Cuando estudiaba "Literatura" e "Historia del Mundo Contemporáneo", allá por el año 1984, en el viejo COU, se nombraba esta obra de Albert Camus como representativa del existencialismo literario del periodo entreguerras. Y fue entonces cuando compraba y leía esta novela.
Ahora ha salido de la estantería, ya que al hijo de un amigo se la han pedido como lectura en el nuevo 2º Bachillerato. Después de devolmérmelo, he decido disfrutarlo de nuevo, o incluso mejor leerlo como si fuera una novedad, ya que en verdad apenas lo recordaba.
Para todos es conocida la historia: el señor Meursault comete un desafortunado asesinato, pero en lugar de defenderse o mostrar su arrepentimiento, se muestra durante el juicio con la misma pasividad y falta de sentimientos que tuvo durante el funeral de su madre. Así, nos viene a decir que esta sociedad condenará a muerte, sin pretender siquiera buscar un alegato de defensa, a aquel que no llore en el funeral de su madre.
Por otro lado, hoy me gustaría señalar aquí otra cuestión: la renuncia al perdón de Dios, la falta de valores y principios morales colectivos, convierten al hombre en un extranjero dentro de su propia comunidad, y como tal lo tratará, sin buscar la comprensión de sus actos, con intolerancia, con la exclusión social propia de sociedades racistas.