lunes, 10 de mayo de 2010

La soledad de los números primos

Estaréis de acuerdo conmigo en que muchas veces tenemos una idea acerca de una película o un libro en función de las opiniones de otros, y luego nos decepciona porque no se corresponde con la imagen que nos habíamos creado. Esto no me parece que sea malo ni bueno, simplemente es normal e inevitable, ya que lo que para unos puede ser una joya, para otros es un simple amuleto. Pero me da un poco de pena que los libros se conviertan en un éxito desproporcionado debido, quizás, a cuestiones comerciales.
No diré que no me ha gustado, pero sí que pensaba que tendría más vida, que sus personajes serían descritos con más fondo. Y no sólo lo digo por Alice y Mattia, sino también por sus respectivos padres, que hubieran necesitado una mejor caracterización.

sábado, 1 de mayo de 2010

Fondo y forma

Suele distinguirse en las obras literarias dos componentes: el fondo (lo que se comunica, su contenido) y la forma (cómo está dicho aquello). Sin embargo, estos dos aspectos no constituyen cosas distintas ni separables: están fundidos, como la cara y la cruz de una moneda.
Muchas veces, el contenido de la literatura no tiene apenas importancia: a cualquiera puede ocurrírsele. Y sin embargo, gracias al modo de expresar aquello mediante el lenguaje, el escritor lo transforma en un mensaje hermoso y conmovedor: así, lo convierte en una obra de arte.
Aclaremos todo esto con un ejemplo.
Miguel Hernández escribió un impresionante poema cuando acababa de morir su amigo Ramón Sijé. A él le dirige estos versos.


Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

Sustancialmente le dice al amigo que ha muerto: ése es el fondo, lo que comunica.
Si nos fijamos en la forma del poema, en cómo está dicho, descubriremos que el escritor ha recurrido a unas imágenes: la muerte ha caído sobre el amigo (lo ha derribado), y el escritor suma cuatro imágenes potentes de otros tantos sucesos brutales (un manotazo, un golpe, un hachazo, un empujón) y subraya con adjetivos lo implacable de la muerte (un manotazo duro), lo frío (un golpe helado), lo inesperado y asesino (un hachazo invisible y homicida) y la ferocidad de la misma (empujón brutal).
Como vemos en este caso, fondo y forma guardan bastante relación y se corresponde una a la otra: como la comunicación con el muerto es imposible en la vida ordinaria (sólo es posible en el mundo imaginario de la poesía), el escritor recurre a esas imágenes.