jueves, 26 de diciembre de 2013

José Cadalso, una vida desengañada

A Cadalso, como después a los escritores de la Generación del 98, "le dolía España". Movido por una honda preocupación por los asuntos de su país, Cadalso realizó en sus Cartas marruecas un fino análisis crítico de la sociedad española. Como él mismo decía, "he dado a luz un papel, que me ha parecido muy imparcial, sobre el asunto más delicado que hay en el mundo, cual es la crítica de una nación".

1. Biografía
Nacido en Cádiz en 1741, José Cadalso perteneció a una familia acomodada. Tuvo, sin embargo, una niñez desgraciada, puesto que, muerta su madre cuando él tenía dos años y ausente su padre por cuestiones de negocios, el niño quedó al amparo de su familia materna. Él mismo se lamentaría después de "la desgracia que me acompaña desde la niñez".
Cadalso fue militar de carrera desde los 21 años y simultaneó esta actividad con la de escritor. Y fue el ejercicio de las armas lo que acabó con su vida cuando tenía cuarenta años, ya que murió por una herida de granada en el asedio de Gibraltar el año 1782.
Una circunstancia de la vida de Cadalso que tuvo una importancia decisiva para su obra fue la esmerada educación que recibió tanto en España como en Francia. Esta formación se vio ampliada con diversos viajes por Europa. En ellos tuvo ocasión de conocer otras culturas que le proporcionaron los elementos de comparación necesarios para poder analizar su propio país, tal como hizo en sus Cartas marruecas.
Otra circunstancia vital que influyó en su obra fue su amor hacia la actriz María Ignacia Ibáñez, un amor muy breve y desdichado, ya que la joven murió un año después de que ambos se conocieran. Esta desgracia sumió a Cadalso en una profunda desesperación. Fue entonces cuando escribió sus Noches lúgubres, obra en la que el autor se muestra como precursor del Romanticismo.
La orfandad, el amor frustrado y algunas otras vivencias negativas fueron perfilando una personalidad pesimista. El propio Cadalso se ve como una persona que ha madurado prematuramente cuando, refiriéndose a sí mismo, dice:

Desde niño tuvo lances de hombre, y de joven desengaños de viejo.

2. La crítica de la realidad
De acuerdo con los principios de la Ilustración, muchos escritores del siglo XVIII adoptaron en sus obras una actitud crítica y didáctica, con el fin de contribuir a mejorar la sociedad en la que vivían. Así lo hicieron, entre otros, Feijoo y Jovellanos en sus ensayos, Moratín en su teatro o Iriarte y Samaniego en sus fábulas. También Cadalso adoptó esta actitud crítica ante la España del momento. Y a diferencia de otros autores, su educación en Francia y sus viajes por Europa le dieron la oportunidad de contrastar la realidad y las costumbres españolas con las de otros países europeos.
En el siglo XVIII se desarrolla además un subgénero narrativo muy adecuado para analizar la realidad social y las costumbres de un país: los libros de viajes. El viajero que recorre con detenimiento un país que no es el suyo percibe con mayor objetividad los vicios y las virtudes de las gentes, y ello le permite alabar lo bueno y denunciar o censurar lo malo sin ningún apasionamiento. Cadalso se inscribe en esta tradición y adopta el libro de viaje como un procedimiento. Así, en su obra Cartas marruecas ofrece el análisis de la sociedad española desde la óptica de un extranjero que recorre el país.