miércoles, 28 de mayo de 2014

La literatura hispanoamericana en el siglo XX

La literatura hispanoamericana de la época colonial, desde el siglo XVI hasta la primera parte del XIX, había brillado con escritores de la talla de Sor Juana Inés de la Cruz, poetisa barroca; Ruiz de Alarcón, dramaturgo (siglo XVII); Gertrudis Gómez de Avellaneda, escritora romántica, y otros literatos, seguidores de las tendencias marcadas por España y después por Francia.
Dada la situación de inestabilidad política que atraviesan los jóvenes países hispanoamericanos, los temas predominantes desde el Romanticismo serán las preocupaciones de tipo social y político, junto con la descripción del grandioso paisaje -la selva, la pampa, los ríos- y la exaltación de personajes propios, como el gaucho -Martín Fierro, de José Hernández- o el indio -Tabaré, de Zorrilla San Martín.
A partir de su independencia, los países latinoamericanos logran encontrar su propia voz en la literatura, síntesis de las influencias europeas, con la afloración de elementos autóctonos americanos. Lo consiguen a partir del Modernismo, finales del siglo XIX, movimiento creado por un poeta nicaragüense, Rubén Darío, cuyos hallazgos poéticos -musicalidad, sonoridad, belleza- influyen tanto en la poesía hispanoamericana como en la europea.

 Poesía del siglo XX 
Con la Primera Guerra Mundial acaba la etapa modernista, dando paso a los movimientos de vanguardia, con los que se consagra definitivamente la poesía hispanoamericana. De nuevo logran sintetizar la influencia europea con la búsqueda del tono y sensibilidad propios. Se distinguen estas etapas:

 1ª  Etapa posmodernista, expresión de la intimidad y lo cotidiano en lenguaje simple, depurado. Destacan la chilena Gabriela Mistral, la argentina Alfonsina Estorni y la paraguaya Delmira Agustini.
 2ª  Etapa vanguardista, expresión de la angustia existencial y la solidaridad con los oprimidos, con imágenes surrealistas y lenguaje oscuro, sorprendente. Responden a esta tendencia el chileno Vicente Huidobro, el argentino Jorge Luis Borges, el peruano César Vallejo, el chileno Pablo Neruda y el cubano José Lezama Lima.
 3ª  Etapa posvanguardista, poesía culta, también centrada en los problemas humanos. Se encuadra en esta línea el mexicano Octavio Paz.

Gabriela Mistral
1889 - 1957
 Gabriela Mistral 
Chilena, premio Nobel 1945, canta con lenguaje sencillo y métrica tradicional las realidades tiernas y simples de la vida: los niños, los pobres, el paisaje. Sus libros más conocidos son: Desolación, visión desolada del mundo, influida quizá por el suicidio de su novio, y Ternura, colección de poemas infantiles. Busca la comunión con la naturaleza y con la humanidad.

Balada de la estrella
Estrella, estoy triste.
Tú dime si otra
como mi alma viste.
-Hay otra más triste.
-Estoy sola, estrella.
Di a mi alma si existe
otra como ella.
-Sí, dice la estrella.
-Contempla mi llanto.
Dime si otra lleva
de lágrimas manto.
-En otra hay más llanto.
-Di quién es la triste,
di quién es la sola,
si la conociste.
-Soy yo, la que encanto,
soy yo la que tengo
mi luz hecha llanto.

César Vallejo
1892 - 1938
 César Vallejo 
Peruano, viajó por Europa; en España conoció y trató a los poetas del 27.
Su obra cumbre es Trilce, combinación de triste y dulce, donde cambia del estilo modernista a otro en el que prima la búsqueda de novedades léxicas, métricas, sintácticas y de puntuación. Logra con difíciles imágenes surrealistas expresar su solidaridad ante el dolor de los humanos.

