La palabra "mester" deriva del latín ministerium y significa "oficio" o "profesión". Así pues, mester de juglaría significa literalmente oficio o profesión de los juglares.
Los juglares eran personas que recorrían los pueblos y villas cantando y recitando relatos épicos. Solían acompañarse de instrumentos musicales y a veces realizaban juegos acrobáticos o similares para divertir y entretener al público.
Los relatos épicos que difundían los juglares se denominan cantares de gesta. Estos cantares eran generalmente anónimos y estaban formados por series de versos irregulares en los que se contaban las hazañas de un héroe concreto o se desarrollaba algún asunto de carácter heroico. Los juglares contaban estas historias utilizando un lenguaje lleno de fórmulas típicas de la expresión oral, como son las llamadas y las referencias al público para mantener su atención y hacerle partícipe de la acción narrativa. Por ejemplo:
Oíd cómo habló el que en buen hora fue criado:
"Hala, Pedro Bermúdoz, mi sobrino amado,
cuidadme a Diego y cuidadme a don Fernando".
Actualmente no puede establecerse con exactitud el origen de los cantares de gesta, aunque se supone que fueron compuestos en una época cercana a las hazañas que relatan. En cuanto a su evolución, suelen establecerse tres fases diferenciadas: fase de iniciación (siglos X - XII), fase de apogeo (siglos XII - XIV) y fase de desmembración (siglos XIV - XV).
La difusión oral y la intervención de distintos juglares hizo que los cantares de gesta sufrieran modificaciones con el paso del tiempo y hubiera varias versiones de un mismo relato. Y a esa misma forma de transmisión se debe que la mayor parte de los cantares de gesta se haya perdido.
El cantar de gesta más antiguo del que se tiene noticia es el Cantar de Rodrigo y la pérdida de España. Otros cantares de gesta importantes fueron el Cantar de Roncesvalles y el Cantar de los siete infantes de Lara.
Aunque de la mayor parte de los cantares no conservamos textos originales, algunos cantares se han podido reconstruir gracias a las prosificaciones que de ellos hicieron los cronistas para redactar sus crónicas históricas. Gracias a este procedimiento habitual en la época, conocemos algunos relatos épicos como el Cantar de los siete infantes de Lara.
De todos los cantares de gesta que hubo en la Península durante la Edad Media sólo ha llegado hasta nosotros casi íntegro el Poema de mio Cid, lo que le convierte en un documento literario de extraordinario valor.
El héroe de los poemas épicos reúne en su persona los atributos más importantes para la comunidad. |
Poema de mio Cid
Según el investigador Menéndez Pidal, el texto que conservamos del Poema de mio Cid es una copia realizada en el siglo XIV por un copista llamado Per Abbat. El poema original debió de componerse mucho antes, probablemente a comienzos del siglo XII, es decir, cercano en el tiempo a los acontecimientos que relata.
En cuanto al autor del poema, Menéndez Pidal defendió la existencia de dos autores diferentes: un juglar natural de Medinaceli (Soria) y otro de San Esteban de Gormaz (Burgos).
La estructura del Poema: los Cantares
El Poema de mio Cid consta de 3.730 versos, en los que se narran las hazañas y desventuras del Cid Campeador a partir del destierro ordenado por Alfonso VI. El poema se divide en tres partes: Cantar del destierro, Cantar de las bodas y Cantar de la afrenta de Corpes.
- Cantar del destierro. El texto que se conserva, del cual faltan algunas hojas, arranca en el momento en que Rodrigo Díaz sale de Vivar hacia el destierro impuesto por el rey Alfonso VI. A lo largo de este primer cantar se suceden diversas batallas y victorias, como la toma de Castejón o la batalla de Alcocer, en las que el Cid va ganando territorios y honra.
- Cantar de las bodas. En esta parte se narra el perdón del rey al Cid, una vez que éste le ofrece la ciudad de Valencia, que acaba de conquistar. El rey, conmovido, no sólo le otorga su perdón, sino que prepara las bodas de las hijas del Cid con dos importantes nobles castellanos: los infantes de Carrión.
- Cantar de la afrenta de Corpes. El cantar se centra en la figura de los infantes de Carrión, quienes son humillados y tachados de cobardes por su comportamiento. Como venganza, los infantes maltratan y abandonan a sus esposas, las hijas del Cid. Ante estos hechos, el Cid pide justicia al rey Alfonso, quien organiza un duelo, en el que los infantes son vencidos. El poema finaliza con la celebración de las segundas bodas de las hijas del Cid, esta vez con príncipes de Navarra y Aragón.
Estatua del Cid en Sevilla |
Características del Poema de mio Cid
Tres son los rasgos que caracterizan al Poema de mio Cid: el realismo, la humanización del héroe y la utilización de fórmulas fijas en la expresión.
- El realismo afecta tanto a los acontecimientos y personajes que aparecen como a los lugares y pueblos que se citan y se describen con detenimiento. Por ejemplo:
Al otro día movióse mio Cid el de Vivar,
y pasó a Alhama, la foz abajo va,
pasó a Bubierca, y Ateca que está delante,
y sobre Alcocer mio Cid iba a acampar,
en un otero redondo, fuerte y grande;
cerca corre el Jalón, el agua no le pueden quitar.
Mio Cid don Rodrigo Alcocer piensa ganar.
(versión modernizada de Francisco Marcos Marín)
- La humanización del héroe convierte al Cid en un personaje heroico pero de carne y hueso, capaz tanto de demostrar su fortaleza en la batalla como de emocionarse en la despedida a su familia.
Inclinó las manos la barba florida,
a sus hijas en brazos las cogía,
acercólas al corazón, pues mucho las quería.
Llora de sus ojos, muy fuertemente suspira:
"Ya doña Jimena, ya mi mujer tan cumplida,
como a mi propia alma yo tanto os quería".
- Las fórmulas fijas se utilizan en el Poema de mio Cid para nombrar tanto a personas como a animales o a cosas. Esas fórmulas fijas son en ocasiones epítetos épicos, ya que se refieren a determinados personajes a los que se identifica y ensalza con ellos. Ejemplos de epítetos épicos referidos al Cid son los siguientes:
"el que en buen hora ciñó espada"
"el que en buen hora nació"