miércoles, 11 de septiembre de 2013

El estilo de Quevedo

Desde muy joven, Quevedo se enfrentó violentamente a Góngora. Fue en parte una cuestión personal, motivada probablemente por el deseo de superación, pues ambos partían de unos mismos principios lingüísticos: conseguir, por medio de juegos de palabras, conceptos nuevos. Pero detrás estaba también la ideología: Quevedo veía en el "culteranismo" un ataque a la lengua transmitida, una "hipocresía" lingüística que, comos las nuevas costumbres -moda, cosméticos, pelucas, dentaduras postizas, lujos-, ocultaba la realidad. La poesía gongorina, como la sociedad de su tiempo, estaba corrompida.
Quevedo utilizó metáforas a la manera cultista (relámpagos de risa carmesíes), pero, en general, prefirió otras fórmulas más económicas para provocar conceptos. Si en prosa tendió a decir mucho con pocas palabras, en poesía es éste el recurso habitual. De ahí que prefiriera recursos como éstos:

- La metáfora que tiende a la personificación o a la cosificación:

En los claustros del alma, la herida yace callada.

- La polisemia:

Largo sólo en el talle

Donde "largo" tiene un doble significado: "largo" y "generoso".

La originalidad no radica en sí en el uso de estos recursos, sino en la novedad de las relaciones conceptuales, en la agudeza verbal.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Quevedo: obras en prosa

Las obras en prosa de Quevedo son muy numerosas y variadas. Según los temas que tratan se clasifican en obras festivas, satírico-morales, políticas, ascéticas y filosóficas. Escribió además algunas traducciones en prosa, numerosas cartas, que son hoy de gran utilidad para conocer ciertos aspectos íntimos del autor, y la novela picaresca Historia de la vida del buscón, llamado don Pablos.

Obras festivas
A este género pertenecen algunas de sus primeras composiciones, en las que trata de remedar burlescamente informes, pragmáticas, ordenanzas, memoriales y otros escritos similares. Tuvieron amplísima difusión manuscrita. Las más conocidas son Capitulaciones de la vida de la Corte, Cartas del caballero de la Tenaza, Premática y aranceles generales y Premática de los poetas hueros. Véase un ejemplo de esta última:

Item. Por estorbar los insolentes hurtos que hacen, mandamos que no se puedan pasar coplas de Aragón a Castilla, ni de Italia a España, so pena de callar un mes el poeta que tal hiciere, y si reincidiere, de andar un día limpio.

Sátiras morales y alegóricas
Son, sin duda, las piezas narrativas más interesantes. A este género pertenecen Los sueños y La fortuna con seso y la hora de todos.


Grabado de Los sueños de Quevedo
Los sueños
Publicado en 1627, Sueños y discursos son cinco piezas breves escritas en diferentes fechas: El sueño del Juicio Final, El alguacil endemoniado, El sueño del Infierno, El mundo por de dentro y El sueño de la Muerte. En ellas el autor sueña que se encuentra en el infierno o en el día del Juicio Final o con la Muerte o con un anciano o bien oye a un demonio que está metido en un alguacil. El artificio narrativo permite presentar un divertido desfile de personajes -figuras- de todas las épocas y profesiones y descubrir cómo es realmente el mundo por dentro. Tras el velo de la risa, se encuentra la visión ética y filosófica de Quevedo. Véase un ejemplo de El sueño del Juicio Final:

Llegó tras ellos un avariento a la puerta, y fue preguntado qué quería, diciéndole que los Diez Mandamientos guardaban aquella puerta de quien no los había guardado; y él dijo que en cosa de guardar era imposible que hubiese pecado. Leyó el primero: Amar a Dios sobre todas las cosas; y dijo que él sólo aguardaba a tenerlas todas para amar a Dios sobre ellas. No jurar su santo nombre en vano; dijo que él, aun jurando falsamente, siempre había sido por muy grande interés; y que así no había sido en vano. Guardar las fiestas; éstas, y aun los días de trabajo, guardaba y escondía. Honrar padre y madre: "Siempre les quité el sombrero". No matar; por guardar esto no comía, por ser matar al hambre comer. No fornicar: "En cosas que cuestan dinero, ya está dicho". No levantar testimonio:
- Aquí -dijo un diablo- es el negocio, avariento; que, si confiesas haberle levantado, te condenas, y si no, delante del Juez te le levantarás a ti mismo.
- Si no he de entrar, no gastemos tiempo.

