Carmen Mola es el pseudónimo del trabajo colectivo de tres escritores y guionistas españoles: Antonio Mercero, Jorge Díaz y Agustín Martínez.
Como sello literario, Carmen Mola nació en 2017, cuando los tres escritores decidieron materializar su trabajo con su primera novela, La novia gitana, publicada en 2018 por Alfaguara. Escrita con el estilo de un guion para el cine o la televisión, tuvo un éxito inmediato. Sus personajes han tenido una larga continuación, actualmente con la cuarta novela Las madres.
Carmen Mola consiguió el Premio Planeta en 2021 con La bestia, momento que aprovecharon los escritores para salir del anonimato.
Página web: https://www.carmenmola.es/
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06/01/2024 - 04/02/2024
LA BESTIA
Todas creen que cometieron un error, que salieron una noche por donde no debían, a solas, sin la compañía de nadie de su familia, que eligieron los caminos equivocados. Vivían en los lugares más miserables de Madrid, en las Injurias, en las Peñuela, en las Ventas del Espíritu Santo, junto al arroyo del Abroñigal... Dos de ellas hasta se conocían antes de acabar allí, aunque llegaron en fechas distintas.
No saben dónde están, sólo que hay ocho celdas. Forman un octógono, de manera que todas ellas pueden ver el centro, que donde la Bestia se flagela. Enfrentadas, se ven las unas a las otras con dificultad; la Bestia únicamente prende los candiles cuando baja. Viven en la penumbra, aunque, poco a poco, se han ido acostumbrando a la escasez de luz.
Pasan el día solas, consumiendo las horas entre pesadillas intermitentes, llantos, juegos infantiles y brotes de desesperación que han hecho que más de una intente abrir los barrotes hasta hacerse heridas en las manos. La Bestia las visita todas las tardes, les acerca comida y agua, se lleva sus orinales llenos y les da otros no siempre limpios. Después, mientras ellas comen, se desnuda y saca su látigo, lo coloca con precisión ante sus rodillas. Nunca lo coge antes de darse placer a sí mismo. Las niñas observan en silencio cómo se golpea con rabia el miembro hasta la eyaculación. Ninguna había visto antes a un hombre hacer eso. Acto seguido, reza en latín como si las estuviera insultando y coge el látigo. Se castiga y, extenuado, cae al suelo. Sólo entonces elige a una de ellas para que le lave las heridas. El mismo ritual, cada tarde.
Edición original de 2021
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17/09/2022 - 23/09/2022
LA NENA
–No creo que haya nadie, pero vamos a entrar por la puerta de atrás.
–¿Es legal?
–Claro que no, nada es legal, esto es una puta pesadilla. Si han desayunado, van a echar la pota. Les voy a enseñar lo que comen por culpa del hijo puta del veterinario.
El hombre busca una parte donde la valla está rota, se ve que ya ha estado allí otras veces y sabe por dónde acceder. Los tres entran en la parcela de la empresa. A pocos metros hay una puerta pequeña que no tiene candado. Los gruñidos de los cerdos son ensordecedores.
Al empujar la cancela, lo que ven deja a Orduño y Reyes paralizados. Es un espectáculo espeluznante: cerdos deformes, jorobados, algunos sin patas, los hay que se muerden los unos a los otros, ojos inflamados a punto de explotar y un penetrante olor a mierda... Reyes resiste más o menos bien, pero Orduño tiene que aguantarse las arcadas.
–Asqueroso, ¿no? Pues estos cerdos pasan el examen del veterinario. Del cabrón de Zuecos. Claro que a él le basta con tener pasta para copas, para coca y para las fulanas del Shangay River. A ver si consiguen que cierren la pocilga y le quiten el título a ese hijo de la gran puta.
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28/08/2022 - 09/09/2022LA RED PÚRPURA
–¿Has visto a este chico?
Le deja ver una foto de Lucas. Es la única que tiene de su hijo en la actualidad. Cuando le envió el vídeo en el que torturaba a aquella chica, Lucas se acercó a la cámara ocupando toda la imagen y Elena hizo una captura de pantalla. Entonces, todavía no sabía lo que vendría a continuación. La conmoción la paralizó. No fue capaz de guardar otros instantes que tal vez ahora serían útiles en la investigación. Daniel se toma su tiempo observando la foto en el móvil de Elena antes de contestar.
–No, nunca.
La guarda, no quiere que nadie se entere.
–Mi padre no me va a perdonar –Daniel llora de pronto.
–Me gustaría mentirte, pero no, probablemente nunca te perdone.
–¿Tú perdonarías a tu hijo si estuviera metido en algo así?
Elena lo piensa un instante, después asiente.
–Sí, sí le perdonaría.
–Mientes, esto no tiene perdón –Daniel ha notado la duda en las palabras de Elena–. Hasta mi madre terminará odiándome.
Un depravado lloriqueando y haciéndose la víctima es demasiado para el estómago de la inspectora. Pero se queda mirándolo con una expresión extraña, en un intento de masticar las palabras que ha pronunciado para poder escupirlas después. Daniel ha señalado el principal temor de Elena, el de llegar a comprender, en algún punto del camino, que el amor por el hijo perdido es ya irrecuperable y que, yendo todavía un paso más allá, ese vació lo anegará el odio.
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01/08/2022 - 10/08/2022LA NOVIA GITANA
Sonia no contesta, porque no puede. Ha roto a llorar. Entre sollozos e hipidos logra colocar una última defensa.
–Moisés no ha matado a mis hijas. Es imposible...
Elena quiere abrazar a esa mujer, pero se contiene. Se limita a asentir. La conduce a la morgue, donde está el cadáver de Susana, maquillado, decoroso, esperando la llegada de la madre y posteriormente la sepultura.
–Mis hijas han muerto porque yo no he sabido cuidarlas.
Dice eso. Lo dice en una pausa milagrosa del llanto, pero enseguida arrecia y la mujer se desmorona. Elena llama a un ujier y le pide un vaso de agua. Poco a poco, Sonia se va serenando hasta que se ve con fuerzas para reunirse con su hija.
La inspectora se queda en el pasillo pensando en las últimas palabras que ella ha pronunciado. Se han muerto porque no he sabido cuidarlas. Se pregunta hasta dónde llega la responsabilidad de una madre, en qué momentos hay que dejar a los hijos volar solos, sin la mirada vigilante y la tutela obsesiva. No hay tregua, ni descanso, se dice. A los hijos hay que cuidarlos todo el tiempo, incluso cuando no estás con ellos. Un hilo de plata debe mantener la comunicación, un hilo del que tirar si asoma el peligro, si se encienden las alarmas interiores. Si el hilo se rompe, el niño se pierde para siempre. Y no hay perdón para la madre que no supo estar al acecho.