sábado, 7 de abril de 2012

Originalidad de la obra

La Celestina es una obra que no se parece a ninguna otra de las publicadas en su tiempo. Su forma, su lenguaje, el tratamiento de los temas o la caracterización de los personajes nos sitúan ante una obra única que representa como ninguna otra la transición de la sociedad medieval a la renacentista.
La singularidad de La Celestina hace que sea difícil adscribirla a un género determinado. Para unos autores, es un texto teatral, puesto que presenta la forma dialogada propia del género dramático. Para otros, se trata de una novela, ya que tiene una trama excesivamente dilatada y no respeta las unidades de espacio y de tiempo. Hay incluso quien piensa que, en realidad, es una muestra de un género mixto, una especie de novela dialogada, e incluso quien afirma que no pertenece a ninguno de los géneros convencionales.
Las únicas producciones literarias similares a La Celestina son las comedias humanísticas que se escribían en latín. Estas obras dramáticas, que trataban sobre atrevidos asuntos amorosos, pudieron servirle a Rojas como modelo estructural para componer su obra. Por eso, se considera La Celestina como la primera comedia humanística escrita en lengua vulgar.


Los problemas textuales
La invención de la imprenta facilitó el acceso del
pueblo a la obra literaria. En imagen, grabado sobre
la imprenta (Biblioteca Nacional de París).
La Celestina se publicó por primera vez el año 1499 en Burgos. Esta edición, que carecía de título y de nombre de autor, contaba con un total de 16 actos. A ella le siguieron otras ediciones, que dieron lugar a dos versiones diferentes de la obra:


  • La primera versión, conocida con el nombre de Comedia de Calisto y Melibea, consta de 16 actos. Este título aparece ya en la edición impresa en Toledo el año 1500, en la que también se incluyen los versos que revelan la identidad del autor.
  • La segunda versión consta de 21 actos y lleva por título Tragicomedia de Calisto y Melibea. Esta versión se publicó por primera vez en Zaragoza en 1507 y hoy se considera la versión definitiva.
Actualmente se conoce la obra como La Celestina, título con que venía denominándose desde el año 1519, aunque hasta la edición de Alcalá de 1569 no apareció como tal.

Más allá del didactismo

Síguese la comedia o tragicomedia de Calisto y Melibea, compuesta en reprehensión de los locos enamorados, que, vencidos en su desordenado apetito, a sus amigas llaman y dicen ser su dios. Asimismo hecha en aviso de los engaños de las alcahuetas y malos y lisonjeros sirvientes.

Con estas palabras encabeza Rojas su obra y enuncia un supuesto propósito moral: procurar el alejamiento de los amores mundanos y fomentar el amor a Cristo. Este mismo propósito vuelve a aparecer en las coplas finales, donde, en vista de lo ocurrido a los amantes por seguir sus locas pasiones, se nos invita a amar a Dios:

Pues aquí vemos cuán mal fenecieron
aquestos amantes, huigamos su danza,
amemos a aquel que espinas y lanza,
azotes y clavos su sangre vertieron.

Los críticos que defienden la intención moralizante de Rojas afirman que la obra es un ejemplo, una especie de fábula moral con un final aleccionador. Pero también hay quien afirma que, aunque Rojas no pudo separarse del didactismo propio de la literatura medieval, su obra es el resultado tanto de una intención artística como de una crítica social. Artísticamente Rojas ensaya un nuevo género literario en romance y compone una obra singular; socialmente, plasma la crisis de los valores medievales y el advenimiento de las nuevas formas de vida burguesas.

El tratamiento especial de los temas de siempre
Rojas trató en La Celestina muchos temas propios de la literatura medieval, pero los abordó desde una perspectiva original. De todos ellos destacan el amor, la muerte y la magia.

La fuerza del amor
El amor es en La Celestina la fuerza que mueve a sus personajes. Lo novedoso por parte de Rojas es que este sentimiento afecta no sólo a los personajes de las clases altas -Calisto y Melibea-, sino también a los propios criados.
Al principio de la obra parece que la relación entre Calisto y Melibea va a desenvolverse dentro de los límites del amor cortés, pero poco a poco se deja llevar por un intenso impulso erótico y se convierte en pasión alejada de toda regla.
La fuerza del amor es tan grande que en ocasiones llega a suplantar el culto a Dios y a convertirse en una especie de religión, como podemos apreciar a través de las palabras de Calisto en este diálogo:

SEMPRONIO.   ...lo que dices contradice la cristiana religión.
CALISTO.   ¿Qué a mí?
SEMPRONIO.   ¿Tú no eres cristiano?
CALISTO.   ¿Yo? Melibeo soy y a Melibea adoro y en Melibea creo y a Melibea amo.

La presencia de la muerte
Rojas aborda el tema de la muerte desde una perspectiva prerrenacentista. Los personajes se mueven con prisa, con conciencia de la brevedad de la vida y guiados por el impulso de aprovecharla al máximo. Sin embargo, cuando menos lo esperan aparece la muerte; y lo hace como consecuencia  de las pasiones desordenadas a las que se abandonan. Prueba de ello es que la mayoría de los personajes van muriendo en cuanto se entregan al loco amor.
Las trágicas consecuencias del amor están puestas en boca de Pleberio, quien le acusa de ser el causante directo de varias muertes:

Si amor fueses, amarías a tus sirvientes. Si los amases, no les darías pena. Si alegres viviesen, no se matarían, como agora mi amada hija. ¿En qué pararon tus sirvientes y sus ministros? La falsa alcahueta Celestina murió a manos de los más fieles compañeros que ella para tu servicio emponzoñado jamás halló. Ellos murieron degollados; Calisto, despeñado. Mi triste hija quiso tomar la misma muerte por seguirle. Esto todo causas. Dulce nombre te dieron; amargos hechos haces.

El poder de los hechizos
En varios lugares de la obra están presentes la magia y los hechizos, ambos de gran interés en la época. El pasaje donde más claramente se observa el tema de la hechicería pertenece al acto III, donde Celestina conjura a Plutón para conseguir doblegar la voluntad de Melibea:

Yo, Celestina, tu más conocida cliéntula, te conjuro por la virtud y fuerza de estas bermejas letras, por la sangre de aquella nocturna ave con que están escritas, por la gravedad de aquestos nombres y signos que en este papel se contienen, por la áspera ponzoña de las víboras de que este aceite fue hecho, con el cual unto este hilado; vengas sin tardanza a obedecer mi voluntad y en ello te envuelvas y con ello estés sin un momento te partir, hasta que Melibea con aparejada oportunidad que haya lo compre y con ello de tal manera quede enredada, que cuanto más lo mirare, tanto más su corazón se ablande a conceder mi petición, y se le abras y lastimes del crudo y fuerte amor de Calisto.

La petición de Celestina parece surtir efecto en los actos siguientes, en los que la alcahueta consigue poco a poco ablandar la voluntad de Melibea. Esto plantea hasta qué punto algunos personajes de la obra, especialmente Melibea, conservan su capacidad de actuar libremente.