Como si fuera uno de los "Grandes relatos", de esas series de televisión de los setenta, esta novela tiene más un lenguaje cinematográfico que literario. Frases cortitas, diálogo omnipresente, escasas descripciones.
Me gustó mucho La sangre de los inocentes, y esperaba algo así de interesante, pero no..., éste me ha cansado... Por lo general, me cuesta mucho dejar un libro, porque reconozco, eso sí, el gran mérito que tiene para su autor el darle forma, así que continué. Llegó un momento en que adiviné su final, ya que el título es revelador. Debería haberlo llamado "Dime quién era", y entonces quizás hubiera despistado más. Sin embargo, he de reconocer que ha merecido la pena, porque los últimos capítulos se han centrado en Berlín, en los momentos de creación del muro, de la política comunista en la República Democrática de Alemania (cuando yo era chico, no entendía cómo era que, a esta parte de Alemania, se la llamara "democrática" y a la otra no) y de la destrucción del muro, y este último bloque del libro ha resultado muy instructivo.