sábado, 19 de diciembre de 2015

Definición de la literatura

1. Polisemia del término "literatura"
El término literatura, tal y como lo entendemos hoy, surge a partir de la segunda mitad del siglo XVIII. Antes se utilizaban otros como poesía, elocuencia, verso, prosa, etc., mientras que literatura tenía como significado principal el de "saber o ciencia en general".
En el Diccionario de la Real Academia Española, aparece con diferentes significados:
-    Teoría de las composiciones literarias.
-    Conjunto de las producciones literarias de una nación, de una época o de un género.
-  Conjunto de obras que versan sobre un arte o una ciencia: literatura médica, literatura jurídica...
-    Suma de conocimientos adquiridos con el estudio de las producciones literarias.
Podría añadirse, para literatura, las acepciones de retórica, historia de la literatura o conocimiento sistemático y científico del hecho literario.
Hoy nos referimos a literatura como el conjunto de textos que son productos del arte de la palabra.

2.    Definición estructural y definición funcional de la literatura
Partimos de una primera división de las caracterizaciones de la literatura: estructural y funcional. La estructura literaria cuenta con dos notas identificatorias: la imitación de cosas ficticias y la utilización de un lenguaje sistemático que atrae la atención sobre sí mismo y se convierte en autotélico, como si el lenguaje literario no tuviera una finalidad mayor que desplegarse, mostrarse en su originalidad lingüístico-formal. La primera nota, la imitación, es la dominante en las teorías clasicistas; la segunda, el lenguaje autosuficiente, surge a partir del romanticismo alemán.
La caracterización funcional es la que tiene en cuenta la integración de la literatura en un sistema social más amplio. Sería literatura lo que funciona como tal.

3.    Definiciones estructurales
Una definición de literatura válida es aquella que sintetiza las dos principales características que se asignan a la estructura literaria: lenguaje autotélico, opaco, y creación de un mundo ficticio. Serán obras literarias aquellas en que el mensaje crea imaginariamente su propia realidad, en que la palabra da vida a un universo de ficción. Aristóteles, en su Poética, habla del arte del poeta como imitación a través del lenguaje, en prosa o en verso.

 Definición aristotélica de poesí

Puesto que el poeta es imitador, lo mismo que un pintor o cualquier otro imaginero, necesariamente imitará siempre de una de las tres maneras posibles; pues o bien representará las cosas como eran o son, o bien como se dice o se cree que son, o bien como deben ser. Y estas cosas se expresan con una elocución que incluye la palabra extraña, la metáfora y muchas alteraciones del lenguaje; éstas, en efecto, se las permitimos a los poetas.
Aristóteles, Poética

El arte que utiliza el lenguaje, en prosa o en verso, como medio de imitación, no tenía nombre especial hasta entonces. Aristóteles percibe la necesidad de dotar de autonomía a este arte, pero él tampoco le da un nombre distinto del de poesía, aunque incluya la prosa. Por eso Aristóteles insiste en que la esencia de la literatura no es el verso, sino la imitación.
La imitación tiene su origen en dos causas constantes: primera, el que el imitar es connatural al hombre, pues gracias a la imitación se adquieren los primeros conocimientos; y segundo, que todo el mundo goza con la imitación, ésta es una actividad placentera, pues el aprender agrada, al reconocer algo que se conoce de antes. A partir de improvisaciones de los mejor dotados surgió la poesía. La poesía se divide en géneros de acuerdo con el carácter de los poetas: los más graves imitan las acciones más nobles, y los más vulgares imitan las acciones de hombres inferiores.
Aristóteles plantea a su vez dos aspectos estrechamente implicados en la imitación: verosimilitud y fábula.


 Verosimilitud 

¿De qué naturaleza es la imitación artística, la imitación poética? ¿Es un reflejo fiel de la realidad? Oigamos a Aristóteles:

Y también resulta claro por lo expuesto que no corresponde al poeta decir lo que ha sucedido, sino lo que podría suceder, esto es, lo posible según la verosimilitud o la necesidad. En efecto, el historiador y el poeta no se diferencian por decir las cosas en verso o en prosa (pues sería posible versificar las obras de Herodoto, y no serían menos historia en verso que en prosa); la diferencia está en que uno dice lo que ha sucedido, y el otro lo que podría suceder. Por eso también la poesía es más filosófica y elevada que la historia; pues la poesía dice más lo general, y la historia, lo particular.
Aristóteles, Poética

En este párrafo, capital, la imitación no es concebida como algo fotográfico, sino verosímil. Se trata de un realismo que generalizada, pero siempre controlado racionalmente por la verosimilitud o necesidad racional. Esto no supone un rechazo de los hechos reales, siempre que sean verosímiles.

Y si en algún caso trata cosas sucedidas, no es menos poeta; pues nada impide que algunos sucesos sean tales que se ajusten a lo verosímil y a lo posible, que es el sentido en que los trata el poeta.
Aristóteles, Poética

Pero, si hay conflicto entre la razón (la verosimilitud) y la realidad, Aristóteles se pone de parte de la opinión común, es decir, de la razón. De hecho, la verosimilitud deja un margen para las cosas inverosímiles, pues es posible que ocurra algo que pensamos imposible. Nada escapa al racionalismo aristotélico.

