domingo, 14 de febrero de 2016

Introducción a "El árbol de la ciencia"

Baroja, en sus Memorias, escribió:

El árbol de la ciencia es, entre las novelas de carácter filosófico, la mejor que yo he escrito. Probablemente es el libro más acabado y completo de todos los míos.

Con esta opinión ha coincidido buena parte de la crítica, comenzando por Azorín que lo consideraba como el que "resume, mejor que ningún otro libro, el espíritu de Baroja".
Ante todo, la novela, escrita en 1911, tiene mucho de autobiografía. Es sumamente curioso que, más de treinta años después, al escribir el segundo volumen de sus memorias (Familia, infancia y juventud, 1944) y al contar sus estudios en Madrid, su estancia en Valencia, o la muerte de su hermano Darío, Baroja transcribe literalmente (o casi) largos pasajes de El árbol de la ciencia: le basta con poner "yo" donde la novela dice "Andrés Hurtado", o con cambiar otros nombres propios.
Pero, además, la obra es toda una radiografía de una sensibilidad y de unos conflictos espirituales que se hallan en la médula de la época.

1. La trama central: historia de una desorientación existencial
El árbol de la ciencia desarrolla la vida de Andrés Hurtado, un personaje perdido en un mundo absurdo y en medio de circunstancias adversas que constituirán una sucesión de desengaños.
Su ambiente familiar hace de él un muchacho "reconcentrado y triste"; se siente solo, abandonado, con "un vacío en el alma". A la vez, siente una sed de conocimiento, espoleado por la necesidad de encontrar "una orientación", algo que dé sentido a su vida. Pero sus estudios (de Medicina, como Baroja) no colman tal ansia: la universidad y la ciencia española se hallan en un estado lamentable. En cambio, su contacto con los enfermos en los hospitales y su descubrimiento de miserias y crueldades, constituyen un nuevo "motivo de depresión". También agudizan su "exaltación humanitaria", pero políticamente Andrés se debate entre un radicalismo revolucionario utópico y el sentimiento de "la inanidad de todo".
Al margen de sus estudios, Andrés descubre nuevas lacras; las que rodean a Lulú, la mujer que habrá de ocupar un puesto esencial en su vida. Y, en fin, la larga enfermedad y la muerte de su hermano, Luis, vendrá a sumarse a todo como un hecho decisivo que le conduce al escepticismo ante la ciencia y a las más negras ideas sobre la vida. Se consuma así, en lo fundamental, la "educación" del protagonista, que, en balance realizado en la parte IV, dirá:

Uno tiene la angustia, la desesperación de no saber qué hacer con la vida, de no tener un plan, de encontrarse perdido, sin brújula, sin luz donde dirigirse.

Las etapas posteriores de su vida constituyen callejones sin salida. El ambiente deforme del pueblo en donde comienza a ejercer como médico le produce un "malestar físico". Madrid, a donde vuelve, es "un pantano" habitado por "la misma angustia"; Hurtado, "espectador de la iniquidad social", deriva hacia un absoluto pesimismo político, se aísla cada vez más y adopta una postura pasiva en busca de una paz desencantada (es la abulia noventayochista).
A una paz provisional accederá tras su matrimonio con Lulú. Pero la vida no le concederá reposo. Pronto le atenazará de nuevo una angustia premonitoria de la muerte de su hijo y de su mujer, definitivo desengaño que lleva a Andrés al suicidio.
Tan sombría trayectoria es ya de por sí reveladora del hondo malestar de Baroja y de su época. De la trama se desprenderá, en efecto, una concepción existencial.

2. La estructura
La figura de Andrés Hurtado da unidad al relato. Pero su trayectoria va hilvanando multitud de elementos (tipos, anécdotas, cuadros de ambientes, disquisiciones...) con esa libertad tan característica de la novela barojiana. ¿Quiere ello decir "ausencia de composición"? En absoluto.
El árbol de la ciencia se compone de siete partes que suman 53 capítulos de extensión generalmente breve. El número de capítulos que integran cada una de las partes es variable: 11, 9, 5, 5, 10, 9 y 4, respectivamente. Esta aparente desigualdad no debe engañarnos: observemos la estructura interna del relato.
En realidad, cabría dividir la obra en dos ciclos o etapas de la vida del protagonista, separadas por un intermedio reflexivo (la parte IV). En torno a este intermedio, aquellas etapas (integradas cada una por tres partes) presentan entre sí una clara simetría, como se ve en el siguiente esquema:


Se observará ahora que las partes homólogas de uno y otro ciclo se componen de un número casi igual de capítulos: estructura, pues, equilibrada. Pero más importante aún son los paralelismos de contenido que podrán apreciarse.
Todo ello nos confirma la opinión de Galdós: hay en El árbol de la ciencia "mucha técnica" Acoso se trate, como comentaba Baroja, de una técnica "intuitiva", pero "muy perfecta y muy sabia", sin duda.
Sin embargo, no es menos cierto que esa estructura no encorseta el relato; se sigue observando que el hilo narrativo va devanándose con gran libertad y entrelazándose con multitud de anécdotas laterales, con los elementos más heterogéneos en apariencia.