domingo, 15 de mayo de 2016

Vida de Antonio Machado

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla...

En Sevilla nació en 1875 Antonio Machado y Ruiz. Su padre, Antonio Machado y Álvarez, era un eminente folclorista. En 1883, la familia se traslada a Madrid. Antonio y sus hermanos estudian en la Institución Libre de Enseñanza. Completa el Bachillerato en los Institutos San Isidro y Cisneros. Al morir su padre (1893) y su abuelo (1895), sobrevienen dificultades económicas. Antonio trabaja como actor teatral, pero en 1899 -con su hermano Manuel- se traslada a París. Allí trabaja como traductor y entra en contacto con la vida literaria parisiense; en una segunda estancia en París (1902), conoce a Rubén Darío, con quien le unirán mutuos lazos de admiración y una gran amistad.
De nuevo en Madrid, colabora en la revista modernista Helios (cuyo redactor jefe es Juan Ramón Jiménez) y vive intensamente las preocupaciones de los jóvenes grupos literarios. La publicación de Soledades (1903) lo revela como poeta extraordinario.
En 1907 obtiene la cátedra de Francés en el Instituto de Soria. Allí pasará una etapa fundamental de su vida. En 1909, se casa con Leonor Izquierdo, una muchachita de dieciséis años. Con ella va a pasar un año en París y asiste a las clases de Bergson; pero en julio de 1911, Leonor sufre una violenta hemotisis y regresan a Soria, en donde ella morirá el 1 de agosto de 1912. Antonio, desesperado, abandona la ciudad castellana y se traslada a Baeza, pero su corazón queda en Soria, en el "alto Espino", el cementerio donde reposa Leonor.
En 1919, se traslada a Segovia, en donde desarrolla una intensa actividad de cultura popular. Es elegido miembro de la Real Academia Española en 1927. Conoce por entonces a Pilar Valderrama, la Guiomar de sus últimos poemas amorosos. Y en 1932, obtiene una cátedra en el Instituto Calderón de Madrid.
En Madrid le sorprende la guerra. Firme partidario de la República, tiene que trasladarse a Valencia; en un pueblecito vecino, Rocafort, vive y escribe en defensa de su España, hasta 1938, en que va a Barcelona, para refugiarse al año siguiente en Francia con su madre. Ambos, muy enfermos, son acogidos en un hotelito de Collioure. Allí, el 22 de febrero de 1939, muere el poeta.

... ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.

Dos días después fallece su madre.
Fue Machado un hombre bueno ("en el buen sentido de la palabra..."), ensimismado, de sobria y honda sensibilidad. De ahí que se identificara tanto con el austero ambiente castellano. Humildísimo, rehuyó siempre los honores; al ser elegido académico, le comenta a Unamuno que "Dios da pañuelo al que no tiene narices". Por Soria o por Baeza, por Segovia o por Madrid, se le veía paseando solo, con su "torpe aliño indumentario"; o escuchando en silencio a sus contertulios de café, mientras la ceniza de su cigarrillo -era un fumador empedernido- caía invariablemente sobre su chaleco. Sólo su mirada "tan profunda" -como la evocó Rubén Darío- parecía arder.
La trayectoria ideológica de Machado ha sido resumida por Mainer con esta fórmula: "del institucionismo al populismo". Su tradición familiar y su formación en la Institución Libre de Enseñanza lo situaban en la línea del liberalismo reformista de las clases medias. Pero sus ideas se radicalizarán en el tiempo, sobre todo al contacto con las desigualdades sociales de Andalucía y ante el incremento de los movimientos obreros, con los que simpatizó pronto. Su ideal de fraternidad le llevó, en sus últimos años, a proclamaciones netamente revolucionarias.
Su trayectoria ideológica es opuesta a la de los "noventayochistas" y poco afortunada fue su adscripción al 98. Refiriéndose a los escritores de esa generación, el mismo Machado declaró: "Mi relación con aquellos hombres es la de un discípulo con sus maestros". Tales relaciones fueron más bien tardías y, con alguno de ellos, escasas. Admiró sobre todo a Unamuno, pese a sus crecientes diferencias ideológicas. Y de lo que no hay duda es de que, en sus comienzos sobre todo, trató con mayor asiduidad a escritores como Rubén, Valle-Inclán, Juan Ramón, etc.
Mostró hasta el final de su vida una ejemplar consecuencia con sus convicciones profundas. Estuvo, según sus palabras, "a la altura de las circunstancias".