lunes, 29 de agosto de 2011

La mímesis y los géneros

La definición restrictiva de Aristóteles, que limita el término de poesía a la mímesis, es, a pesar de sus defectos, la más apropiada para acotar el término literatura en los géneros literarios tradicionales: lírica, épica, dramática. No sirve, en cambio, para los géneros más nuevos, como puede ser la didáctica, porque éstos se basan en los presupuestos de la forma -uso del lenguaje literario- y no de los contenidos.
 
El gusto por la imitación está presente en los seres humanos
prácticamente desde que nacen.

En efecto, a pesar de Aristóteles, la historia literaria introdujo a partir del siglo XVIII y, sobre todo, en el siglo XIX, todo tipo de autores
-historiadores, médicos, místicos, filósofos, etc.-, que por sus características formales podían leerse con un acercamiento estético. Sus obras son textos que carecen de la imitación en el sentido aristotélico y tienen como fin lo útil, la enseñanza, pero se sirven de unos recursos propios del lenguaje literario frente al lenguaje discursivo. De ahí que, entre los géneros tradicionales o miméticos, se incluya un nuevo género: el didáctico.
En los textos didácticos falta la imitación, pero se encuentra lo que los críticos llaman literariedad, es decir, desvíos de la norma lingüística o, mejor, de la precisión con fines utilitarios del lenguaje llamado discursivo -el que utilizan los diccionarios y los tratados científicos-. El lenguaje literario tiende, en cambio, a la expresividad y a la originalidad.