lectura recomendable desde un Club de Lectores en el que participé durante un año. No terminábamos de decidirnos por él, porque aunque ninguno de los miembros del club lo había leído, sí habíamos oído malos comentarios. Se quedó siempre en el tintero, pues.
Así, que lo compré para leerlo en mejor ocasión. Lo busqué en edición de bolsillo, más económico por si no me gustase, y también más manejable para llevarlo de viaje o en la mochila para la piscina.
Lo he terminado hoy. Creo que ha sido la lectura más desagradable de todos los tiempos, porque en ocasiones me he sentido un imbécil que no lograba entender la genialidad de su autor, y en otras ocasiones me he sentido engañado porque en verdad no lograba decir nada coherente.
Las frases son muy cortas y lapidarias, como si sólo el autor supiese cuál es su verdadero significado, como si todo se diese por supuesto, y como si todo tuviese un mensaje implícito profundísimo; pero no logra despertar la curiosidad por desentrañar esos mensajes: más bien falta un hilo entre frases y frases, es como si no tuviera nada relación con nada... Uuuff, desesperante.