El aspecto más importante de la enseñanza retórica era, naturalmente, la práctica. Los estudiantes hacían distintos ejercicios breves, como, por ejemplo, la descripción de un paisaje ideal (locus amoenus, en latín), para integrarlos en un discurso. Así, y para practicar la argumentación, podían desarrollarse sentencias como "El amor todo lo vence" (Omnia vincit Amor), de Virgilio; o temas como "¿Qué es mejor, la ciudad o el campo? ¿Las armas o las letras?", que son los que se incluyen en la primera parte de El Quijote.
Aula Fray Luis de León, Universidad de Salamanca Gramática, Dialéctica y Retórica fueron, durante varios siglos, las materias básicas en la educación de los jóvenes. |
Entre todos los ejercicios, los más importantes eran la traducción del griego al latín o del latín a la lengua vulgar; la paráfrasis, que consistía en reescribir el texto con otras palabras; y, sobre todo, la imitación. Este último tipo reviste sumo interés puesto que de él procede el canon de autores clásicos dignos de imitación -que puede variar según las épocas- y, por tanto, la historia de la literatura, clásica y vulgar.
La elocución
La Retórica perfeccionó hasta límites insospechados el análisis de la lengua literaria. El principio del que partía era que la Gramática enseña la norma de escribir y hablar correctamente. Cualquier desvío de la norma se considera un vicio, que podía darse en una palabra o en varias.
Con un rigor de entomólogos, los retóricos clasificaron estos vicios que atañían a la morfología y a la sintaxis (¡y también a la ortografía!) de acuerdo con cuatro categorías, las mismas que utiliza el ordenador actual: vicios por adición, por supresión, por alteración del orden y por inmutación o cambio. Pero esos desvíos de la norma pueden llevarse a cabo para procurar efectos especiales en la expresión. Por ejemplo, si es vicio gramatical decir veloce por veloz, no lo es cuando interviene la voluntad estilística del autor. El vicio se convierte entonces en virtud retórica, como ocurre en este verso de Garcilaso en el que veloce tiene la función expresiva de representar con mayor viveza la imagen:
que el veloce correr del agua enferma
Los retóricos clasificaron todos estos desvíos bajo las mismas categorías de adición, supresión, etc., de los vicios gramaticales. A los desvíos en una palabra se les denominó metaplasmos y tropos y a los que ocurrían en un conjunto de palabras figuras de dicción y también tropos (como la alegoría y la ironía). Añadieron, además, las llamadas figuras de sentencia o pensamiento, que no afectan a las palabras sino al contenido, clasificándolas según se refieran al propio orador o al público a quien se dirigen.
En resumen, en la elocución se encuentran analizados con centenares de términos propios todos los posibles desvíos de la Gramática entendida como el lenguaje discursivo o no literario. Se comprende que médicos, juristas, matemáticos, arquitectos, filósofos, que habían estudiado desde niños este sistema de ejercicios retóricos, pudiesen escribir con los mismos recursos que los que componían textos puramente literarios. Lo literario en cuanto al lenguaje es, en realidad, lo retórico.