Lo imposible debe explicarse o en orden a la poesía, o a lo que es mejor, o a la opinión común. En orden a la poesía es preferible lo imposible convincente a lo posible increíble...
Aristóteles, Poética

Una lógica especial es reconocida para la poesía, y esta lógica se basa en lo convincente, verosímil, no contradictorio y necesario. Siempre que se den estas condiciones, no importa que en la poesía haya algo imposible. Para Aristóteles, es posible decir que el poeta ha pintado las cosas tal como deberían ser. E incluso las locuciones inapropiadas pueden encontrar una explicación en el contexto.
En definitiva, el conflicto arte-realidad se resuelve por la norma especial del arte, que permite pintar las cosas tal como deberían ser; por la opinión común, la verosimilitud; por el contexto. Sólo si no hay una razón, una necesidad para recurrir a algo irracional, es cuando se rechaza lo imposible. La razón lo justifica todo. Se trata de encontrar una explicación, una interpretación racional a todo; de que nada escape a la razón.

 Fábula 
El tipo de imitación de la acción humana especial del arte poético se configura en lo que Aristóteles llama fábula.

Pero la imitación de la acción es la fábula, pues llamo aquí fábula a la composición de los hechos.
Aristóteles, Poética

Esta disposición de los hechos, que se sometía a la necesidad racional, es la que da toda la fuerza a la tragedia, hasta el punto de que se puede prescindir del espectáculo y de la música.

La fábula, en efecto, debe estar constituida de tal modo que, aun sin verlos, el que oiga el desarrollo de los hechos se horrorice y se compadezca por lo que acontece.
Aristoteles, Poética

El efecto depende de cómo se haya dispuesto la acción de la fábula, el argumento. Lo literario está en el argumento, que crea sus leyes de verosimilitud.
Si todo arte es imitación, el arte poético (literario) se distingue por el medio que emplea (el lenguaje), creando sus propias leyes de verosimilitud, basadas en un realismo racional, no fotográfico. De ahí la importancia de la fábula (el argumento), es decir, la disposición y entramado de los hechos imitados.

domingo, 13 de diciembre de 2015

Vida y personalidad de Pío Baroja

Pío Baroja nació en San Sebastián en 1872. En Madrid estudió Medicina y se doctoró con una tesis sobre El dolor (preocupación significativa), pero ejerció poco tiempo como médico, en Cestona. Vuelve a Madrid para regentar la panadería de una tía suya, pero sus contactos con escritores (Azorín, Maeztu, etc.) le llevan a entregarse de lleno a su vocación literaria. Tras una serie de colaboraciones en diarios y revistas, publica su primeros libros en 1900.
Sigue una etapa de intensa labor, aparte de varios viajes por España, Francia, Inglaterra o Italia. Hasta 1911, fecha de El árbol de la ciencia, publica, además de cuentos, artículos y ensayos, diecisiete novelas que constituyen lo más importante de su producción.
Su fama se ha consolidado. Su vida, consagrada a escribir sin descanso, será cada vez más sedentaria. En 1935 ingresa en la Real Academia. La guerra civil le sorprenderá en el País Vasco, desde donde pasa a Francia, atemorizado por un incidente con los carlistas. En 1940, se instala de nuevo en Madrid y recupera su vida sosegada, su quehacer cotidiano. Pero su capacidad creadora va agotándose. Murió en 1956.
Fue Baroja un hombre de talante solitario y amargado. Él mismo, en Juventud, egolatría, se incluye entre quienes están, en cierto modo, "enfermos" por tener más sensibilidad de la necesaria. Y más adelante insiste en ello desde otro ángulo: sabido es que su timidez y su espíritu de independencia, más aún que su misoginia, le hicieron rechazar el matrimonio, a la vez que fustigaba el recurso a la prostitución; optó por una autorepresión a la que atribuye él mismo un "desequilibrio" y un talante de "hombre rabioso".
Ello explica, en buena parte, su pesimismo sobre el hombre y el mundo. Y sin embargo, Baroja es también capaz de sentir una inmensa ternura por los seres desvalidos o marginados. Así se observa continuamente en su obra. En cierta ocasión, confesó que no haría feliz al mundo, si para ello tuviera que hacer llorar a un niño. Y pocos como él han fustigado la crueldad humana.
Esto y su absoluta sinceridad completan los rasgos fundamentales de su temperamento. Baroja no quiere engañar ni engañarse. Tal fue el código moral que aplicó hasta la exasperación; de ahí la fama de hosco y de individualista intratable que tuvo entre quienes no supieron ver el fondo desolado de su alma.
Finalmente, aunque su esperanza en una sociedad mejor fuese cada día más pequeña, sintió siempre -él, tan pacífico- una gran añoranza de acción. A la vida aburguesada y gris, opuso la improvisación y la energía:

No veo por qué el ideal de vida haya de llegar a una existencia mecanizada y organizada como una oficina de comercio.

En muchos de sus personajes proyectaría Baroja un ideal de "hombre de acción" que a él le hubiera gustado ser y que tanto contrasta con lo que fue su vida.

 Ideología y pesimismo existencial 
Su concepción de la vida es inseparable de su temperamento. De sus páginas se desprenden incesantemente unas ideas sobre el hombre y el mundo que se inscriben a la perfección en la línea del pesimismo existencial.
Desecha la religión, que considera una "mentira vital". Pero este escepticismo religioso preside igualmente sus restantes ideas.

No existe verdad política y social. La misma verdad científica, matemática, está en entredicho, y si la Geometría puede tambalearse sobre las bases sólidas de Euclides, ¿qué no les podrá pasar a los dogmas éticos de la sociedad?

Son palabras muy reveladoras del desvalimiento espiritual en que la crisis de principios de siglo había sumido a muchos espíritus.
Para Baroja, el mundo carece de sentido. La vida le resulta absurda y no alberga ninguna confianza en el hombre:

La vida es esto: crueldad, ingratitud, inconsciencia, desdén de la fuerza para con la debilidad.