Habiendo atravesado
quince años; después, quince, y, antes, quince
uno se siente, en realidad, tontillo,
es natural, por lo demás, ¡qué hacer!
¿Y qué dejar de hacer, que es lo peor?
Sino vivir, sino llegar
a ser lo que uno es entre millones
de panes, entre miles de vinos, entre cientos de bocas,
entre el sol y su rayo que es de luna
y entre la misa, el pan, el vino y mi alma.
Hoy es domingo y, por eso,
me viene a la cabeza la idea, al pecho el llanto
y a la garganta, así como un gran bulto.
Hoy es domingo, y esto
tiene muchos siglos: de otra manera,
sería, quizá, lunes, y vendríame al corazón la idea,
al seso, el llanto
y a la garganta, una gana espantosa de ahogar
lo que ahora siento,
como un hombre que soy y que he sufrido.

 Narrativa del siglo XX 
Es espectacular el auge de la novela y el cuento hispanoamericanos en este siglo, especialmente en los años sesenta, dado que este género apenas se había desarrollado anteriormente. Sólo se conocía un tipo de novela romántica -la más popular fue María, de Jorge Isaacs- y existía una atracción por los folletines, herencia de los cuales puede ser la afición por los radioteatros y los actuales culebrones o telenovelas.
En las primera décadas aparece la novela realista, con varias tendencias: la novela "de la tierra", centrada en los grandiosos espacios de la geografía americana y su fuerza salvaje; una de las más representativas es Doña Bárbara, del venezolano Rómulo Gallegos. La novela social, comprometida con la miseria y la injusticia del hombre hispanoamericano. Es de destacar El mundo es ancho y ajeno, del peruano Ciro Alegría.
La novela del realismo mágico, desde la década de los cuarenta, mezcla lo real y lo maravilloso de modo surrealista. El guatemalteco Miguel Ángel Asturias, premio Nobel 1967, abre esta tendencia con El Señor Presidente. Siguen en los años sesenta obras de la categoría de Pedro Páramo, del mexicano Juan Rulfo; Cien años de soledad, del colombiano García Márquez; Rayuela, del argentino Julio Cortázar, La ciudad y los perros, del peruano Vargas Llosa.

Julio Cortázar
1914 - 1984
 Julio Cortázar
Argentino, vivió mucho tiempo en Europa, donde trabajó en París como traductor de la UNESCO. Es uno de los mejores representantes del surrealismo. Rayuela es su obra cumbre; en ella, como en todas sus obras, pone de relieve el absurdo de la realidad.

Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj
Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncoras de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y paseará contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia a comparar tu reloj, con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.
Julio Cortázar, Historias de cronopios y de famas

 Gabriel García Márquez (1928-2014) 
 Gabriel García Márquez 
Popular escritor colombiano, que obtuvo el prembel de Literatura en 1982. Representa lo mejor del llamado realismo mágico, mezcla de lo maravilloso y lo real en un contexto de realidades latinoamericanas. Lo mejor de su obra es Cien años de soledad, una especie de epopeya mítica, rebosante de creatividad, Crónica de una muerte anunciada, El otoño del patriarca y El coronel no tiene quien le escriba, a la que pertenece el siguiente fragmento:

Llevó a la mesita de la sala un bloc de papel rayado, la pluma, el tintero y una hoja de papel secante, y dejó abierta la puerta del cuarto por si tenía que consultar algo con su mujer. Ella rezó el rosario.
- ¿A cómo estamos hoy?
- Veintisiete de octubre.
Escribió con una compostura aplicada, puesta la mano con la pluma en la hoja de papel secante, recta la columna vertebral para favorecer la respiración, como le enseñaron en la escuela. El calor se hizo insoportable en la sala cerrada. Una gota de sudor cayó en la carta. El coronel la recogió en el papel secante. Después trató de raspar las palabras disueltas, pero hizo un borrón. No se desesperó. Escribió una llamada y anotó al margen: "derechos adquiridos". Luego leyó todo el párrafo.

