domingo, 25 de octubre de 2015

Variedades diastráticas

1. Concepto
En todas las sociedades humanas existen diferentes grupos o clases sociales, y esta articulación de la sociedad en grupos es la responsable de ciertas variaciones lingüísticas, a las que llamamos variedades diastráticas o sociolectos, es decir, las relacionadas con la estratificación social de los hablantes.
La sociolingüística ha intentado desde sus inicios sistematizar las causas sociales y culturales que provocan la diversificación. Podemos señalar algunas de las fundamentales de modo esquemático:
  • Edad: Aparte de lo que conocemos como jerga juvenil, en general se puede concluir que en los grupos de edad más avanzada la capacidad de innovación y de adaptación a los cambios lingüísticos es menor que en los más jóvenes.
  • Raza: Aunque es una variable escasamente significativa hasta ahora en nuestro país, en sociedades históricamente multirraciales se han podido establecer relaciones entre ciertos fenómenos lingüísticos y diferentes grupos étnicos. Indiscutiblemente, el factor racial aparece también estrechamente ligado a las diferencias socioeconómicas.
  • Sexo: En las sociedades modernas, esta variable tiende a resultar cada vez más irrelevante desde el punto de vista lingüístico, si bien en ciertos medios sociales, la permanencia de la discriminación laboral o educativa todavía hace que perviva algún tipo de variaciones entre el habla de mujeres y hombres.
  • Entorno rural o urbano: Las comunidades más pequeñas y más alejadas de los grandes centros urbanos suelen presentar rasgos lingüísticos más conservadores, mientras que las variedades urbanas son más sensibles a cualquier tipo de innovación, incluso a "modas" léxicas o sintácticas más o menos pasajeras.
  • Nivel socioeconómico o sociocultural: Es el aspecto fundamental en la diferenciación diastrática del idioma. Se suelen considerar tres factores interrelacionados a la hora de determinar los distintos estratos sociales lingüísticamente pertinentes: tipo de ocupación, ingresos económicos y nivel de instrucción. Capacidad económica y nivel cultural no van necesariamente unidos, pero en líneas generales la pertenencia a una clase más alta facilita el acceso a un nivel educativo superior, además de inculcar en el hablante mayor aprecio por la calidad de la lengua utilizada, bastante escaso en los estratos sociales inferiores.
No obstante, la extensión generalizada de niveles aceptables de instrucción, el acceso de las clases medias a la enseñanza superior y la labor lingüísticamente niveladora de los medios de comunicación atenúan paulatinamente las diferencias, en otro tiempo mucho más acusadas.

2. Niveles en el uso lingüístico
Teniendo en cuenta los factores anteriormente señalados se pueden determinar tres niveles de uso con características lingüísticamente diferenciadas:
 a  - Nivel culto o lenguaje formal: Se caracteriza por el uso de una mayor cantidad y variedad de recursos léxicos y gramaticales, mayor precisión y riqueza, más originalidad, lo que permite aumentar la posibilidad de matización en los mensajes, orales o escritos.
Funciona sobre todo en el registro escrito, como modelo de lengua para el resto de la sociedad: admite menos cambios y es más preciso y estructurado.
El conjunto de recursos lingüísticos propios de este nivel se denomina código elaborado, por oposición al código restringido propio del nivel vulgar.
 b  - Nivel medio o estándar: Aunque algunos lingüistas distinguen sólo que hemos llamado código elaborado y código restringido, parece claro que existe un numeroso grupo de hablantes que emplean habitualmente una variedad intermedia, correcta pero no excesivamente formal ni cuidada, que correspondería a un estrato sociocultural medio, y cuya expresión más evidente sería el empleo del idioma en los medios de comunicación de masas.
 c  - Nivel o lenguaje vulgar: Corresponde a lo que hemos llamado código restringido, es decir, aquel en el que los recursos lingüísticos del hablante son menores, más limitados. El término "vulgar" se reserva en ocasiones para aquellos mensajes en los que aparecen frecuentes incorrecciones o vulgarismos, pero aquí lo utilizaremos en el sentido más amplio que comúnmente se le da, englobando toda una serie de características comunes a amplios sectores sociales, no exclusivamente errores en el uso del idioma. Muchas de estas características coinciden con lo que se denomina registro coloquial o familiar. Para describir este nivel, partiremos de cuatro aspectos básicos:
- Pobreza idiomática generalizada, tanto en lo que se refiere al léxico como a la morfología y la sintaxis.
- Apelaciones directas al receptor, requiriendo su atención y aprobación (función conativa del lenguaje).
- Presencia constante de la subjetividad y expresividad del hablante (función expresiva o emotiva).
- Economía de medios lingüísticos: se consigue transmitir la mayor cantidad de información posible con el menor número de elementos.



Algunos rasgos muy comunes que tienen que ver con uno o varios de los aspectos que acabamos de señalar son éstos:
- Caudal léxico o número de vocablos muy limitado. Especialmente escasos los adjetivos y adverbios, lo que provoca una mínima precisión expresiva. Pocos sinónimos para cada concepto.
- Sintaxis pobre y muy simple, es decir, oraciones breves, con escasa subordinación y, con frecuencia, inacabadas. El receptor no necesita la oración completa para entender el mensaje.
- Repetición de los mismos enlaces (o sea, así que, pero, entonces...), empleo de "muletillas" (y tal y tal, etcétera...) y otras muchas muestras de dificultad expresiva.
- Desorganización generalizada de la información.
- Uso de vocativos, interjecciones, imperativos (tía, macho, colega, ¡eh!, ¿vale?...).
- Alteraciones expresivas en el orden habitual de las oraciones (¡El muy canalla! ¡Me las va a pagar!).
- Preguntas retóricas que no esperan respuestas. Equivalen a oraciones exclamativas: ¿Será tonto?
- Utilización de sufijos que expresan valores afectivos y no tamaño (papaíto, mi casita...).
- Empleo de refranes, frases hechas (estoy hasta las narices) o metáforas de uso continuado (estar colgado, estar de morros...).
En los niveles sociales con menor instrucción se añaden a estos caracteres generales incorrecciones más o menos frecuentes que conocemos como vulgarismos. Entre los más extendidos podemos señalar:
  • Dequeísmo (pienso de que no vendrán).
  • Metátesis (cocreta).
  • Laísmo, leísmo, loísmo (la dije que vinierael libro me le dio ayer).
  • Concordancia errónea del verbo "haber" en construcción impersonal (hubieron muchas ocasiones de gol).
  • Confusión o cambio de diferentes fonemas (agüelo) y desaparición de otros (m'acuerdo).
  • Errores en las formas verbales (vinistes; callaros).
  • Discordancias (el gol lo metió el extremo izquierda).