Por instinto y por experiencia, creo que el hombre es un animal dañino, envidioso, cruel, pérfido, lleno de malas pasiones, sobre todo de egoísmos y vanidades.

Ideas como éstas explican el hastío vital de muchos de sus personajes. Paradox siente "el cansancio eterno de la eterna imbecilidad de vivir". Y semejante desazón existencial se apoderará del protagonista de El árbol de la ciencia.
La raíz de esta concepción puede encontrarse en Schopenhauer, el filósofo más leído y admirado por Baroja. Schopenhauer definía la vida como "una cosa oscura y ciega, potente y vigorosa, sin justicia, sin fin".
Su ideología política está marcada por el mismo escepticismo. De sus ideas socialistas de juventud deriva hacia un escepticismo político, sin fe en el hombre. Se declara a veces anarquista, pero un anarquismo espiritual e individual. Todavía en 1917, en Juventud, egolatría, afirmaba:

Yo he sido siempre un liberal radical, individualista y anarquista.

Pero, en realidad, del anarquismo sólo le atrajo la rebeldía, el impulso demoledor de la sociedad establecida. Más adelante, en sus Memorias, aclararía:

Un anarquista teórico es un iluso, un ferviente del optimismo, y yo no tengo nada de iluso ni de optimista.

Por otra parte, abominó del comunismo y del socialismo; pero también de la democracia, que le parecía "el absolutismo del número". Su escepticismo explica que llegara a proclamarse partidario de "una dictadura inteligente". En su madurez se inclina por Nietzsche para escapar de su nihilismo.
En medio de ideas tan contradictorias, acaso la definición que más le convenga sea aquella de "liberal radical". En última instancia, volvemos a su individualismo y a su nula confianza en un mundo mejor. De su particular anarquismo sólo queda la postura iconoclasta. De ahí que sus personajes preferidos sean los inconformistas del más diverso signo: así, el ya citado "hombre de acción", que se alza contra la sociedad, aunque rara vez con éxito, pero también el "abúlico", cuyo impulso vital ha quedado paralizado por la falta de fe en el mundo. Tal es la doble cara del héroe barojiano.

viernes, 11 de diciembre de 2015

El extranjero

Cuando estudiaba "Literatura" e "Historia del Mundo Contemporáneo", allá por el año 1984, en el viejo COU, se nombraba esta obra de Albert Camus como representativa del existencialismo literario del periodo entreguerras. Y fue entonces cuando compraba y leía esta novela.
Ahora ha salido de la estantería, ya que al hijo de un amigo se la han pedido como lectura en el nuevo 2º Bachillerato. Después de devolmérmelo, he decido disfrutarlo de nuevo, o incluso mejor leerlo como si fuera una novedad, ya que en verdad apenas lo recordaba.
Para todos es conocida la historia: el señor Meursault comete un desafortunado asesinato, pero en lugar de defenderse o mostrar su arrepentimiento, se muestra durante el juicio con la misma pasividad y falta de sentimientos que tuvo durante el funeral de su madre. Así, nos viene a decir que esta sociedad condenará a muerte, sin pretender siquiera buscar un alegato de defensa, a aquel que no llore en el funeral de su madre.
Por otro lado, hoy me gustaría señalar aquí otra cuestión: la renuncia al perdón de Dios, la falta de valores y principios morales colectivos, convierten al hombre en un extranjero dentro de su propia comunidad, y como tal lo tratará, sin buscar la comprensión de sus actos, con intolerancia, con la exclusión social propia de sociedades racistas.

lunes, 7 de diciembre de 2015

Variedades diafásicas

1. Concepto
Las diferentes situaciones en que se puede producir un proceso de comunicación condicionan al hablante para utilizar la lengua de diferente forma. Un estudiante no habla del mismo modo, no utiliza el mismo léxico, ni siquiera la misma entonación o sintaxis, cuando tiene que exponer un tema en clase, cuando está charlando con sus padres durante la comida o cuando habla de fútbol con sus amigos. A esas modalidades expresivas adaptadas por el hablante a situaciones determinadas las llamamos variedades diafásicas o situacionales, o, más sencillamente, registros.
El dominio o nivel de conocimiento de una lengua consiste fundamentalmente en la capacidad del hablante para cambiar de registro, adoptando en cada situación el más adecuado de acuerdo al tipo de comunicación que se efectúe. Así, la diferencia fundamental entre los hablantes del nivel culto y los del nivel vulgar no es tanto que los dos grupos se expresen siempre de forma diferente, sino que mientras los hablantes menos instruidos sólo son capaces de utilizar el código restringido del idioma, los de mayor nivel sociocultural manejan el restringido y también el culto, lo que les permite cambiar de registro cuando la situación lo requiere.
Las circunstancias que exigen variedades lingüísticas más o menos diferenciadas pueden ser múltiples; generalmente, sin embargo, hablamos sólo de un cierto número de registros establecidos por la costumbre: registro político, profesional, deportivo, familiar, coloquial... Este último comparte los rasgos lingüísticos para el nivel de uso popular o vulgar, hasta el punto de que esa variedad diastrática se denomina también en ocasiones nivel coloquial o familiar. Añade además la característica esencial de la presencia física de uno o más oyentes, con cuya atención, reacciones y gestos puede contar el hablante.
Un caso particular de registros opuestos, aunque complementarios, es el de la lengua oral y la lengua escrita.