miércoles, 21 de mayo de 2014

Otras literaturas peninsulares

Como ocurrió con el castellano, parece ser que en la tradición oral catalana, gallega y vasca existían canciones de tipo lírico y poemas épicos.
A finales del siglo XIII empiezan a aparecer las primeras obras escritas en gallego y en catalán y que se desarrollan hasta finales de la Edad Media:

  • Los cancioneros galaicos, con alguna cantiga del siglo XII, y las Cantigas de Santa María del Rey Alfonso el Sabio.
  • Las obras del mallorquín Ramón Llull: Blanquerna, Ars Magna.
  • La poesía del valenciano Ausias March: Cant espiritual, Cants de mort.
El siglo XVI marca el momento de las primeras producciones vascas escritas, aunque está documentada la existencia de sencillas piezas de teatro y canciones populares en la etapa medieval. Existe una breve colección de poesías, Linguae Vasconum Primitiae, recogidas por un sacerdote vasco. El resto de los libros que aparecen hasta el siglo XIX son de tipo religioso o devoto.
Desde el siglo XVI hasta el XIX los escritores catalanes y gallegos escriben en castellano, por razones varias, aunque la lengua se sigue hablando a nivel familiar.
El siglo XIX, a partir del Romanticismo y su amor por lo local y regional, marca un momento de vuelta al cultivo literario en las lenguas peninsulares.
El rexurdimento gallego vino precedido por A gaita galega, de M. Pintos, y el Álbum de la caridad, que recoge todos los poemas de los juegos florales de La Coruña. Pero las tres grandes figuras fueron: Rosalía de Castro; Eduardo Pondal, poeta, autor de Queixumen dos pinos, donde aparece un poema, Os pinos, letra del himno gallego; y Manuel Curros Enríquez, poeta y periodista, autor de Aires da miña terra, poemas de línea social y reivindicativa.
En la renaixença catalana destacan Jacinto Verdaguer y Narcís Oller, creadores de una lengua catalana culta y popular, y Joan Maragall, poeta de transición al siglo XX.
El resurgimiento vasco con José María Iparraguirre, de quien toma el pueblo vasco el poema Guernikako arbola, que se canta como himno.

 Rosalía de Castro 
La literatura gallega alcanza uno de sus momentos más esplendorosos en el siglo XIX con Rosalía de Castro.
Nace en Santiago de Compostela en 1837, de padres desconocidos, criándose con unos campesinos cerca de Padrón. Más tarde la reconoce su madre, con la que vive en Padrón. Este primer abandono y el rumor de quién podría ser su padre influyen en su melancolía y amargura, tan características en su vida y en su obra.
Conoce a Bécquer en Madrid y desde entonces se dedica totalmente a la poesía. Se casa con un historiador gallego, del que tiene seis hijos. Vuelve a Galicia, donde moriró en 1885 llorada por todo el pueblo.
Tres son los libros que le dan fama, dos en gallego, Cantares gallegos y Follas novas, llenos de sentimiento regional con la naturaleza gallega de fondo a la injusticia social, el problema de la emigración, la pobreza..., y uno en castellano, En las orillas del Sar. Une pesimismo y melancolía en una lírica exquisita.

Airiños, airiños, aires,
airiños da miña terra;
airiños, airiños, aires,
airiños, leváime a ela.
Sin ela vivir non podo,
non podo vivir contenta;
que adonde queira que vaia
cróbeme unha sombra espesa.
Cróbeme unha espesa nube,
tal preñada de tormentas,
tal de soidás preñada,
que a miña vida envenena.
Leváime, leváime, airiños,
como unha folliña seca,
que seca tamén me puxo
a callentura que queima...

 La literatura gallega en el siglo XX 
La literatura gallega del siglo XX cuenta con autores de reconocida fama y que llevan al gallego al momento de máximo esplendor en distintos géneros, especialmente con la generación Nós. Estos autores son:

En poesía
Celso Emilio Ferreiro, con el libro de poemas Longa noite de pedra, en defensa del uso de la lengua gallega, es uno de los mejores poetas del XX.
Noriega Varela, también poeta, sobre todo de paisajes y la vida rural.

