domingo, 2 de noviembre de 2014

Modernismo: Los temas

La temática del Modernismo apunta en dos direcciones. La más señalada es la que atiende a la exterioridad sensible (lo legendario y lo pagano, lo exótico, lo cosmopolita); sin embargo, todo ello no es más que una parte de la temática modernista, y no la más importante, aunque resulte tan visible. La otra línea apunta a la intimidad del poeta, con su vitalismo y su sensualidad, pero también con su melancolía y su angustia. Pues bien, a partir de este segundo aspecto se explicará mejor, sin duda, el sentido unitario de toda la temática del Modernismo.

1. Una desazón romántica
Son muchos los críticos que han señalado la filiación romántica del Modernismo. En efecto, son notables las afinidades de talante entre románticos y modernistas: análogo malestar, análogo rechazo de una sociedad en la que no halla lugar la poesía, parecida sensación de desarraigo, de soledad...
Una nueva crisis espiritual exalta otra vez -por encima de la razón- las pasiones y lo irracional; el misterio, lo fantástico, el sueño vuelven a poblar los poemas.
Pero lo más importante son las manifestaciones de tedio y de profunda tristeza. La melancolía (a veces, la angustia) es un sentimiento central. Juan Ramón Jiménez decía:

El poeta en todo hallará motivo para sentirse o mostrarse melancólico: frente a un paisaje, frente a la mujer, frente a la vida, analizándose interiormente.

Sintomático de este talante es la presencia de lo otoñal, lo crepuscular, de la noche, temas reveladores de ese hondo malestar "romántico", propio de quienes se sienten insatisfechos en el mundo en que viven.

2. El escapismo
La actitud así llamada se explica por lo anterior. También como el romántico, el modernista se evade a veces de su mundo por los caminos del ensueño (estamos ante una de las caras que ofrece el desacuerdo con la realidad). Pero ahora la evasión se nutre con una elegancia exquisita aprendida en los parnasianos.
Hay una evasión en el espacio, ese conocido exotismo cuyo aspecto más notorio es lo oriental; y una evasión en el tiempo, hacia el pasado medieval, renacentista, dieciochesco, fuente de espléndidas evocaciones históricas o legendarias. En una línea semejante se situaría el gusto por la mitología clásica, con su brillantez y su sensualidad pagana.
De acuerdo con tales preferencias, aparecen por los poemas dioses, ninfas, centauros y sátiros; vizcondes, caballeros y marquesitas; mandarines y odaliscas. Es un mundo rutilante de pagodas, de viejos castillos, de salones versallescos, de jardines perfumados; un mundo en el que aparecen cisnes y libélulas, elefantes y camellos, flores de lis y flores de loto, y en donde brillan el marfil y las perlas, las piedras preciosas, los jades, los esmaltes... Y todo ello no es más que la necesidad de soñar mundos de belleza en los que refugiarse de un ambiente mediocre.



3. Cosmopolitismo
La temática cosmopolita suele relacionarse con la anterior: sería un aspecto más de la necesidad de evasión, del anhelo de buscar lo distinto, lo aristocrático. "Tuvimos que ser políglotas y cosmopolitas", declaraba Rubén Darío. Y el cosmopolitismo desemboca, sobre todo, en la devoción por París, meta de tantos modernistas e inspiradora de tantos versos, con su Montmartre, sus cafés, sus salones elegantes, sus bohemios o sus "dandys", sus "dames galantes" o sus "midinettes".

4. El amor y el erotismo
En la temática modernista se advierte un contraste reiterado -y desconcertante, en principio- entre un amor delicado y un intenso erotismo. Así, de una parte, se hallan manifestaciones de una idealización del amor y de la mujer; pero ese amor ideal va acompañado casi siempre de languidez, de melancolía: se trata de un nuevo cultivo del tema del amor imposible.
Frente a ello, Rubén Darío y otros derrochan muestras de un erotismo desenfrenado: sensuales descripciones y notas orgiásticas, frecuentemente unidas a las evocaciones paganas, exóticas o parisienses. A veces, ello es interpretable como un desahogo vitalista ante las citadas frustraciones; otras veces, se enlaza con las actitudes asociales y amorales que forman parte del espíritu modernista.

5. Los temas americanos
Hay también en el Modernismo un cultivo de temas indígenas que, a primera vista, parece estar en contradicción con el cosmopolitismo. Al principio, sin embargo, se trata de una manifestación más de la evasión hacia el pasado y sus mitos. En etapas posteriores, en cambio, los modernistas incrementarán el cultivo de los temas americanos y su sentido entonces será distinto: el anhelo de buscar las raíces de una personalidad colectiva.

6. Lo hispánico
Esa misma búsqueda de raíces explica la presencia de los temas hispanos. Si en los orígenes del Modernismo se produjo un desvío de lo español, más tarde -tras el 98- hay un nuevo acercamiento, un sentimiento de solidaridad de los pueblos hispánicos (o panhispanismo) frente a la pujanza de los Estados Unidos. Centro de este giro es, una vez más, Rubén Darío, que, en muchos poemas de Cantos de vida y esperanza, exalta lo español como un acervo de valores humanos, morales y culturales frente a la civilización anglosajona.

En resumen, la temática modernista revela, por una parte un anhelo de armonía en un mundo que se siente inarmónico, un ansia de plenitud y de perfección, espoleada por íntimas angustias; por otra parte, una búsqueda de raíces en medio de aquella crisis que produjo un sentimiento de desarraigo en el poeta. Éstos serían los fundamentos más profundos en los que se asienta la significación del mundo poético del Modernismo.