2. Las lenguas especiales
Podemos encuadrar dentro de los registros los distintos subsistemas de la lengua común que se distinguen principalmente por un léxico propio y que se utilizan en un ámbito sociocultural o profesional determinado. El filólogo Emilio Alarcos los denomina lenguas especiales y distingue tres tipos:
- Jergas o argots: Generalmente, son variedades con finalidad críptica, es decir, el uso de un léxico especial se debe a un intento de impedir la comprensión a los no pertenecientes al grupo. El uso de la jerga refuerza la sensación de unidad de los miembros del grupo. Son ejemplos típicos las jergas estudiantiles o juveniles, la de la delincuencia, la del mundo de la droga, etc.
- Lenguajes sectoriales: Otros lingüistas los consideran también jergas. Pertenecen a distintas actividades o profesiones y no tienen finalidad críptica, aunque su comprensión es difícil para los no iniciados. Podemos hablar de las jergas o lenguajes de los distintos deportes, del lenguaje taurino, del político, del jurídico-administrativo...
- Lenguajes científico-técnicos: Son los empleados en la descripción científica propia de las distintas ramas del saber. En ocasiones, presentan intención didáctica, es decir, de hacerse entender por los no especialistas. Variedades diversas son el lenguaje de la Medicina o de la Física, el de las disciplinas humanísticas como la Filosofía o la Historia, etc.

martes, 1 de diciembre de 2015

El peso de las sombras

Ángeles Caso es una de mis escritoras favoritas. Y empecé con El peso de las sombras a sentir esta devoción, hace ya mucho tiempo, imagino que alrededor de 1994 cuando quedó finalista en el Premio Planeta por esta novela.
Me apetecía su relectura y reunía esos detalles que busco ahora: novela breve, libro de poco peso, letras grandes... para leer en la cama, sin gafas, unos minutos antes de cerrar los ojos.
Nos habla del amor y de la soledad, dos sentimientos universales que pueden coexistir a un mismo tiempo: el lecho vacío y aún caliente del amante que se ha ido, el peso de la ausencia de los seres queridos o la búsqueda de compañía a cambio de dinero.
Pero Caso da un giro con un nuevo aspecto: la presencia de una sombra que se instala en nosotros y que nos hace ser otro, con otra mirada en los ojos. Una sombra que nos llevará a cometer actos aborrecibles sobre los que tendremos que pegar un alto precio. 

jueves, 19 de noviembre de 2015

No puedo olvidar tu rostro

Justamente al terminar de leer La princesa de hielo, de Camilla Läckberg, tuvimos una reunión de amigos y les recomendé su lectura. Y una de mis amigas me dijo que si me gustaban las historias de misterio, que leyera No puedo olvidar tu rostro, de Mary Higgins Clark. Este género narrativo no es precisamente de mi devoción, pero como resultaba que este libro lo tenía en casa, me lo apunté. Fue un regalo que me hizo mi cuñada hace ya varios años.
Así, he estado entretenido estas últimas semanas con sus páginas. Comienza planteando una situación enigmática interesante, pero poco a poco se va llenando de diferentes historias cruzadas y de muchos personajes secundarios que despistan bastante. Cuando todo este engranaje va tomando forma, el misterio inicial se queda en un segundo plano y todo se centra en cuestiones de luchas de poder por parte de las instituciones de justicia. Jueces, fiscales y abogados procuran mantener sus estructuras y sus posiciones políticas, aún a costa de que precisamente no sea la justicia lo que prevalezca.  

domingo, 8 de noviembre de 2015

El lenguaje proverbial

1. Concepto e introducción
Uno de los rasgos específicos del código restringido es el uso frecuente de refranes. Podemos definir refrán como frase completa e independiente que expresa de manera sentenciosa un pensamiento de carácter didáctico o moral, generalmente aceptado como indiscutible por la comunidad de hablantes que lo usa. Su uso, facilitado por la fórmula fija e invariable que permite memorizarlos sin esfuerzo, impide la expresión personal, original, individualizada (ahorra esfuerzo idiomático y, por tanto, mental). Al igual que las comparaciones tópicas (listo como un lince), las metáforas excesivamente repetidas (no tiene muchas luces) y otras fórmulas rimadas (ni chicha ni limoná), tienden a uniformar el lenguaje, impiden la creación personal de oraciones o pensamientos originales. Son, por tanto, recursos que empobrecen la expresión, propios del código restringido y poco habituales en el elaborado. Su medio de transmisión es, generalmente, la lengua oral.
En la literatura, los refranes aparecen como elementos caracterizadores del habla de los personajes populares. Dos casos específicamente significativos en este sentido son la Celestina y Sancho Panza. En ambos casos, los respectivos autores contrastan el lenguaje vulgar de siervos y criados con el código elaborado utilizado por los señores, especialmente Calisto y Don Quijote, que a su condición social unen su afición literaria.


En la actualidad, el uso de refranes sufre un retroceso apreciable, sobre todo entre los más jóvenes, aunque no provocado por un enriquecimiento del nivel expresivo, sino por su sustitución por otro tipo de fórmulas con menos sabor arcaico o rural.


2. Características del lenguaje proverbial
Existe en español una gran cantidad de refranes, que presentan algunas características comunes:
- Sentido figurado, es decir, aparte de su significado literal, denotativo, el oyente extrae una significación aplicable a circunstancias habituales de la vida. Por ejemplo, "Más vale pájaro en mano que ciento volando", no tiene para nosotros sentido por su referencia a las aves, sino por la enseñanza que se deduce de ello: es mejor lo seguro, aunque escaso, que lo posible, por abundante o tentador que resulte.
- Estructura mimembre, con dos partes bien diferenciadas por la entonación , con ritmo muy marcado que facilita la memorización. Abundan los elementos correlativos y los paralelismos.
- Rima consonante o asonante, ritmo producido por repeticiones de todo tipo (fónicas, léxicas).
- Brevedad; en muchas ocasiones ni siquiera se enuncia entero, por su carácter consabido.
- Elipsis de algunos elementos, como el verbo, el artículo, etc. Ejemplo: "Perro ladrador, poco mordedor".
- Entonación autónoma dentro del discurso, son como un aparte explicativo dentro de la conversación.
- Arcaísmos; por su pertenencia al folclore, a la "sabiduría popular" de una comunidad, perviven a través de los siglos, por lo que a veces presentan palabras que ya no son de uso común. Ejemplo: "En los nidos de antaño, no hay pájaros hogaño".

domingo, 25 de octubre de 2015

Variedades diastráticas

1. Concepto
En todas las sociedades humanas existen diferentes grupos o clases sociales, y esta articulación de la sociedad en grupos es la responsable de ciertas variaciones lingüísticas, a las que llamamos variedades diastráticas o sociolectos, es decir, las relacionadas con la estratificación social de los hablantes.
La sociolingüística ha intentado desde sus inicios sistematizar las causas sociales y culturales que provocan la diversificación. Podemos señalar algunas de las fundamentales de modo esquemático:
  • Edad: Aparte de lo que conocemos como jerga juvenil, en general se puede concluir que en los grupos de edad más avanzada la capacidad de innovación y de adaptación a los cambios lingüísticos es menor que en los más jóvenes.
  • Raza: Aunque es una variable escasamente significativa hasta ahora en nuestro país, en sociedades históricamente multirraciales se han podido establecer relaciones entre ciertos fenómenos lingüísticos y diferentes grupos étnicos. Indiscutiblemente, el factor racial aparece también estrechamente ligado a las diferencias socioeconómicas.
  • Sexo: En las sociedades modernas, esta variable tiende a resultar cada vez más irrelevante desde el punto de vista lingüístico, si bien en ciertos medios sociales, la permanencia de la discriminación laboral o educativa todavía hace que perviva algún tipo de variaciones entre el habla de mujeres y hombres.
  • Entorno rural o urbano: Las comunidades más pequeñas y más alejadas de los grandes centros urbanos suelen presentar rasgos lingüísticos más conservadores, mientras que las variedades urbanas son más sensibles a cualquier tipo de innovación, incluso a "modas" léxicas o sintácticas más o menos pasajeras.
  • Nivel socioeconómico o sociocultural: Es el aspecto fundamental en la diferenciación diastrática del idioma. Se suelen considerar tres factores interrelacionados a la hora de determinar los distintos estratos sociales lingüísticamente pertinentes: tipo de ocupación, ingresos económicos y nivel de instrucción. Capacidad económica y nivel cultural no van necesariamente unidos, pero en líneas generales la pertenencia a una clase más alta facilita el acceso a un nivel educativo superior, además de inculcar en el hablante mayor aprecio por la calidad de la lengua utilizada, bastante escaso en los estratos sociales inferiores.
No obstante, la extensión generalizada de niveles aceptables de instrucción, el acceso de las clases medias a la enseñanza superior y la labor lingüísticamente niveladora de los medios de comunicación atenúan paulatinamente las diferencias, en otro tiempo mucho más acusadas.

2. Niveles en el uso lingüístico
Teniendo en cuenta los factores anteriormente señalados se pueden determinar tres niveles de uso con características lingüísticamente diferenciadas:
 a  - Nivel culto o lenguaje formal: Se caracteriza por el uso de una mayor cantidad y variedad de recursos léxicos y gramaticales, mayor precisión y riqueza, más originalidad, lo que permite aumentar la posibilidad de matización en los mensajes, orales o escritos.
Funciona sobre todo en el registro escrito, como modelo de lengua para el resto de la sociedad: admite menos cambios y es más preciso y estructurado.
El conjunto de recursos lingüísticos propios de este nivel se denomina código elaborado, por oposición al código restringido propio del nivel vulgar.
 b  - Nivel medio o estándar: Aunque algunos lingüistas distinguen sólo que hemos llamado código elaborado y código restringido, parece claro que existe un numeroso grupo de hablantes que emplean habitualmente una variedad intermedia, correcta pero no excesivamente formal ni cuidada, que correspondería a un estrato sociocultural medio, y cuya expresión más evidente sería el empleo del idioma en los medios de comunicación de masas.
 c  - Nivel o lenguaje vulgar: Corresponde a lo que hemos llamado código restringido, es decir, aquel en el que los recursos lingüísticos del hablante son menores, más limitados. El término "vulgar" se reserva en ocasiones para aquellos mensajes en los que aparecen frecuentes incorrecciones o vulgarismos, pero aquí lo utilizaremos en el sentido más amplio que comúnmente se le da, englobando toda una serie de características comunes a amplios sectores sociales, no exclusivamente errores en el uso del idioma. Muchas de estas características coinciden con lo que se denomina registro coloquial o familiar. Para describir este nivel, partiremos de cuatro aspectos básicos:
- Pobreza idiomática generalizada, tanto en lo que se refiere al léxico como a la morfología y la sintaxis.
- Apelaciones directas al receptor, requiriendo su atención y aprobación (función conativa del lenguaje).
- Presencia constante de la subjetividad y expresividad del hablante (función expresiva o emotiva).
- Economía de medios lingüísticos: se consigue transmitir la mayor cantidad de información posible con el menor número de elementos.