En prosa
Los grandes narradores son Álvaro Cunqueiro -escribe en gallego y en castellano-, y Otero Pedrayo, quien escribe relatos en gallego, como Camiños da vida.

En ensayo
Brillan Rof Carballo y Ramón Piñeiro.

Mercé Rodoreda
1908 - 1983
 La literatura catalana en el siglo XX 
Empieza una nueva etapa de esplendor alrededor del 1960 con escritores de la talla de Salvador Espriu, que impulsa la recuperación de los propiamente catalán en la literatura.
Se cultivan con éxito todos los géneros literarios.

En poesía
Brillan Gabriel Ferrater y, sobre todo, Pere Gimferrer.

En prosa
Está representada por novelistas de la talla de Llorenç Villalonga con Bearn o La sala de las muñecas, y Mercé Rodoreda con la Plaça del Diamant, entre otras.
A finales del siglo XX, también son famosos escritores de la talla de Montserrat Roig y Manuel de Pedrolo.

Teatro
En el mundo del teatro, uno de los autores más destacados es Josep Mª Benet i Jornet con Revolta de bruixes (Motín de brujas), criticando la situación de las mujeres de la limpieza.

 La literatura vasca en el siglo XX 
A principios de siglo se cultiva especialmente la poesía, donde destaca el poeta Ormaechea, que escribe un largo poema dedicado a los vascos, Euskaldunak.
Otros poetas son J. M. Aguirre y, sobre todo, Gabriel Aresti, con sus libros de poemas Harri eta herri (Piedra y pueblo) y Harrizko herri hau (Este pueblo de piedra). Poetas más jóvenes son Mikel Azurmendi y Xabier Lete.
La novela empezó siendo costumbrista, con un mundo rural idealizado. En esta línea se encuadra Domingo Aguirre con Kresala -retrata un pueblo pesquero- y Garoa.
José Luis Álvarez Amparanza sitúa la novela en línea existencialista con Leturiaren egunkari ezkutua (Diario secreto de Leturia). Otros narradores son Salvador Saizarbitoria y A. Lertxundi.
Como dramaturgo destaca Salvador Garmendia con Historia triste bat (Una triste historia), puesta en escena por el grupo Jarrai.

miércoles, 14 de mayo de 2014

El teatro español desde 1936

Finalizada la guerra civil, el teatro español, aparte de seguir representando obras escritas con anterioridad a la contienda, cae en una cierta languidez, de la que irá saliendo gracias al buen hacer dramático de varios hombres de teatro a partir de los años cuarenta.
En el teatro de humor sobresalen:
Enrique Jardiel Poncela, con Eloísa está debajo de un almendro; Jesús López Rubio, con Celos del aire; Miguel Mihura, autor de especial interés, porque con Tres sombreros de copa, una obra que pone de relieve los convencionalismos sociales, pasa, como técnica, de los ilógico a lo absurdo. Otras obras suyas son Maribel y la extraña familia, basada toda ella en el equívoco; Sublime decisión, primeros escarceos de la mujer en el mundo laboral dentro del funcionariado, del cual pinta un cuadro caricaturesco. Son de gran comicidad Ninette y un señor de Murcia, y Ninette, modas de París, Melocotón en almíbar, A media luz los tres.
En el teatro "serio" van a ir apareciendo obras que reflejan los problemas del hombre, unos con una vena más ética y metafísica y otros con una línea más social.
Autores que destacan:
- Antonio Buero Vallejo.
- Alfonso Sastre, con Escuadra hacia la muerte, angustia del hombre debatiéndose ante un destino trágico.
- Lauro Olmo, con La camisa, obra en la que plantea el problema de la emigración.
- Fernando Arrabal, cuya producción teatral es escrita fuera de España, donde triunfa.
Posteriormente se da a conocer Antonio Gala, con obras de fondo poético y lenguaje enormemente lírico y sugerente: Anillos para una dama, desmitificación de la figura del Cid; Los buenos días perdidos, de fuerte simbolismo; Petra Regalada; La vieja señorita del paraíso.
Hacia los años setenta comienza una línea de teatro experimental, cuyo mejor representante es Francisco Nieva, director y escenógrafo, que aporta una visión surrealista y caricaturesca de la realidad.
Son de gran interés las innovaciones de técnicas de expresión corporal y sentido del espectáculo, con participación activa de los espectadores de grupos como Els Joglars, Els Comediants, La Cuadra...
Entre los autores recientes merecen ser destacados Alonso Santos y Fermín Cabal, con obras de temas actuales relacionados con la juventud: Bajarse al moro y Tú estás loco, Briones.


