sábado, 15 de junio de 2013

El pensamiento barroco

La literatura barroca refleja la situación de crisis política, económica y religiosa que se vive en la época. Esto no significa que la literatura esté en crisis, sino que el pensamiento barroco está presente en muchas de sus páginas. Y así, al optimismo sucede el pesimismo; a la sencillez y naturalidad, la complicación; a la armonía, la desmesura; al humanismo, la desconfianza en el hombre; a la exaltación de la vida, la desvalorización de todo lo terreno.
  • El desmoronamiento del imperio español y sus sublevaciones internas, que culminan en la independencia de Portugal (1668), producen una profunda crisis política que se refleja en una visión pesimista en las páginas de algunos pensadores y literatos del momento, entre ellos, Quevedo.
  • La crisis económica, consecuencia del elevado coste de las guerras, la mala administración y el desastroso estado de la agricultura, hizo que se agudizaran las desigualdades sociales y se extendiera cada vez más la miseria. Los campesinos emigraron a las ciudades para soslayar las condiciones adversas del campo; y este flujo migratorio provocó en las ciudades una población creciente de mendigos, pícaros y delincuentes. La novela picaresca de la época, mucho más amarga y pesimista que su precedente el Lazarillo de Tormes, da cuenta de esta realidad social.
    Medallón de Calderón en la Biblioteca
    Nacional de Madrid
  • En el terreno ideológico, el humanismo renacentista cede paso a la desconfianza en la vida y en el ser humano. La vida se ve como un conjunto de falsas apariencias, como un magno teatro, "el gran teatro del mundo" del que hablaba Calderón. Y en este teatro cada uno representa el papel que le corresponde. El propio Calderón titula una de sus obras más representativas La vida es sueño, y pone en boca del protagonista de esta obra la siguiente reflexión:
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
  • En el plano religioso, el espíritu de la Contrarreforma lleva consigo la desvalorización de lo terreno y el afán de trascendencia. La idea de la fugacidad de la vida da lugar a dos actitudes contrapuestas: por una parte, la exaltación de lo religioso; por otra, el afán por disfrutar de la vida. El espíritu religioso se manifiesta, por ejemplo, en las Rimas sacras, de Lope de Vega, y en los autos sacramentales. El espíritu vitalista aparece en el tema del "carpe diem", es decir, de la exhortación a gozar de la juventud, dado que todo se desvanece pronto y acaba, en palabras de Góngora, "en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada".