viernes, 17 de junio de 2016

Un millón de gotas

Cuando salió esta novela en el 2014, me llamaba la atención en los kioscos de prensa de las estaciones de tren que iba pisando. Al salir en edición de bolsillo me atrevía a decirles a mis allegados que era una idea de regalo para los momentos apropiados. Fue en el día de San Valentín cuando me lo encontré envuelto en papeles de colorines. Y comencé a leerlo algo más tarde, a principios del mes de abril.
Las noches de lectura después de agotadores días de mucho trabajo no me permitían tener demasiada concentración en la historia, así que cuando lo llevaba aproximadamente por la mitad, inicié de nuevo la lectura desde las primeras páginas. Necesitaba tener bien claro un pasaje de la novela que resulta determinante para entender al personaje de Elías Gil y su derrumbe personal.
Ahora que he terminado el libro, encuentro que su estructura es sólida en cuanto a los diferentes tiempos narrativos (los años de preguerra a finales de los años 30, las consecuencias de la guerra civil española y de la segunda guerra mundial y la Barcelona actual). Los personajes se me mezclaban en la primera lectura y después logré clarificarlos: ya vi que no se trataba de héroes y villanos, sino de humanos miserables debido a las duras experiencias que les tocó vivir.

miércoles, 8 de junio de 2016

La obra en prosa de Antonio Machado

Con el tiempo, la producción en prosa fue para Machado una actividad compensatoria, sustitutiva de la corriente poética que dejaba de empujarle con ímpetu. Pero el viejo poeta va a revelarse como un gran prosista. Buena parte de tal producción responde a sus crecientes preocupaciones filosóficas; junto a ello, desarrollará problemas estéticos o políticos.
Algunos de sus escritos dispersos o inéditos fueron reunidos por Guillermo de Torre en 1957 con el título de Los complementarios. Son páginas del mayor interés. Así, sus cartas a Unamuno (1913-1929), en las que se leen confesiones valiosísimas. Son igualmente fundamentales su "Divagaciones y apuntes sobre la cultura", el esbozo de su discurso de ingreso en la Academia de la Lengua (que nunca llegó a pronunciar), su texto "¿Cómo veo la nueva juventud española?", en la que enjuicia especialmente las nuevas tendencias poéticas, etc.

Pero su gran obra en prosa es el Juan de Mairena. Se trata de un conjunto de artículos, párrafos sueltos o cortos diálogos, atribuidos a tal personaje ficticio, que comenzó a publicar en la prensa a partir de 1934 y recogió en un volumen dos años después. En ellos, con un tono a veces serio y a veces irónico, trata de las cuestiones más diversas: metafísica, lógica, estética... Prueba de su atención a las novedades filosóficas son sus interesantes comentarios en torno al existencialismo de Heidegger, para algunas de cuyas ideas veía precedentes en Unamuno o en su propia poesía.
A partir de 1936, siguió publicando las presuntas lecciones y meditaciones de Mairena (que se recogerían póstumamente en un nuevo y más amplio volumen). Junto a los temas señalados, dominan ahora las cuestiones políticas, estrechamente ligadas a los dramáticos acontecimientos de aquella hora. Y es precisamente en esas páginas en donde encontramos de nuevo a un Machado de incalculabres dimensiones, vigoroso, entero, cercano.

Cuando penséis en España, no olvidéis ni su historia ni su tradición; pero no creáis que la esencia española os la puede revelar el pasado. Esto es lo que suelen ignorar los historiadores. Un pueblo es siempre una empresa futura, un arco tendido hasta el mañana.