Algunos rasgos muy comunes que tienen que ver con uno o varios de los aspectos que acabamos de señalar son éstos:
- Caudal léxico o número de vocablos muy limitado. Especialmente escasos los adjetivos y adverbios, lo que provoca una mínima precisión expresiva. Pocos sinónimos para cada concepto.
- Sintaxis pobre y muy simple, es decir, oraciones breves, con escasa subordinación y, con frecuencia, inacabadas. El receptor no necesita la oración completa para entender el mensaje.
- Repetición de los mismos enlaces (o sea, así que, pero, entonces...), empleo de "muletillas" (y tal y tal, etcétera...) y otras muchas muestras de dificultad expresiva.
- Desorganización generalizada de la información.
- Uso de vocativos, interjecciones, imperativos (tía, macho, colega, ¡eh!, ¿vale?...).
- Alteraciones expresivas en el orden habitual de las oraciones (¡El muy canalla! ¡Me las va a pagar!).
- Preguntas retóricas que no esperan respuestas. Equivalen a oraciones exclamativas: ¿Será tonto?
- Utilización de sufijos que expresan valores afectivos y no tamaño (papaíto, mi casita...).
- Empleo de refranes, frases hechas (estoy hasta las narices) o metáforas de uso continuado (estar colgado, estar de morros...).
En los niveles sociales con menor instrucción se añaden a estos caracteres generales incorrecciones más o menos frecuentes que conocemos como vulgarismos. Entre los más extendidos podemos señalar:
  • Dequeísmo (pienso de que no vendrán).
  • Metátesis (cocreta).
  • Laísmo, leísmo, loísmo (la dije que vinierael libro me le dio ayer).
  • Concordancia errónea del verbo "haber" en construcción impersonal (hubieron muchas ocasiones de gol).
  • Confusión o cambio de diferentes fonemas (agüelo) y desaparición de otros (m'acuerdo).
  • Errores en las formas verbales (vinistes; callaros).
  • Discordancias (el gol lo metió el extremo izquierda).

sábado, 24 de octubre de 2015

La casa de Riverton

Tras leer El jardín olvidado (ver entrada), hace ya más de tres años, compramos La casa de Riverton y el libro se quedó en un rincón de la estantería. Mi mujer fue la primera que lo leyó, sin despertarle demasiado interés, pero me insistía que a mí me gustaría, por las descripciones de la vida de la época.
En estas semanas en que me he centrado en diferentes novelas de bolsillo que no fueran demasiado largas, tropezaron mis ojos con esta novela, un tanto escondida en mi librería, y me pareció el momento adecuado para resucitarla.
Hoy la he finalizado. Me ha acompañado casi un mes y medio, en diferentes viajes en tren a Toledo y a Madrid por cuestiones de trabajo, haciendo más llevaderos los trayectos en el AVE y las noches de hoteles.
Ahora he buscado en internet opiniones de los lectores, todas bastante dispares. Efectivamente la valoran como una novela que repite clichés y que apenas aporta nada nuevo; pero también destacan su final como sorprendente, un final que salva una novela lenta y algo aburrida.
Para mí, un poco como me pasó con El jardín olvidado, destaco lo bien que escribe Kate Morton, ese lenguaje elaborado, elegante y al mismo tiempo sencillo, eficaz para mantener el suspense implícito en la novela. Como decía mi mujer, me ha gustado durante toda la lectura por sus descripciones de la época, más que por la historia misma, y desde luego, tampoco me permito decir que el final salva la historia, sino más bien lo contrario. El final me parece un tanto "cogido con alfileres", y es la novela la que salva un desenlace casual.

sábado, 10 de octubre de 2015

Los dialectos meridionales del español peninsular

El antiguo castellano se extendió hacia el sur peninsular durante la época de la Reconquista. Ya en el siglo XV, y sobre todo a partir del XVI, el español llega a Canarias, desde donde se extenderá por la América española. A todas estas modalidades, o dialectos, de la misma lengua es a lo que los especialistas llaman español meridional, o dialectos meridionales del español, sobre todo porque poseen numerosos rasgos comunes.

1. Características comunes de los dialectos meridionales
Las fundamentales son las que exponemos a continuación:
- Seseo, es decir, pronunciación de z y de c ante e, i como s (resibir por recibir).
- Aspiración de -s final ante consonante o ante pausa (míhmo por mismo; pérroh por perros).
- Yeísmo, o pronunciación de ll como y (beyo por bello).
- Cambios de r y l en posición implosiva (cuelpo por cuerpo; arma por alma).
- Pérdida de -d- intervocálica o ante -r (sentío por sentido).
Aunque, como hemos dicho, todos los dialectos meridionales presentan en mayor o menor medida estas características, cada uno de ellos posee, además, otros rasgos.

2. El andaluz
El andaluz es el producto de la evolución del castellano en las tierras meridionales de la península desde el siglo XIII, época de las primeras colonizaciones cristianas, hasta principios del siglo XVI. Como características fundamentales, además de las propias de los dialectos meridionales (seseo, aspiración de -s final...), cabe citar las siguientes:
- Distinción del plural en sustantivos y adjetivos mediante la abertura de la vocal. El andaluz cierra la vocal final y, en general, todas las vocales de la palabra si ésta es singular (perro), mientras que abre la vocal final y, en general, todas las vocales de la palabra si es plural (pérroh).
- Mayor riqueza de timbre vocálico que el castellano, como consecuencia de lo anterior. En andaluz existen, además de i, u, tres vocales cerradas (a, e, o) y tres vocales abiertas (a, e, o).
- Aspiración de h- inicial (jarto por harto).
- Ceceo en algunas zonas de Andalucía, esto es, pronunciación de s como c ante e, i (cilla por silla).
El léxico andaluz muestra abundancia de arcaísmos (afuciar, ofender; casapuerta, zaguán; de juro, ciertamente), mozarabismos (cauchil, registro de agua), arabismos (aljofar, fregar), restos aragoneses y levantinos (falsa, desván;
baladre, adelfa) y numerosas creaciones populares (fuguillas, persona vivaracha que se enfada fácilmente; cañear, tomar cañas).
En la sintaxis no aparece, más que en casos aislados, el leísmo (le, les, por lo, los).

