sábado, 13 de septiembre de 2014

Modernismo: Conceptualización

Una nueva literatura, que se gestaba a finales del siglo XIX, triunfa en los primeros lustros del XX. Modernismo y 98 son, en realidad, las dos caras de una misma ruptura, formas hispánicas de una "crisis universal". En esa crisis, en ese contexto de desazón, de malestar, deben situarse dos grandes aspectos temáticos: los conflictos religiosos y existenciales, y el tema de España.

1. Modernismo: la palabra
Señalaba Manuel Machado, en 1914, que la palabra Modernismo había surgido "por el asombro de los más ante las últimas novedades". Con tal término se designaba, en Teología, a una corriente heterodoxa de renovación religiosa (condenada en 1907 por Pío X); y, en el terreno de las artes, se motejaba de "modernistas" a una serie de tendencias europeas y americanas aparecidas en los últimos veinte años del siglo XIX. Sus rasgos comunes eran un marcado anticonformismo y unos esfuerzos de renovación estética agresivamente opuestos a las tendencias vigentes entonces (realismo, naturalismo, academicismo plástico, etc.).
En su origen, además, el término "modernista" (al igual como otros como "novísimos" o "reformistas") era usado con un matiz despectivo en boca de los enemigos de tales intentos renovadores. Todavía se percibe ese matiz en la definición que el Diccionario académico de 1899 daba de Modernismo: "Afición excesiva a las cosas modernas, con menosprecio de las antiguas, especialmente en artes y literatura".
Sin embargo, hacia 1890, y ya en el ámbito de las letras hispanoamericanas, Rubén Darío y otros asumen con un insolente orgullo ese mote con el que se les vituperaba. A partir de entonces, la palabra Modernismo irá perdiendo paulatinamente su valor peyorativo y se convertirá en un concepto fundamental de nuestra historia literaria.

2. El concepto
Con todo, el concepto de Modernismo dista aún de poseer perfiles unánimemente establecidos. Las distintas interpretaciones sobre su extensión y sus límites pueden agruparse en dos líneas:

 1º)  La concepción más estricta considera al Modernismo como un movimiento literario bien definido, que se desarrolla aproximadamente entre 1885 y 1915 y cuya cima es Rubén Darío. Su imagen más tradicional sería la de una tendencia esteticista y "escapista" (esto es, evadiéndose de los problemas de la sociedad). Y hay quienes identifican, sin más, Modernismo con rubendarismo, e incluso quienes lo reducen a la época más ornamental de Darío, la que va de Azul (1888) a Prosas profanas (1896).



 2º)  A los anteriores se oponen quienes piensan que el Modernismo no sería un simple "movimiento literario", sino una época y una actitud. Tal interpretación fue defendida por Juan Ramón Jiménez, para quien el Modernismo fue una tendencia general que alcanzó a todo. Y esa actitud se identificaría con el espíritu de los nuevos tiempos. Según F. de Onís, "el Modernismo es la forma hispánica de la crisis universal de las letras y del espíritu que inicia hacia 1885 la disolución del siglo XIX y que se había de manifestar en el arte, la ciencia, la religión, la política y en los demás aspectos de la vida entera, con todos los caracteres, por tanto, de un hondo cambio histórico". Siguiendo en esta línea, R. Gullón llega a hablar de un "medio siglo modernista" (1880-1940).
Estas concepciones tan amplias poseen el interés de iluminar un proceso capital en la historia de las ideas y de la sensibilidad. Pero, a la vez, incluyen realidades tan distintas que resultan difícilmente utilizables en historia literaria: parece imposible encontrar una unidad suficiente en las manifestaciones tan diversas que se suceden en tan amplio período.

Intentando conciliar, en lo posible, las diversas interpretaciones, cabría definir el Modernismo literario como un movimiento de ruptura con la estética vigente, que se inicia en torno a 1880 y cuyo desarrollo fundamental alcanza hasta la primera guerra mundial. Tal ruptura se enlaza en la amplia crisis espiritual del mundo a fines del siglo XIX. Y, en algunos de sus aspectos, su eco se percibe en momentos posteriores, entrelazado con corrientes o movimientos ya distintos.