martes, 16 de febrero de 2016

Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea

He etiquetado este libro como novela juvenil porque entiendo que puede resultar una lectura atractiva para adolescentes. Su autora consiguió a su vez diferentes premios de literatura para niños con ésta su primera novela. Cuenta una tragedia familiar desde la visión del más pequeño, Jamie, un chico de diez años. La muerte de una de sus hermanas en un atentado terrorista condena a sus padres a un estado tal de tristeza que conlleva el abandono de sus otros hijos vivos. Así, Jamie mantiene con su hermana mayor Jasmine un estrecho vínculo y una mutua dependencia afectiva. Cuando los niños se trasladan con su padre a una localidad más pequeña, Jamie comienza nuevas relaciones con los compañeros del colegio, que no siempre son positivas. Excepto con su amiga Sunya, quien le apoya en sus problemas. Lo malo es que cuando su padre se entere que su mejor amiga es una chica musulmana, esto provocará una nueva tormenta: fueron terroristas islámicos los que mataron a su hermana Rose. La familia irá evolucionando pues a lo largo de la novela porque Jamie va a buscar cómo recuperar la atención y el amor de sus padres. Con diferentes momentos realmente divertidos, Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea es una lectura recomendable, en la que hay que inferir, interpretar y descubrir los sentimientos profundos que hay detrás de la mirada infantil de sus protagonistas.

domingo, 14 de febrero de 2016

Introducción a "El árbol de la ciencia"

Baroja, en sus Memorias, escribió:

El árbol de la ciencia es, entre las novelas de carácter filosófico, la mejor que yo he escrito. Probablemente es el libro más acabado y completo de todos los míos.

Con esta opinión ha coincidido buena parte de la crítica, comenzando por Azorín que lo consideraba como el que "resume, mejor que ningún otro libro, el espíritu de Baroja".
Ante todo, la novela, escrita en 1911, tiene mucho de autobiografía. Es sumamente curioso que, más de treinta años después, al escribir el segundo volumen de sus memorias (Familia, infancia y juventud, 1944) y al contar sus estudios en Madrid, su estancia en Valencia, o la muerte de su hermano Darío, Baroja transcribe literalmente (o casi) largos pasajes de El árbol de la ciencia: le basta con poner "yo" donde la novela dice "Andrés Hurtado", o con cambiar otros nombres propios.
Pero, además, la obra es toda una radiografía de una sensibilidad y de unos conflictos espirituales que se hallan en la médula de la época.

1. La trama central: historia de una desorientación existencial
El árbol de la ciencia desarrolla la vida de Andrés Hurtado, un personaje perdido en un mundo absurdo y en medio de circunstancias adversas que constituirán una sucesión de desengaños.
Su ambiente familiar hace de él un muchacho "reconcentrado y triste"; se siente solo, abandonado, con "un vacío en el alma". A la vez, siente una sed de conocimiento, espoleado por la necesidad de encontrar "una orientación", algo que dé sentido a su vida. Pero sus estudios (de Medicina, como Baroja) no colman tal ansia: la universidad y la ciencia española se hallan en un estado lamentable. En cambio, su contacto con los enfermos en los hospitales y su descubrimiento de miserias y crueldades, constituyen un nuevo "motivo de depresión". También agudizan su "exaltación humanitaria", pero políticamente Andrés se debate entre un radicalismo revolucionario utópico y el sentimiento de "la inanidad de todo".
Al margen de sus estudios, Andrés descubre nuevas lacras; las que rodean a Lulú, la mujer que habrá de ocupar un puesto esencial en su vida. Y, en fin, la larga enfermedad y la muerte de su hermano, Luis, vendrá a sumarse a todo como un hecho decisivo que le conduce al escepticismo ante la ciencia y a las más negras ideas sobre la vida. Se consuma así, en lo fundamental, la "educación" del protagonista, que, en balance realizado en la parte IV, dirá:

Uno tiene la angustia, la desesperación de no saber qué hacer con la vida, de no tener un plan, de encontrarse perdido, sin brújula, sin luz donde dirigirse.

Las etapas posteriores de su vida constituyen callejones sin salida. El ambiente deforme del pueblo en donde comienza a ejercer como médico le produce un "malestar físico". Madrid, a donde vuelve, es "un pantano" habitado por "la misma angustia"; Hurtado, "espectador de la iniquidad social", deriva hacia un absoluto pesimismo político, se aísla cada vez más y adopta una postura pasiva en busca de una paz desencantada (es la abulia noventayochista).
A una paz provisional accederá tras su matrimonio con Lulú. Pero la vida no le concederá reposo. Pronto le atenazará de nuevo una angustia premonitoria de la muerte de su hijo y de su mujer, definitivo desengaño que lleva a Andrés al suicidio.
Tan sombría trayectoria es ya de por sí reveladora del hondo malestar de Baroja y de su época. De la trama se desprenderá, en efecto, una concepción existencial.

