sábado, 22 de junio de 2013

La literatura barroca: conceptismo y culteranismo

Más que una ruptura, el Barroco es una evolución del clasicismo renacentista. De hecho, en el Barroco se sigue admirando a los clásicos y se recogen temas y recursos utilizados por los escritores del Renacimiento. La diferencia respecto al Renacimiento radica en el enfoque de los temas y en el uso intensivo de los recursos estilísticos: en este aspecto el Barroco rompe con las normas renacentistas de naturalidad y armonía y crea una literatura artificiosa y difícil, que lleva al límite sus posibilidades expresivas con el fin de impresionar.

El triunfo de Baco o Los borrachos, de Velazquez (1628-1629)
Museo del Prado de Madrid
Frente a la idealización renacentista en los temas mitológicos, en el Barroco los dioses clásicos aparecen representados con todos sus defectos. El dios Baco era considerado como una alegaría de la liberación del hombre frente a la esclavitud de la vida diaria.
En la literatura barroca española se distinguen dos corrientes: el conceptismo y el culteranismo.

El conceptismo: el triunfo del ingenio
El conceptismo se caracteriza por la asociación ingeniosa de ideas. Se trata de un arte muy sutil que se dirige a la inteligencia del lector. Los escritores conceptistas expresan muchas ideas en pocas palabras. El resultado es un texto denso y difícil de interpretar. Los juegos de palabras y las antítesis, en las que se contraponen ideas o situaciones, son los recursos más utilizados. Así, Quevedo, en El buscón, para referirse a un borracho juega con dos sentidos de la palabra "cepa": origen o linaje de una persona y tronco de la vid.

Dicen que era de muy buena cepa y, según él bebía, es cosa de creer.

El culteranismo: el culto a la belleza
El culteranismo pretende ante todo lograr la belleza formal. Los autores culteranos embellecen la expresión, eligiendo las palabras por su sonoridad y su poder de evocación. Crean así un lenguaje poético de tono elevado, con profusión de recursos estilísticos. Las metáforas brillantes, los neologismos, las alusiones a la mitología... hacen del culteranismo un estilo difícil, accesible solamente para una minoría.
He aquí la descripción que hace Góngora del gigante Polifemo:

Un monte era de miembros eminente,
este (que, de Neptuno hijo fiero,
de un ojo ilustra el orbe de su frente,
émulo casi del mayor lucero)
cíclope, a quien el pino más valiente,
bastón, le obedecía, tan ligero,
y al grave peso junco tan delgado,
que un día era bastón y otro cayado.

Dámaso Alonso interpreta estos versos así:

Era como un eminente monte de miembros humanos este cíclope, feroz hijo del dios Neptuno. En la frente de Polifemo, amplia como un orbe, brilla un solo ojo, que podría casi competir aun con el Sol, nuestro máximo lucero. El más alto y fuerte pino de la montaña lo manejaba como un ligero bastón; y, si se apoyaba sobre él, cedía al enorme peso, cimbreándose como delgado junco, de tal modo, que, si un día era bastón, al otro ya estaba encorvado como un cayado.