jueves, 17 de noviembre de 2011

La Edad Media


































El nombre Edad Media es en realidad una etiqueta que define el periodo comprendido entre la desaparición del Imperio romano de Occidente (476) y el descubrimiento de América (1492). Se trata, pues, de un período de mil años, en el que el sentimiento religioso está muy arraigado y la guerra se vive como un hecho casi cotidiano.
Religión y guerra desempeñan un papel importantísimo en los modos de organización social y contribuyen a configurar uno de los rasgos más característicos del pensamiento medieval: la idea de transitoriedad. El propio Jorge Manrique expresa así la idea de transitoriedad:


Este mundo es el camino
para el otro que es morada
sin pesar.


Desde el punto de vista de las literaturas romances, la Edad Media abarca desde el siglo X hasta finales del siglo XIV. En estos 500 años asistimos a dos procesos capitales: la formación del castellano y de los demás romances peninsulares y el nacimiento de las literaturas hispánicas.


Un crisol de culturas
En el año 711 los musulmanes desembarcaron en la Península bajo el mando de Tarik. Apenas siete años después, los musulmanes habían acabado con el reino visigodo de Toledo y tenían controlada prácticamente toda la Península, excepto algunas zonas de resistencia que quedaban en el norte.
Estos hechos marcaron de forma decisiva la Edad Media puesto que configuraron un mapa peninsular caracterizado por la presencia de dos grupos claramente diferenciados: cristianos y musulmanes. Entre estos dos grupos se dieron épocas de duros enfrentamientos pero también largos períodos de coexistencia pacífica e incluso de fecunda convivencia.
A cristianos y musulmanes hay que añadir la presencia de otro grupo que vivía en la Península desde hacía siglos: los judíos.
Cada uno de estos tres grupos -cristianos, musulmanes y judíos- constituía una verdadera casta que constaba con una forma de vida y una cultura propias. Pero el contacto permanente durante siglos entre las tres culturas hizo inevitable la influencia mutua, tanto en el terreno de las costumbres como en el ámbito cultural.
También en el terreno lingüístico se produjo diversidad. A comienzos de la Edad Media, el latín era todavía el instrumento de la cultura de la época y el nexo de unión de los pueblos desde la caída del Imperio romano. Pero el latín fue perdiendo poco a poco su pureza y fue evolucionando de diferente modo en los distintos reinos. De esta manera, dio lugar en los reinos cristianos a los dialectos denominados romances: el gallego, el astur-leonés, el castellano, el navarro-aragonés, el catalán y el mozárabe, hablado por la población cristiana que vivía bajo el dominio árabe.
Con el paso del tiempo, los romances sustituyeron al latín también como vehículo de expresión literaria y de esta manera nació lo que conocemos como literatura medieval.