La hora de todos
La Fortuna, enviada por Júpiter, hace que en una hora determinada todo y todos se manifiesten como verdaderamente son. Se trata de una estupenda sátira de la sociedad y la política, en que se incluye un feroz ataque contra el conde duque y sus colaboradores.

Obras políticas
Es el grupo más extenso. Las más importantes son Política de Dios y Marco Bruto.
  • En Política de Dios se propugna una política cristiana que siga la Biblia -Quevedo la interpreta como quiere-, frente a los seguidores de Maquiavelo.
  • En Marco Bruto, una de sus últimas obras, se glosa el texto de Plutarco que trata de la muerte de César y la conspiración de Marco Bruto. Su interés, aparte del político -una reflexión sobre la tiranía-, radica en que la obra está escrita en estilo ático: decir mucho con pocas palabras. Quevedo siempre lo había utilizado, pero aquí lo lleva al límite. Véase un ejemplo:
Gastaré pocas palabras, y haré gastar poco tiempo. Este ahorro de tan preciosa porción de la vida me negociará perdón, si no me encaminare alabanza. Este libro tenía escrito ocho años antes de mi prisión; quedó con los demás papeles míos embargados, y fueme restituido en mi libertad. Nada de lo que es mío tiene algún precio; en todo mi propia ignorancia me sirve de penitencia.

El Buscón

Ilustración de El Buscón que representa
al Dómine Cabra
Hacia 1605, quizás incluso antes, compuso Quevedo la más célebre de sus obras: La vida del buscón, llamado don Pablos. Se trata de una novela picaresca que circuló manuscrita y se publicó en Zaragoza en 1626. En ella se relata la autobiografía de un pícaro, Pablos, hijo de un barbero ladrón y de una bruja celestina.
Pablos entra al servicio de un joven estudiante, amigo de la niñez, llamado don Alonso Coronel; con él sufre el pupilaje en casa del licenciado Cabra, que les hará padecer "hambre imperial". Estudia más tarde en Alcalá, donde los estudiantes realizan crueles y sucias novatadas que se relatan en la obra. Tras recoger la herencia que ha recibido de su tío, el verdugo de Segovia, que ha ajusticiado al propio padre de Pablos, y saber que su madre ha sido emplumada por bruja, decide cambiar de nombre e ir a la Corte para intentar ser aceptado como caballero. Después de una serie de aventuras con caballeros arruinados, clérigos poetas, comediantes y monjas, determina pasar a Indias para cambiar de fortuna. Sin embargo, la frase, de origen clásico, que cierra la obra delata ya que no será posible, pues "fueme peor, como v.m. [vuestra merced] verá en la segunda parte, pues nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar y no de vida y costumbres".
Aunque haya en la obra una intención social, no siempre coherente y clara, su valor reside esencialmente en la palabra. No existe, como en El Lazarillo, una intención de crear un personaje verosímil, con voz propia, que dé una visión del mundo desde sus experiencias. Aunque a veces la voz del personaje se deja oír, lo normal es que se identifiquen autor y narrador y sea la voz literaria de Quevedo la que domine, como ocurre en este ejemplo:

Entramos en casa de don Alonso y echámonos en dos camas con mucho tiento porque no se nos desparramasen los huesos de puro roídos de la hambre. Trujeron exploradores que nos buscasen los ojos por toda la cara, y a mí, como había sido mi trabajo mayor y la hambre imperial (que, al fin, me trataban como a criado), en buen rato no me los hallaron.
Trujeron médicos, y mandaron que nos limpiasen con zorras el polvo de las bocas, como a retablos, y bien lo éramos de duelos.