2. La estructura
La figura de Andrés Hurtado da unidad al relato. Pero su trayectoria va hilvanando multitud de elementos (tipos, anécdotas, cuadros de ambientes, disquisiciones...) con esa libertad tan característica de la novela barojiana. ¿Quiere ello decir "ausencia de composición"? En absoluto.
El árbol de la ciencia se compone de siete partes que suman 53 capítulos de extensión generalmente breve. El número de capítulos que integran cada una de las partes es variable: 11, 9, 5, 5, 10, 9 y 4, respectivamente. Esta aparente desigualdad no debe engañarnos: observemos la estructura interna del relato.
En realidad, cabría dividir la obra en dos ciclos o etapas de la vida del protagonista, separadas por un intermedio reflexivo (la parte IV). En torno a este intermedio, aquellas etapas (integradas cada una por tres partes) presentan entre sí una clara simetría, como se ve en el siguiente esquema:


Se observará ahora que las partes homólogas de uno y otro ciclo se componen de un número casi igual de capítulos: estructura, pues, equilibrada. Pero más importante aún son los paralelismos de contenido que podrán apreciarse.
Todo ello nos confirma la opinión de Galdós: hay en El árbol de la ciencia "mucha técnica" Acoso se trate, como comentaba Baroja, de una técnica "intuitiva", pero "muy perfecta y muy sabia", sin duda.
Sin embargo, no es menos cierto que esa estructura no encorseta el relato; se sigue observando que el hilo narrativo va devanándose con gran libertad y entrelazándose con multitud de anécdotas laterales, con los elementos más heterogéneos en apariencia.

domingo, 7 de febrero de 2016

Obras de Pío Baroja

Fue Baroja un escritor fecundísimo. Sólo sus novelas pasan de sesenta, escritas al ritmo de unas dos por año. Treinta y cuatro de ellas se agrupan en trilogías, cuyos títulos indican el rasgo común de las novelas que las componen. Citaremos las más importantes:
  • Tierra vasca, formada por La casa de Aizgorri (1900), El mayorazgo de Labraz (1903) y Zalacaín el aventurero (1909). Su unidad está dada por el ambiente. Zalacaín es, según Baroja, "la más pulcra y bonita" de sus novelas; cuenta las andazas de un típico "hombre de acción", personaje inolvidable, en medio de la última guerra carlista.
  • La vida fantástica: Aventuras, inventos y mixtificaciones de Silvestre Paradox (1901), Camino de perfección (1902) y Paradox, rey (1906). En la segunda de estas obras, su protagonista, Fernando Ossorio, encarna la angustia existencial y el anhelo de hallar un sentido a la vida; junto a ello, incluye una visión muy noventayochista de las tierras de Castilla. Las otros dos novelas tienen como protagonista al insólito Paradox, simpático, anárquico, al margen de convencionalismos.
  • La lucha por la vida: La busca (1904), Mala hierba (1904) y Aurora roja (1905). La primera es para muchos la obra más intensa del autor; su panorama de los barrios más míseros de Madrid es de un implacable y desolado realismo; su protagonista, Manuel, es una figura conmovedora, zarandeada por la sociedad.
  • A La raza pertenece El árbol de la vida (1911), acompañada por La dama errante (1908) y La ciudad de la niebla (1909).
  • Las ciudades: César o nada (1910), El mundo es ansí (1912) y La sensualidad pervertida (1920). Destaca la primera, cuyo protagonista, César Moncada, es el hombre enérgico que se enfrenta con el ambiente muerto y degradado de una ciudad provinciana, y terminará vencido.
  • El mar: Se compone, excepcionalmente, de cuatro novelas: Las inquietudes de Shanti Andía (1911), El laberinto de las sirenas (1923), Los pilotos de altura (1929) y La estrella del capitán Chimista (1930). Es inolvidable la que inicia la serie, por el recio tipo de marino vasco que presenta y por las anécdotas o los personajes que componen un vivísimo ambiente marinero.
Entre 1913 y 1935, Baroja se consagró preferentemente a desarrollar una serie narrativa más extensa, la titulada Memorias de un hombre de acción. Está integrada por 22 novelas, cuyo protagonista es Eugenio de Aviraneta, dinámico personaje del siglo XIX y antepasado del autor. El aprendiz de conspirador encabeza el ciclo; otros títulos son Con la pluma y con el sable, Los recursos de la astucia, La ruta del aventurero, etc.

 Otras obras 

Baroja escribió, además, numerosos cuentos y novelas cortas (destacan los relatos incluidos en Vidas sombrías, 1900), varios tomos de ensayo, libros de viajes, biografías, e incluso varias obras dialogadas, de las que sólo algunas tiene carácter realmente teatral, de escaso interés. Escaso es también el valor de su único libro de versos, Canciones del suburbio (1944).
En cambio, son apasionantes sus Memorias, que llevan por título general Desde la última vuelta del camino. Son siete volúmenes que componen, en realidad, un largo soliloquio en que Baroja, con su característica independencia y su insobornable sinceridad, va acumulando recuerdos, juicios, opiniones estéticas, morales y de toda índole, un poco al hilo de la ocurrencia y con su habitual naturalidad expresiva. El conjunto es de enorme interés como testimonio de la personalidad del autor, entrañable y gruñón, y como panorama de toda una época.

 Significación de Baroja

Hay que insistir en que, por su idea de la vida y por la sinceridad con que ésta se refleja en su obra, Baroja es una figura sumamente representativa de la sensibilidad y del ambiente espiritual de su generación, con esa desazón y esos conflictos que los españoles compartieron con los escritores europeos de la misma época.
Por otra parte, Baroja es el novelista por antonomasia de la literatura española contemporánea, por sus dotes de narrador y por su capacidad de creación. La fuerza de su testimonio sobre la sociedad y el vigor de su estilo sobrio lo convirtieron en maestro de los novelistas de la posguerra: Cela, por ejemplo, ha proclamado muchas veces una "admiración de discípulo" ante el autor de El árbol de la ciencia.