3. El canario
Tras la conquista de las Islas Canarias en el siglo XV, se pobló el territorio desde Andalucía, de manera que el fondo patrimonial idiomático canario posee los rasgos meridionales que ya se han descrito. Además, pueden añadirse las siguientes características:
- Aspiración de -s final de sílaba o de palabra (áhco por asco).
- Presencia de un yeísmo articulado como mediopalatal, algo distinto, por tanto, al del andaluz (cayar por callar).
En cuanto a la morfología, en canario ha desaparecido la forma vosotros en favor de ustedes (tú tienes/ustedes tienen), rasgo presente en el andaluz, si bien no tan generalizado. También es destacable el uso del verbo ser con valores intransitivos (soy nacida en...).
El léxico canario muestra influjos varios, debidos tanto a los antiguos moradores de las islas, los guanches (gofio, alimento canario; baifo, cabrito), como a los que por allí pasaron a lo largo de los siglos: gallego-portugueses (andoriña, golondrina; bucio, caracol marino; jeito, maña, habilidad), leoneses (bago, grano de uva; sachar, cavar), andaluces (burgado, caracol; casapuerta, zaguán), americanos (cucuyo, luciérnaga; guagua, autobús). Aparecen, igualmente, arcaismos castellanos (gago, tartamudo; asmado, asustado). El canario, en su léxico, como el español de América, está influido por el habla marinera, de ahí expresiones como bígaro por "enclenque" o ser de la raya verde para afuera por "forastero".

4. Extremeño y murciano
El extremeño posee, junto a algunas de las características meridionales (yeísmo, seseo), un fuerte influjo del leonés, por ejemplo, en el cierre de las vocales finales (abaju por abajo).
El murciano, que además de hablarse en Murcia se extiende por tierras de Alicante, por el nordeste de Jaén y Granada y por el norte de Almería, presenta rasgos meridionales (yeísmo, seseo) junto a una fuerte influencia aragonesa y valenciana. Algunas de sus características fundamentales son el mantenimiento de ciertas consonantes oclusivas sordas intervocálicas (acachar por agachar) y la palatalización de la l- inicial (llampar por lampar).

5. El judeo-español o sefardí
Se conoce como judeo-español o sefardí el español que los judíos expulsados de España en el siglo XV llevaron a otras tierras. Estos judíos, que se referían a España como Sefarad, se extendieron en su diáspora por diversos lugares (Bosnia, Serbia, Grecia, Palestina, Marruecos); ya en época moderna y tras el establecimiento del estado de Israel, muchos de ellos se establecieron allí y crearon una importante e influyente colonia. De forma general, puede decirse que las características de este dialecto son las mismas que poseía el español a finales del siglo XV, esto es, las del castellano que describe Nebrija en su Gramática.

viernes, 18 de septiembre de 2015

El español actual

1. Castellano o español: cuestión de nombre
La denominación de nuestro idioma no es un asunto nuevo, sino que se remonta a la época en que España se convierte en un estado moderno. A partir del siglo XVI se prefirió el nombre de lengua española al de lengua castellana, en primer lugar porque se refería al idioma de una nación recién unificada y, en segundo lugar, porque dentro de España ni aragoneses ni andaluces se sentían partícipes del adjetivo castellano y sí de español.
Desde su fundación, la Real Academia de la Lengua prefirió el calificativo castellano, pero en 1923 optó por denominar al idioma español. La Constitución de 1978 se refiere a él como castellano; en algunos países de Hispanoamérica lo llaman castellano, en otros español, e incluso idioma nacional. No existe, en fin, unanimidad.
A veces en España se prefiere el término castellano si se habla de todas las lenguas del Estado (castellano-catalán-gallego-vasco) y español si se compara con las lenguas de otros países.
En cualquier caso, no debería ser más que una cuestión de nombre: puede hablarse de español o de castellano, indistintamente.

2. El español actual y las convenciones ortográficas
El sistema fonológico español consta de veinticuatro fonemas ordenados en dos subsistemas, el vocálico y el consonántico, cuya representación viene dada por medio de veintisiete letras. A simple vista puede observarse que prácticamente existe una letra por cada fonema. Aunque esto no sea exacto, sí es bastante aproximado, como veremos a continuación:

