miércoles, 7 de diciembre de 2011

El nacimiento de la prosa romance

La prosa en romance castellano aparece con posterioridad a la lírica y a la épica. De hecho, los primeros textos en prosa proceden de finales del siglo XII y no son más que breves narraciones de carácter histórico. Aunque estos textos tienen un escaso valor literario, son un testimonio del interés existente por narrar los hechos históricos en la lengua hablada por todos y no en latín como era la costumbre de la época.
Hacia mediados del siglo XIII aparecieron ya obras en prosa algo más extensas: se trata de colecciones de cuentos ejemplares y colecciones de sentencias. En general, no son obras originales sino traducciones de obras orientales.
Pero quien verdaderamente impulsó la prosa romance fue Alfonso X de Castilla. Este rey entendía que la difusión de la cultura en la lengua que hablaba el pueblo facilitaría su labor educadora. Para conseguir este objetivo, el Rey Sabio se sirvió de la Escuela de Traductores de Toledo. En ella reunió a destacados sabios musulmanes, cristianos y judíos para llevar a cabo la labor enciclopédica más importante de la época. Bajo la dirección real se escribieron en castellano diversas obras y se tradujeron otras. De esta forma, el castellano fue convirtiéndose en una lengua apta para tratar asuntos jurídicos, históricos, científicos, etc.
Del mismo modo que Alfonso X hizo del castellano una lengua apta para la expresión científica y la divulgación del saber, don Juan Manuel dotó en el siglo XIV a la prosa castellana del carácter literario del que carecía hasta ese momento.
El proceso de formación de la prosa romance se vio también reforzado con la aparición de otras obras de ficción entre las que cabe citar el libro de viajes de Fazienda de Ultramar y la novela de caballerías Libro del Caballero Cifar.


Don Juan Manuel
El infante don Juan Manuel es el principal impulsor de la literatura castellana en prosa. Es un escritor de procedencia aristocrática, que se muestra orgulloso de su posición social y de su valía política y literaria.
Nació en Escalona (Toledo) en 1282. Fue nieto de Fernando III el Santo y sobrino de Alfonso X el Sabio. Desde muy joven ejerció importantes cargos y participó en las luchas castellanas por el poder entre nobleza y monarquía, aliándose tanto con los cristianos como con los musulmanes según sus intereses en cada momento. Después de repartir su vida entre las intrigas políticas y su labor literaria murió en el año 1349.


La obra de don Juan Manuel
Entre las obras conservadas de este autor hay obras de carácter teórico sobre diversas cuestiones, como, por ejemplo, el Libro de la caza o el Libro de las armas, y obras narrativas como el Libro del caballero y del escudero y el Libro de los Estados. Pero sin duda su obra capital es el Libro de Patronio o Conde Lucanor.
El Conde Lucanor es básicamente una colección de 51 cuentos que responden a la misma idea: un joven conde, Lucanor, le plantea a su ayo, Patronio, sus dudas acerca de cuestiones diversas; el ayo responde a estas cuestiones mediante ejemplos que contienen una moraleja.
Los cuentos son muy variados y están tomados de muy diversas fuentes: desde fábulas clásicas hasta relatos de los Evangelios, pasando por cuentos orientales y por diversas crónicas. Ahora bien, don Juan Manuel no se limita a refundirlos, sino que los recrea con un estilo personal que demuestra una gran maestría narrativa.
Los cuentos que aparecen en el libro tienen una estructura fija que se repite en cada uno de ellos:

  • Diálogo: En el diálogo inicial, Lucanor expone a su ayo Patronio un problema y le pide consejo.
  • Cuento: Patronio narra un cuento o relato relacionado con el tema planteado por Lucanor.
  • Aplicación: Patronio hace una aplicación del cuento al caso concreto planteado por Lucanor.
  • Moraleja: Don Juan Manuel interviene e incluye una moraleja en forma de pareado.

En busca de un estilo propio
Don Juan Manuel fue el primer escritor que intentó conscientemente forjarse un estilo propio y personal. En el prólogo al Conde Lucanor él mismo manifiesta:


Escribí este libro con las palabras más hermosas que pude.


Y también explica la forma elegida para escribir su obra a la vez que se muestra preocupado por la fiel transmisión de la misma.


Como don Juan sabe que en los manuscritos hay muchos errores de copia, porque los copistas, al tomar una letra por otra, se confunden y mudan el sentido de muchos pasajes, y los lectores echan luego la culpa al autor de la obra, ruega a los que leyeren cualquier libro suyo que cuando encuentren alguna palabra mal puesta no le culpen a él hasta que vean el manuscrito que él mandó escribir y que está corregido en muchos lugares de su puño y letra. [...] Cuando lo hubieren visto, ruega que no imputen las faltas que encuentren a negligencia, sino a la cortedad de su entendimiento, pues se atrevió a tratar de materias tan altas. Pero Dios sabe que lo hizo para enseñar a los que no son sabios ni letrados. Por eso escribió todas estas obras en castellano, cierta señal de que las dirigió a los que saben poco, como él.
(Versión modernizada de Enrique Moreno Báez)


Castillo de Peñafiel,
residencia de don Juan Manuel
Don Juan Manuel no utiliza términos abstractos, sino que se expresa de forma clara y concisa. Como su intención es fundamentalmente didáctica, elige el sistema del cuento y procura expresarse dentro de él de una forma sencilla. Así, por ejemplo, en las explicaciones del ayo Patronio el autor utiliza únicamente las palabras necesarias, con el fin de mantener la claridad de las ideas.