Jardiel Poncela
1901 - 1952
 Jardiel Poncela 
Nace en Madrid a principios del siglo XX. Gran lector de novelas cortas, inicia su labor colaborando en las revistas cómicas Buen Humor y Gutiérrez. Su amistad con Ramón Gómez de la Serna le ayuda a mantener su búsqueda de un humor de lo inverosímil. Hijo de un hombre de ideas socialistas, Jardiel cultiva amistades de ideología varia desde la derecha y la Falange a la izquierda socialista y comunista. Huye de la zona republicana cuando estalla la guerra, y al finalizar la contienda se vincula a la España de Franco, aunque luego sufre grandes decepciones, que lo convierten en apolítico, por lo que no es de extrañar que sus obras estén al margen de cualquier referencia histórica.

¿Qué escribe?
Jardiel es, sin duda alguna, uno de los máximos representantes del teatro de humor en España, de un humor ilógico. En 1940 estrena Eloísa está debajo de un almendro, obra que se ha convertido en un clásico del teatro de humor. Las otras dos obras que siguen esta línea y comparten el éxito obtenido por Eloísa son: Cuatro corazones con freno y marcha atrás y Un marido de ida y vuelta.
Lo humorístico de sus obras no se consigue sólo por juegos del lenguaje como hasta entonces (el chiste, el juego de palabras o la asociación de ideas), sino por la caricatura de personajes -muchos de ellos cómicamente dementes- y por la creación de situaciones inverosímiles. Llega a jugar con el absurdo cuando empuja a sus personajes hacia conductas disparatadas.


Antonio Buero Vallejo
1916 - 2000
 Antonio Buero Vallejo 
Nace en Guadalajara de una familia de clase media. Su padre era profesor de la Academia Militar de Ingenieros de Guadalajara. Cursa estudios en la Escuela de Bellas Artes de Madrid. Se dedicó a la pintura, pero su preparación literaria, totalmente autodidacta, hará que se convierta en escritor. La guerra civil le trajo muchas penalidades: el fusilamiento de su padre y su propio internamiento en un campo de concentración. Fue acusado de rebelión y condenado a muerte. En la cárcel entabla amistad con Miguel Hernández. Conmutada la pena capital, obtiene la libertad condicional en 1946.
Ha recibido numerosos premios por su producción teatral: el Lope de Vega, varias veces; el Larra, el de la Fundación March... Fue académico de la lengua desde 1971.

¿Qué escribe?
Obtiene su primer éxito dramático con Historia de una escalera, por lo que recibe el premio Lope de Vega. Sobre todo, Buero pretende conseguir un teatro más allá del mero pasatiempo, un teatro capaz de plantear valientemente los problemas y los interrogantes más hondos del hombre.
Destacamos de entre todas sus obras: En la ardiente oscuridad, Un soñador para un pueblo, Las Meninas, El concierto de San Ovidio, El tragaluz, La Fundación; todas ellas abordan problemas éticos: obrar o no con rectitud es clave para la esperanza. Su propósito es involucrar al espectador, a través de la ambigüedad que cada una de sus obras crea, e incitarle a la reflexión personal.
Construye sus obras con enorme destreza técnica, no sólo desde el punto de vista del espacio escénico, sino creando el efecto inmersión (falta de sonido cuando el protagonista es sordo, ausencia de luz cuando el protagonista es ciego...). Su lenguaje es sencillo, siempre al servicio de la psicología de los personajes y del conflicto dramático.

