domingo, 11 de septiembre de 2011

Contra el viento del norte

El viento del norte llega de madrugada. No te deja dormir. Tienes pesados los párpados quizás, pero no te vence el sueño. Contra el viento del norte se puede luchar, buscando algo que te cierre los ojos, u ocupando el tiempo, ya que, de todas formas, en la cama lo estás perdiendo.
Dicho esto, meterse con el ordenador en la web podría ser ese entretenimiento de esas noches.
Y podremos encontrar muchas cosas.

Esta novela gira en torno a esas relaciones virtuales, amistosas, que establecemos por internet. No sabemos nada de quien está al otro lado, pero podríamos intimar con él/ella, dependiendo, claro, de lo que queramos contar. O incluso podremos mostrarnos verdaderamente como somos, más incluso que con los que nos rodean día a día en el mundo no virtual, esto es, en la pura vida. O hablaremos con ellos/ellas de lo que en verdad nos preocupa, o lo que verdaderamente más nos interesa.
Todo esto daría que pensar esta novela. Aparentemente cuenta una relación de amor mediante el envío constante de correos electrónicos. Pero es algo más: es jugar al anonimato; es fantasear sobre alguien a quien no conozco, y a quien, precisamente por eso, le cuento lo inconfesable; son los celos que llegamos a sentir en un foro de debate virtual...
La he tenido muchas veces en la mano en las librerías, y como me pasa tantas veces, no me decidía. Un día encontré la solución: sacarla de la biblioteca pública, y si no me gustase, no perdería dinero. Así lo he hecho, y la verdad, creo que he hecho bien, porque el libro me ha gustado más por lo que podría haber sido y por lo que tiene de interesante en cuanto a la reflexión sobre esas relaciones virtuales, que por lo que en sí mismo cuenta. Le pongo una pega a su final: son los personajes, con sus emails, los que deberían haber zanjado la historia.