La vida de Kalil Mtube, un niño africano de once años, cambia drásticamente cuando su padre lo vende y es obligado a trabajar brutalmente como esclavo en una plantación de cacao. Allí conoce la amistad y el amor, pero también la despiadada crueldad de los seres humanos. Aunque logra escapar, Kalil tendrá quer recorrer un largo camino antes de alcanzar la libertad.
La piel de la memoria refleja el desamparo y la explotación a la que está sometida buena parte de la población mundial.
Propio del lenguaje de Jordi Sierra i Fabra: frases cortas, dirigidas a un público juvenil. El gran valor de esta novela es acercar a los chicos un mundo que les resulta totalmente ajeno y que ni siquiera imaginan.
He seleccionado el momento en que Kalil conoce el mar, literario y conmovedor:
Pasé mi primera noche frente al mar escuchando, como un arrullo, el suave roce de las olas en la arena. Me hizo dormir, me acompañó, y fue mi primer sonido al despertar. Al amanecer, y cuando todavía el día no había despuntado, pero sí con la suficiente luz como para que mis ojos pudieran contemplarlo, vi aquella maravilla, y pude extasiarme ante su poderosa belleza y su extraña fuerza. Sibrai Buekeke me había dicho que el mar era enorme. Pues bien, a mí se me antojó un desierto móvil, un gran desierto que en lugar de arena tenía agua. Más allá se abrían nuevos horizontes, esperanzas, libertades, sueños. Tal vez los hombres vivían en perpetuo estado de odio contra sí mismos, pero quizás fuera porque no se detenían a ver el mundo que los rodeaba, tan bello, tan único.