miércoles, 26 de octubre de 2011

Lope, poeta

Fue Lope, desde muy joven, famosísimo poeta. Compuso numerosos poemas -en su mayoría sonetos- amorosos, sacros o burlescos, que reunió en Rimas (1602), Rimas Sacras (1614), y Rimas humanas y divinas (1634), este último bajo el seudónimo de Tomé de Burguillos.
Su altísima calidad poética hizo posible que su teatro, escrito en variedad de estrofas, alcanzara unas cimas líricas poco frecuentes. En sus comedias, junto a pasajes muy cultos, se hallan numerosos romances imitando al Romancero viejo. Esta atracción por los géneros populares se manifiesta, sobre todo, en el uso muy frecuente de cancioncillas tradicionales. A veces es imposible determinar si se trata de textos tradicionales o recreaciones del propio autor.
Los romances, en general autobiográficos, circularon cantados o en antologías poéticas. Con Góngora, elevó la categoría literaria del género, al insertar en él la lengua poética del endecasílabo. Véase un ejemplo de un romance temprano en donde puede observarse cómo se convierte, salvo en el ritmo, en un poema culto.


El tronco de ovas vestido
de un álamo verde y blanco
entre espadañas y juncos
bañaba el agua del Tajo
y las puntas de su altura
del ardiente sol los rayos
y todo el árbol dos vides
entre racimos y lazos.
Al son del agua y las ramas
hería el céfiro manso
en las plateadas hojas,
tronco, punta, vides, árbol.


El poema siguiente es un soneto, muy del gusto de Lope, en el que se desarrolla lo que él llamaba un "concepto". Se trata de una definición del amor, por contrarios.


Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;


no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;


huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño;


creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño,
esto es amor: quien lo probó lo sabe.


Casa Museo de Lope de Vega en Madrid
La poesía épica
El género literario más apreciado desde la antigüedad era la épica. Los escolares se formaban leyendo a los poetas épicos Homero y Virgilio, que se comentaban e imitaban en clase. A partir del Renacimiento, numerosos poetas quisieron componer poemas épicos que pudieran alcanzar la fama de sus modelos clásicos, con poca fortuna, en general. Sin embargo, en el siglo XVI dos poemas italianos, el Orlando furioso, de Ludovico Ariosto -que Don Quijote se sabía de memoria-, y la Jerusalén libertada, de Torcuato Tasso, se convirtieron en modélicos.
Lope, que quería pasar a la fama por este prestigioso género, compuso numerosos poemas a lo largo de su vida sobre todo tipo de asuntos, desde la imitación de Ariosto hasta la parodia. Los más importantes son La hermosura de Angélica, La Dragontea, El Isidro, Jerusalén conquistada y La Gatomaquia.

  • La hermosura de Angélica es una continuación del Orlando furioso, cuya acción transcurre en España.
  • La Dragontea narra la derrota del famoso pirata Francis Drake en Panamá.
  • El Isidro relata la vida del santo madrileño. Está compuesto en quintillas como convenía a la condición social del protagonista, el labrador San Isidro. En el prólogo de esta obra, como en otras ocasiones, el escritor hace la defensa del octosílabo como metro nacional, que puede acomodarse a todos los estilos.
  • Jerusalén conquistada es una imitación de Tasso y en ella Lope puso todo su empeño para ser reconocido como el gran poeta heroico de la época.
  • La Gatomaquia parodia el género y, de paso, la vida y costumbres de la corte. Relata el enfrentamiento de los gatos Marramaquiz y Micifuz para conseguir el amor de la bella gata Zapaquilda. Obsérvese en este pasaje, una silva de versos pareados, cómo se mezclan lo culto y lo popular para provocar la parodia:
Asomábase ya la primavera
por un balcón de rosas y alhelíes,
y Flora con dorados borceguíes
alegraba risueña la ribera;
tiestos de Talavera
prevenía el verano,
cuando Marramaquiz, gato romano,
aviso tuvo cierto de Maulero,
un gato de la Mancha, su escudero,
que al sol salía Zapaquilda hermosa,
cual suele amanecer purpúrea rosa
entre las hojas de la verde cama
rubí tan vivo, que parece llama;
y que con una dulce cantilena
en el arte mayor de Juan de Mena,
enamoraba el viento.

domingo, 16 de octubre de 2011

Lope de Vega

Quizás sea Lope de Vega -"Fénix de los Ingenios", como le denominaron en su tiempo- uno de los casos más extraordinarios de la historia literaria tanto por su fecundidad como por su calidad en los más variados géneros. Recogió múltiples tradiciones anteriores y sembró semillas híbridas que produjeron frutos nuevos, en especial en la lírica y en el teatro. También lo es por su agitada vida amorosa, que estimula gran parte de su obra: "porque amar y hacer versos todo es uno".


Vida
Coetáneo del dramaturgo inglés William Shakespeare (1564-1616), el perfil biográfico de Félix Lope de Vega Carpio (Madrid, 1562-1635) resulta de sumo interés para el conocimiento de su obra, pues la conexión entre vida y poesía es más marcada que en otros escritores.
Nieto de orfebre e hijo de bordador, Lope, de formación más autodidacta que académica, tuvo por oficio secretario de la alta nobleza. En 1588, autor ya muy famoso, fue desterrado a Valencia por haber escrito unas sátiras contra su amada Elena Osorio ("Zaida", "Filis"), su marido y su familia, que eran conocidos actores. El mismo año, tras raptarla, se casa con Isabel de Urbina ("Belisa"), con quien vive felizmente en Valencia durante el destierro. Viudo y ya en Madrid, volvió a casarse con Juana de Guardo en 1598, aunque mantenía relación con la actriz Micaela de Luján ("Camila Lucinda"), con quien tuvo varios hijos. En 1614 se ordenó sacerdote tras la muerte de su mujer y de su hijo Carlos Félix. No obstante, desde 1616 vivió y tuvo una hija con Marta de Nevares ("Amarilis", "Marcia Leonarda", "Dorotea"), joven casada que murió ciega y loca. Tres años después que ella, falleció el poeta ejemplarmente, según relata su amigo Pérez de Montalbán en la biografía panegírica.


La época de Lope
Lope se encontró con un momento literario extraordinariamente favorable. La lengua poética se había enriquecido con las aportaciones de Fernando de Herrera, que abrían el camino a la compleja poesía gongorina; el romance presentaba numerosas posibilidades de difundir temas nuevos, como los pastoriles y moriscos; la épica era el género más apreciado; en narrativa había una amplia gama de modelos, como la novela picaresca, la bizantina o de aventuras, la pastoril o la novela corta; y el teatro comenzaba a adquirir una función social inusitada gracias a la aparición de los corrales de comedias.
Abordó Lope la práctica totalidad de los géneros literarios de su tiempo. Desde la épica, que tanto admiró, hasta el género epistolar. En todos fue realmente excepcional y, además, abundante, de manera especial en el dramático.