sábado, 8 de marzo de 2014

La novela romántica y el costumbrismo

Desde finales del siglo XVIII se venía abusando de las traducciones de novelas extranjeras, por falta de impulso creador en los novelistas españoles. Los autores más traducidos fueron Walter Scott (Ivanhoe), Alejandro Dumas (Los tres mosqueteros), Víctor Hugo (Los miserables).
Pasado el primer tercio del siglo XIX aparecen dos tipos de novela con matices propiamente románticos, sentimentalismo y tendencia a lo melodramático: la novela histórica, más extendida entre un público de clase media, de corte conservador, y la novela social, que pretende exaltar la justicia social y que es acogida con entusiasmo por los lectores proletarios (algunas de ellas aparecen "por entregas").
La novela histórica busca su fuente de inspiración en hechos sucedidos en la época medieval. Las producciones de este tipo no pretenden ser rigurosas históricamente ni críticas frente a los sucesos que narran. Aunque no eran producciones de gran calidad literaria, obtuvieron un notable éxito, que justifica el elevado número publicado en pocos años (unas 11o en sólo unos 10 años).
Enrique Gil y Carrasco
(1815 - 1845)
Enrique Gil y Carrasco es el autor más prestigioso de novela histórica. Leonés de El Bierzo, estudió en Valladolid y en Madrid, donde terminó Derecho. Frecuenta los salones y las tertulias literarias, en las que se da a conocer como poeta, crítico literario y articulista.
Amigo de Espronceda y otros románticos, Gil y Carrasco, por su enfermedad (la más habitual de esta época: la hemoptisis) y por su carácter tímido, es más idealista y menos batallador que sus amigos.
La obra que le da la fama es una novela histórica, El señor de Bembibre, la mejor de las tres que escribe. Su romanticismo resulta evidente por el argumente, un tanto melodramático, y el sentimiento del paisaje.
La acción transcurre en León, en el siglo XIV. Se trata de una bella historia de amor entre Beatriz y Álvaro, herederos cada uno de las dos familias más poderosas. El padre de Beatriz, por su odio a los templarios, entorpece su relación, logrando al final que su hija muera desgraciada y que Álvaro, tras muchos avatares, se haga ermitaño y muera también.
Por su tono es casi una novela sentimental, llena de tristeza y melancolía, donde los enamorados llegan siempre un poco tarde a la felicidad. El paisaje vibra en consonancia con los sentimientos de los personajes.
La novela social propone algunas reforma, tales como la abolición de la esclavitud, pero no ha perdurado por su escasa calidad. Tuvo fama María o La hija de un jornalero.
El costumbrismo es un género que de alguna manera continúa nuestra tradición realista. En las obras y artículos costumbristas asoma la vida cotidiana, vista con cierto afán moralizador. Predomina el tono irónico y ciertos rasgos de humor.
Mesonero Romanos es uno de los autores más representativos con sus Escenas matritenses, pinturas de tipos y costumbres pintorescos, escritas con agilidad y toques irónicos.
Estébanez Calderón es un periodista malagueño que escribe, con estilo un tanto barroco, sus Escenas andaluzas, cuadros de costumbres festivas populares, como La feria de Mairena.
Merece una mención especial Mariano José de Lara.

 Mariano José de Larra (1809-1837) 
Hijo de padre afrancesado, realizó sus primeros estudios en el exilio francés al que le obligó la guerra de la Independencia. Estudió, de vuelta en España, periodismo, oficio que desempeñó desde muy joven con gran éxito, ya que su fama se debe más a sus artículos que al resto de su obra. Fracasado su matrimonio, se enamora de una mujer casada inalcanzable para él, lo que unido a su gran decepción política le llevó, a sus veintisiete años, al suicidio. Emocionalmente pesimista, liberal en sus convicciones, Larra fue lúcido para percibir el desfase de España respecto a Europa, lo que le precipitó en una negra desolación, actitud que revela en él un romanticismo más vital que literario.

¿Qué escribe?
Escribió un gran número de artículos en diversos periódicos y bajo diferentes seudónimos: Andrés Niporesas, Fígaro, El Pobrecito Hablador.
Se pueden agrupar por el tema tratado en:

  • Artículos de costumbres, en los que critica la realidad social del momento con cierto humor, pero con un poso de amargura y desesperanza. Revisa en ellos la pereza, la hipocresía, la grosería... Los más conocidos son: Vuelva usted mañana (ineficacia del funcionariado), El castellano viejo (mala educación de la clase media española).
  • Artículos de crítica literaria, en los que proyecta una idea bastante negativa sobre la creación literaria de su época. Sobresale, por su feroz burla de los actores, el titulado Yo quiero ser cómico. Tiene buenas críticas de los dramas románticos.
  • Artículos políticos, en los que destaca su ideología liberal progresista en defensa de la tolerancia y de la libertad. Ataca con virulencia tanto a los carlistas como a los liberales moderados. Merecen mención especial, entre otros, El Ministerial (burla de todo el gabinete de gobierno), Cartas de un liberal de acá a un liberal de allá (compara la situación de Portugal con la de España).
Además del periodismo, tanteó otros géneros literarios, como la novela histórica (El doncel de don Enrique el Doliente) o el drama romántico (Macías).

¿Cómo escribe?
Su estilo es moderno, rico en matices y cercano a los lectores, que lo entienden por su sencillez y captan sus toques de humor y su ironía, que a veces llega a rozar lo caricaturesco. Emplea variados recursos estilísticos, pero siempre al servicio del contenido, que es lo que realmente le interesa.