En cuanto a la prosa de ficción, el género característico de la época es la novela picaresca, género al que pertenecen el Guzmán de Alfarache, de Mateo Alemán, y El Buscón, de Quevedo.
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BALTASAR GRACIÁN 1601 - 1658 |
Gracián es, con Quevedo, una de las figuras cumbre del conceptismo. Nacido en Belmonte de Calatayud (Zaragoza) el año 1601, profesó muy joven en la Orden de los Jesuitas, y permaneció en ella hasta su muerte, a pesar de haber sido acusado de publicar "obras poco serias y muy alejadas de su profesión".
Los escritos de Gracián reflejan una concepción profundamente pesimista de la naturaleza humana. Para él, el mundo se mueve por el odio y la rivalidad, y en la dura lucha por sobrevivir en una sociedad insolidaria, el ser humano sólo cuenta con la inteligencia, la voluntad, la prudencia y la discreción.
El Criticón
La obra maestra de Gracián es El Criticón, una sátira de las costumbres de la sociedad de su tiempo en la que el autor trata con agudeza y acierto los grandes temas de la vida humana.
Una sencilla trama alegórica sirve de marco para la exposición de las ideas: Critilo es un náufrago al que salva Andrenio, un hombre que vive en estado salvaje en la isla de Santa Elena. Critilo enseña a hablar a Andrenio y juntos viajan por diversos lugares hasta llegar a la isla de la Inmortalidad. Los dos personajes encarnan la razón frente a la naturaleza: Critilo es juicioso y prudente mientras que Andrenio es un ser ingenuo que se deja engañar por la apariencia de las cosas. Al final se impone la visión de Critilo, la razón y la inteligencia frente a la naturaleza y el instinto.
Como buen conceptista, Gracián es un prosista muy agudo e ingenioso. Su prosa, llena de juegos de palabras, es densa y concisa, de acuerdo con su lema: "Lo bueno, si breve, dos veces bueno".