domingo, 16 de marzo de 2014

El teatro romántico

Las tres primeras décadas del siglo XIX muestran una clara decadencia teatral en España, de ahí que la nueva propuesta dramática, presentada por los románticos, lograra un éxito rotundo.
Los dramas románticos, como todo el Romanticismo en España, llegaron algo tarde a la escena y sólo permanecieron en ella durante unos veinte años.

Características del drama romántico
  • Rompe con las normas neoclásicas:
    • Mezcla la prosa y el verso, más por afán de originalidad que por necesidad del tema.
    • Mezcla lo trágico con lo cómico, no con deseo de acercarse a la realidad, sino por la libertad ante toda atadura formal.
    • Rompe la unidad de lugar, desarrollando la obra en países diversos y en ambientes tan diferentes como el interior de un palacio, un castillo o una mazmorra lúgubre, un panteón o unas ruinas en un paisaje desolado.
  • El héroe romántico suele presentar unos rasgos determinados:
    • Origen oscuro o misterioso.
    • Contradictorio en sus manifestaciones, buenas o perversas según las ocasiones.
    • Le persigue la fatalidad porque, buscando la felicidad, el amor, sólo logra la desgracia propia y la de aquellos que lo aman.
  • La heroína suele ser una mujer bella, pura, sensible, dispuesta a cualquier sacrificio por las personas a quienes ama, pero sin lograr más que sufrimiento y muerte.
  • El tema más repetido es el amor, que genera un fuerte conflicto. Los enamorados, jóvenes, hermosos, buenos, se ven envueltos en un torbellino de intereses contrapuestos, que los arrastra separándolos. Los demás personajes sólo existen para desarrollar el conflicto, o para ver acercarse, con impotencia, el cruel final que el destino reserva a la pareja.
El drama romántico hereda muchos elementos del drama calderoniano, especialmente la intriga llena de peripecias inesperadas. Pero, además de no ser de tan alta calidad, se diferencian en que el drama romántico suele tomar algún personaje histórico (sin intentar hacer historia), centra la atención casi exclusivamente en el conflicto amoroso y enfrenta la libertad del héroe contra la presión de grupos e intereses que acabarán destruyéndolo.
Las obras más representativas, aparte de los del Duque de Rivas y las de Zorrilla, que veremos a continuación, fueron El trovador, de García Gutiérrez; Los amantes de Teruel, de Hartzenbusch, y Macías, de Larra.

Zorrilla (1817-1893)
 José Zorrilla y Moral 

Nace en Valladolid en el seno de una familia adicta al absolutismo de Fernando VII, que fue confinada en Lerma al llegar los liberales al poder.
Comenzó los estudios de Leyes en Toledo y Valladolid, pero se escapó a Madrid para llevar una vida más bohemia. Se dedica al periodismo, escribe poemas y se da a conocer en el círculo romántico durante el funeral de Larra leyendo unos versos de exaltación del Romanticismo.
En su primer matrimonio tuvo problemas a causa de los celos de su mujer, mayor que él y madre de un amigo suyo. Zorrilla huye primero a Francia y más tarde marcha a México, donde fue director del Teatro Nacional. Vuelve a España al morir su mujer. Se casa en segundas nupcias. Lo nombran académico (1885). Se le corona en Granada como poeta nacional, poco antes de morir.
No militó políticamente en ningún bando, lo que le valió la simpatía de todos, pero también la pobreza. A veces recibió alguna prebenda a modo de limosna para poder subsistir. Él se consideraba a sí mismo "el ingenio español menos profundo", quizás por humildad -a todos admiraba y apreciaba más que a él mismo- o por su ingenua bondad.

¿Qué escribe?
Es un escritor prolífico. A los veinte años publica su primer libro de versos, muestra de su enorme fecundidad -llegó a reunir hasta ocho libros de poemas- y, por otra parte, esta facilidad hace que su versificación sea a veces poco creativa y hasta algo ramplona. Su fama se debe a lo pegadizo de sus rimas y a la habilidad para recoger y recrear leyendas tradicionales. De las más populares es A buen juez, mejor testigo.

Representación de Don Juan Tenorio,
en el Colegio Santa Ana de Sevilla
Su dedicación al teatro comienza también pronto. Parece que escribió unos treinta dramas en sólo diez años, con los que obtuvo un gran éxito debido a la facilidad con que manejaba los recursos efectistas, la brillantez de su versificación, el dominio de su polimetría y el logro de escenas coloristas. Sus personajes están faltos de interioridad y les sobran gestos dramáticos algo grandilocuentes.
Entre las obras más conocidas y representadas contamos con Don Juan Tenorio, interesante versión del mito de don Juan, y Traidor, inconfeso y mártir, sobre la leyenda de un pastelero que es en realidad el rey de Portugal.
El estilo de Zorrilla es algo descuidado debido a su facilidad de composición, que desemboca a veces en algún ripio. Sin embargo, es de destacar la sonoridad de sus versos, que prestan una rica musicalidad a la obra.

 Ángel Saavedra, Duque de Rivas 
Duque de Rivas (1791-1865)

Cordobés de nacimiento, estudia en el Seminario de Nobles, donde recibe una buena formación artística. Participa en la guerra de la Independencia contra las tropas napoleónicas, donde es herido gravemente.
Antes de ser desterrado de España, por su oposición a Fernando VII, se había acercado a la literatura, pero sus estancias en Londres, en Italia, en Malta y en París lo introducen de lleno en el Romanticismo. Una vez perdonado, vuelve a España, donde hereda los títulos nobiliarios de su hermano mayor y desempeña cargos políticos de importancia: alcalde de Madrid, ministro de Estado, presidente del Congreso... Fue académico y presidente de la Real Academia Española.
El Duque de Rivas sufre a lo largo de su vida cambios contradictorios entre sus opciones políticas -liberal beligerante contra el absolutismo monárquico antes del destierro, evolución progresiva hacia el conservadurismo después- y sus tendencias literarias, que pasan del neoclasicismo, en toda la primera etapa, hasta la encarnación del Romanticismo, que ayuda a introducir en España con el estreno de Don Álvaro o la fuerza del sino.

¿Qué escribe?
Ángel Saavedra fue buen poeta, notable prosista y célebre dramaturgo.
Como poeta logra fama por sus Romances históricos, ya que representan lo más elaborado de su producción poética. Destacan por sus brillantes descripciones y su rico lenguaje. Su poema narrativo más importante es El moro expósito, basado en la leyenda de los infantes de Lara.
Como dramaturgo alcanza su mayor éxito con el Don Álvaro, que llevaba un subtítulo muy romántico por lo que tenía de misterioso. El sino parecía rememorar para unos la fatalidad de los griegos y para otros se trataba meramente del azar, la mala suerte. En esta obra parece que predomina un conjunto de contratiempos fortuitos, desde la muerte del marqués, cuando el protagonista tira el arma, hasta el hecho de que el convento donde se retira don Álvaro esté cerca de la cueva donde vive doña Leonor como eremita.
Otro de sus drama importantes es El desengaño de un sueño, que presenta bastantes puntos de contacto con La vida es sueño, de Calderón.
Muestra en todas sus obras dramáticas un claro dominio de la técnica teatral: propiedad y belleza de los decorados, el vestuario, la iluminación...
Pero destaca especialmente por la elaboración de sus versos y la justeza y precisión del vocabulario, que refleja a la perfección los sentimientos románticos típicos: la angustia, la exaltación, la violencia, la desesperación...