jueves, 8 de mayo de 2014

La poesía desde 1936

Después de la guerra, la poesía se desarrolló sobre todo en provincias, donde los poetas se daban a conocer a través de las revistas literarias.
Los poetas que habían comenzado a escribir antes de la guerra siguen publicando: Miguel Hernández, hasta su muerte en 1942, Luis Rosales, Luis Felipe Vivanco y Leopoldo Panero.
Esta poesía toma como referencia al poeta renacentista Garcilaso de la Vega, maestro en sencillez, gravedad y humanismo. Se vuelve a la estrofa clásica. Los temas son de tipo religioso y de amor.
Durante los años cuarenta aparece un libro como un trallazo que sacude las conciencias: Hijos de la ira, de Dámaso Alonso, que suscita como reacción una línea poética existencialista. Esta poesía desarraigada queda recogida en la revista Espadaña, y expresa una angustia metafísica de modo apasionado y vehemente. Los poetas buscan la libertad de formas y el verso libre y los temas giran en torno al ser del hombre. Los más destacados son Eugenio de Nora, Victoriano Crémer y el propio Dámaso Alonso.
A mediados de los años cincuenta, paralelamente a la novela, surge una poesía de contenido social, comprometida en favor del hombre frente a las injusticias sociales. Estos poetas optan por un lenguaje más directo y sencillo, porque se quieren dirigir a "la inmensa mayoría" para hacer una llamada a la paz y la solidaridad humana. José María Valverde, Gabriel Celaya y Blas de Otero son los más importantes.
Pasada la moda del realismo social vuelve la tendencia formalista de una poesía elaborada, culta, original. Sus representantes son Gil de Biedma, J.A. Goytisolo, J. Siles y Carlos Rodríguez.
Las últimas generaciones poéticas, durante las décadas de los setenta y los ochenta, muestran un afán de renovación y experimentación de nuevas formas. Desechando la sencillez garcilasiana por una parte y lo sensorial neobarroco por otro, vuelven su vista al surrealismo: escritura automática e imágenes ilógicas. Experimentan nuevas técnicas: el colage, con mezcla de elementos distintos (el cómic, la publicidad, el cine). Utilizan el verso libre y los temas -neorrománticos- cantan el amor, el paso del tiempo en ambientes refinados y decadentes, como la ciudad de Venecia. Destacan: Pere Gimferrer (escribe en catalán y en castellano), Antonio Molina, Luis Antonio de Villena.


Leopoldo Panero
1909 - 1962
 Leopoldo Panero  
Dedica su poesía a su entorno cercano: familia, amigos y, sobre todo, a Dios. Sus libros más conocidos: La estancia vacía y Escrito a cada instante.

EPITAFIO
Ha muerto
acribillado por los besos de sus hijos,
absuelto por los ojos más dulcemente azules
y con el corazón más tranquilo que otros días,
el poeta Leopoldo Panero,
que nació en la ciudad de Astorga,
y maduró su vida bajo el silencio de una encina.
Que amó mucho,
bebió mucho y ahora
vendados sus ojos,
espera la resurrección de la carne
aquí, bajo esta piedra.


Luis Rosales
1910 - 1992
 Luis Rosales 
Amigo de García Lorca, sus versos muestran una vuelta a las formas clásicas en Abril (1935). Su obra más importante es La casa encendida, donde retoma y recrea sus temas más queridos: la familia, el amor, la amistad, el tema religioso...

LO QUE NO SE RECUERDA
Para volver a ser dichoso era
solamente preciso el estipendio
de recordar.
Buscábamos
dentro del corazón nuestros recuerdos.
Quizá no tiene historia la alegría.
Mirándonos adentro
callábamos los dos.
Tus ojos eran
como un rebaño quieto
que agrupa su temblor bajo la sombra
del álamo.
El silencio
pudo más que el esfuerzo. Anochecía
para siempre en el cielo.
No pudimos volver a recordarlo.
La brisa era en el mar un niño ciego.


Gabriel Celaya
1911 - 1991
 Gabriel Celaya 
Gran amigo de los poetas del 27, especialmente de Lorca y Alberti, se dedica a la literatura, renunciando a su carrera de ingeniería. Su primera etapa sigue la línea de los del 27. Más tarde se define por la poesía social, donde resultó ser una de las voces más comprometidas. Sus principales libros son: Lo demás es silencio, Las cartas boca arriba y Cantos iberos.

TODO ESTÁ POR INVENTAR
¡Camaradas!,
salvemos las distancias,
venzamos las nostalgias.
Nuestras manos obreras, todas a una,
darán forma a la esperanza.
Hay que creer, resurgir.
La España que sufrimos fue un historia mal contada,
no su verdad hasta el fin.
Hoy me siento tan cargado de secretos no explorados
que domino el porvenir.
Todo está por hacer,
por inventar y alegrar,
por nacer.
Hay que volver a empezar
y descubrir como nueva la explosión primaveral [...].
Todo está por inventar.
Todo en España es anuncio.
Todo es semilla cargada de alegría floreal.
Todo, impulso no explotado
que podemos y debemos dar a luz y hacer real.

 Gloria Fuertes 
Gloria Fuertes
1917 - 1998

Muy original en los diversos géneros que ha ensayado: cuento infantil, poesía, teatro. Logra sorprender tanto por su forma, desenfadada y juguetona, como por la profundidad y ternura de sus sentimientos. Algunas de sus obras son: Antologías y poemas del suburbio, Que estás en la tierra, Obras incompletas ...

ORACIÓN
Que estás en la tierra Padre nuestro,
que te siento en la púa del pino,
en el torso azul del obrero,
en la niña que borda curvada
la espalda mezclando el hilo en el dedo.
Padre nuestro que estás en la tierra,
en el surco,
en el huerto,
en la mina,
en el puerto,
en el cine,
en el vino,
en la casa del médico.
Padre nuestro que estás en la tierra,
donde tienes tu gloria y tu infierno
y tu limbo que está en los cafés
donde los burgueses beben su refresco.
Padre nuestro que estás en la escuela de gratis,
y en el verdulero,
y en el que pasa hambre,
y en el poeta -¡nunca en el usurero!-.
Padre nuestro que están en la tierra,
en un banco del Prado leyendo,
eres ese Viejo que da migas de pan a los pájaros del paseo.
Padre nuestro que estás en la tierra,
en el cigarro, en el beso,
en la espiga, en el pecho
de todos los que son buenos.
Padre que habitas en cualquier sitio.
Dios que penetras en cualquier hueco,
tú que quitas la angustia, que estás en la tierra,
Padre nuestro que sí que te vemos,
los que luego te hemos de ver,
donde sea, o ahí en el cielo.


Pere Gimferrer
1945
 Pere Gimferrer 
Poeta que busca su inspiración, como los de estas últimas décadas, en el surrealismo, con sus imágenes ilógicas y sorprendentes. También se dedicó a la novela, a la crítica literaria y a la traducción.

LA MUERTE EN BEVERLY HILLS
¿Encontrarás a la maga?
- ¿Eres tú, amigo? -dije.
- Deséale suerte a mi sombrero de copa.
Una dalia de cristal
trazó una línea verde en mi ojo gris.
El cielo estaba afónico como un búho de níquel.
- Adiós, amigo - dije.
- Echa una hogaza y una yema de huevo en mi bombín.
Una bombilla guiñaba entre las hojas de acanto.
Mi corazón yacía como una roca en el Támesis.