- El español posee cinco vocales que se representan con otras tantas letras: a, e, i, o, u. La letra y tiene valor vocálico al final de palabra (rey) o cuando va sola (conjunción y).
- Existen diecinueve fonemas consonánticos y sus equivalentes gráficos son los que siguen:
  • b, v, equivalen en la escritura a un mismo fonema, el bilabial oclusivo sonoro (basto, vasto; baca, vaca); también representa a este fonema la w en vocablos de origen germánico (Wenceslao, Wagner, Wamba).
  • c ante -e,-i, al igual que z a final de sílaba o ante -a, -o, -u, representa gráficamente el fonema interdental fricativo sordo (cesta, cima; zarza, zorro, zumo).
  • c ante -a-o-u, al igual que qu ante -e,-i, y también la letra k, representan el fonema velar oclusivo sordo (caso, cosa, curso; queso, quiso; kilo).
  • c seguida de h (ch) equivale al fonema palatal africado sordo (chato).
  • d equivale siempre al fonema dental oclusivo sonoro (dedo).
  • f representa siempre el fonema labiodental fricativo sordo (falso; feo; fino).
  • g delante de -e, -i, representa, al igual que j, el fonema velar fricativo sordo (general, gimnasio; jota, jerga, jarra).
  • g unida a u en las combinaciones gue, gui, o delante de -a-o-u, equivale al fonema velar oclusivo sonoro (guerra, guiso; ganso, gorra, guapo); también representa a las combinaciones gua, güi la w en vocablos de origen inglés (Washington).
  • la h aislada es muda (hacer, rehacer).
  • l sola equivale al fonema líquido alveolar lateral (lado, alto); combinada con otra l (ll) equivale al fonema líquido lateral palatal (llama, hallé).
  • m equivale al fonema nasal bilabial (amo); n equivale al nasal alveolar (nota); y ñ al nasal palatal (paño).
  • p siempre representa al fonema bilabial oclusivo sordo (punto).
  • dos r (rr), o una r al principio de palabra o detrás de l o de n, equivalen al fonema líquido alveolar vibrante múltiple (carro, reto, alrededor, sonríe).
  • una r en los casos no indicados antes equivale al fonema líquido alveolar vibrante simple (era, brazo, cantar).
  • s equivale al fonema alveolar fricativo sordo (casa, asno).
  • t representa al fonema dental oclusivo sordo (tapa, ente).
  • y equivale, siempre que no represente vocal, al fonema palatal africado sonoro (ya, buyó).
  • la letra x representa dos fonemas unidos: equivale en la escritura a la combinación ks, aunque a veces se pronuncia como s (éxito, extenso).


jueves, 10 de septiembre de 2015

Los puentes de Madison County

Necesitaba un libro de poco peso para estos días. Y me decidí por esta edición de Los puentes de Madison County, que reposaba en las estanterías desde 1997 cuando ABC entregaba con el periódico de los domingos la colección "Libros de película".
Esta historia de amor es bien conocida por todos gracias a la película realizada por Clint Eastwood y protagonizada por él mismo y Meryl Streep. Su autor, Robert James Waller, obtuvo un considerable éxito en Estados Unidos con su publicación en 1992, y tres años después fue llevada a la pantalla.
Interpreto que es una novela agradable de leer y con bellos momentos de verdadera emotividad, pero tiene calificativos, ideas y descripciones de los personajes que se repiten una y otra vez, por lo que, conforme avanzaba en la lectura, me iba "cansando". No puedo decir que no me haya gustado, pero esas mismas retahílas en tan pocas páginas le restan brillo.

jueves, 3 de septiembre de 2015

El lector de Julio Verne

En el pasado 23 de abril de 2015, imagino que por cuestiones de trabajo, no tuve tiempo para dar vueltas por las librerías con motivo del Día del Libro. De forma precipitada, en el kiosco de prensa de la estación, y con el tiempo justo para no perder mi tren, me compré este libro. Como referencia para la elección tenía el comentario de una amiga que lo recomendaba y que aseguraba que no era necesario haber leído el primer episodio de esa guerra interminable (se refería, claro está, a Inés y la alegría). Y también tenía como referencia para comprarlo a la autora, de la que he leído diferentes novelas, y siempre me había gustado -de hecho, Los aires difíciles es una de mis lecturas preferidas-.
En estos días de verano, de piscina y de viajes, elijo libros de bolsillo, por su peso menor. Así, me he encontrado con este sobrecogedor relato, repleto de "vidas de mierda", de humillaciones y de miedos, para los vencidos y para los vencedores.
Pero además de sentimientos y de historias conmovedoras, me encuentro con un libro escrito, a mi juicio, de un modo muy bonito, sin decir del todo las cosas, entremezclando tiempos e intenciones comunicativas de narración y diálogo, lo que ha hecho que quede atrapado en una lectura casi compulsiva.
Acabadas ya las vacaciones, las últimas páginas del libro las he disfrutado en el tren, camino del trabajo. No es la primera vez que las lágrimas me afloran en el tren, delante de desconocidos, por culpa de un libro; pero en esta ocasión, sin demasiado pudor, me dejaba ver y dejaba bien a la vista la portada de El lector de Julio Verne, para que, si alguna vez alguno de aquellos viajeros anónimos se decidiera a leerlo, pudiera comprender mi emoción.   

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Bilingüismo y diglosia

España posee, según la Constitución de 1978 (art. 3), como idioma oficial común el castellano y las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas. Esta situación política refleja una realidad lingüística que se conoce con el nombre de bilingüismo. Fernando Lázaro Carreter define bilingüismo en su Diccionario de términos filológicos como la capacidad que posee un individuo o una comunidad de poder usar normalmente dos idiomas. Es decir, será bilingüe aquella persona que pueda expresarse sin dificultades y apropiadamente en dos lenguas. Éste es el caso, en España, de la mayoría de los hablantes catalanes, gallegos y vascos; y en Europa, de buena parte de sus habitantes (lapones, escoceses, irlandeses, flamencos, suizos, provenzales, etc.). Lingüísticamente hablando, es un privilegio el conocer y utilizar con normalidad dos lenguas, porque permite el acceso a dos culturas y, por tanto, contribuye al enriquecimiento personal del individuo.
Sin embargo, esta situación, que sería la deseable, no siempre se ha producido a lo largo de nuestra historia: en ciertas épocas, y alguna de ellas reciente, la intransigencia política o social de ciertos dirigentes se ha reflejado en la lengua produciendo el fenómeno conocido como diglosia. Existe diglosia cuando, por circunstancias políticas o sociales, una lengua goza de privilegios superiores a los de otra y, como consecuencia, esta última se encuentra en desventaja sobre la primera.