Ufff. Este libro ha salido de lo más recóndito de la estantería. Lo compré en la librería de Juanito Becerra en 1984 y el pobre estaba desde entonces allí aparcado (...bueno, he tenido varias mudanzas, así que habrá pasado por diversas estanterías).
Ahora que lo he terminado me entero que Hitchcock, en 1951, dirigió una película basada en esta novela de Patricia Highsmith, publicada un año antes, en 1950.
Cuenta un macabro pacto entre dos desconocidos que comparten un viaje en el tren. Está construida como una novela policíaca, pero aborda cuestiones interesantes propias de la moral: por un lado, la culpa y la mala conciencia, y por otro, el desprecio por la vida humana en una sociedad sin límites cercana a la locura. Porque la presión o la manipulación que ejerce Bruno sobre Guy no es explicación suficiente para entender sus actos, sino más bien que cada uno de nosotros somos asesinos en potencia. Y sólo nos sentiríamos aliviados de nuestros crímenes cuando los confesemos.