miércoles, 13 de junio de 2012

La prosa: el auge de la novela

En el Renacimiento se produjo un importante desarrollo de la prosa. En prosa se escribieron obras didácticas destinadas a transmitir la ideología del momento, como es el caso de La perfecta casada, de Fray Luis de León. Y también se escribieron obras destinadas a justificar y recrear sucesos históricos importantes, tales como el saqueo de Roma por las tropas de Carlos I o la conquista de México por Hernán Cortés. Escritores como Alfonso de Valdés, con su obra Diálogo de las cosas acaecidas en Roma, o Bernal Díaz del Castillo, con su Historia verdadera de la conquista de Nueva España, pertenecen a esta corriente de prosa histórica que tanto éxito tuvo durante el Renacimiento.
Pero, sobre todo, la gran aportación del Renacimiento a la prosa fue el cultivo de la prosa de ficción, de modo que es en esta época, precisamente con el Lazarillo de Tormes, cuando aparece en España la novela moderna.


El Lazarillo de Tormes
En 1554 salió a la luz una novela radicalmente distinta de cuantas hasta entonces se habían escrito. Se trata de la Vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades.
El Lazarillo, de autor anónimo, presenta la novedad de tener como protagonista a un personaje de baja extracción social, a un "pícaro". Con esta novela nace la novela picaresca, un género característico de la literatura castellana que había de tener amplio desarrollo en el siglo XVII.


Argumento del Lazarillo: la trayectoria de un pícaro
El Lazarillo narra en forma autobiográfica la vida de Lázaro, un muchacho pobre que se ve obligado a servir a distintos amos para sobrevivir.
La obra se presenta como una carta dirigida a un Vuestra Merced, en la que el propio Lázaro cuenta los sucesos más destacados de su vida para explicar su situación en el momento en que escribe. Esta situación, identificada como el caso, es su posición desahogada como pregonero en Toledo a costa de permitir las relaciones de su mujer con el arcipreste, quien le mantiene en el cargo de pregonero.


Y pues Vuestra Merced escribe se le escriba y relate el caso muy por extenso, parescióme no tomalle por el medio, sino del principio, porque se tenga entera noticia de mi persona, y también porque consideren los que heredaron nobles estados cuán poco se les debe, pues Fortuna fue con ellos parcial, y cuánto más hicieron los que, siéndoles contraria, con fuerza y maña remando salieron a buen puerto.


Características del Lazarillo: los rasgos de la novela picaresca
En El Lazarillo aparecen por primera vez los rasgos característicos de la novela picaresca. Estos rasgos se refieren al protagonista, a la técnica narrativa y a la estructura.

  • El protagonista, o pícaro, es un personaje marginal, un ser marcado por el destino que se ve obligado a servir como mozo de varios amos. Es característico, además, que el pícaro evolucione a lo largo de la novela incorporando las experiencias positivas o negativas por las que pasa.
  • La técnica narrativa utilizada es la autobiográfica, lo que permite recoger la realidad desde el punto de vista del pícaro.
  • La estructura de la obra viene dada por la trayectoria vital del pícaro que le lleva a la posición final desde la que escribe. Y todos los episodios están organizados en función del final.
El estilo del Lazarillo: el realismo
Por oposición a las novelas de la época, de corte idealista, El Lazarillo presenta una visión realista del mundo: sus personajes son de carne y hueso y muchos de ellos se mueven, no por altos ideales, sino por intereses mezquinos. El realismo se manifiesta también en el hecho de enmarcar la acción en lugares concretos y bien conocidos por todos (Salamanca, Escalona, Toledo...).
Para reflejar esta visión del mundo, el autor utiliza un lenguaje sencillo y llano, próximo al usado por la gente del pueblo.

Verraco en el puente romano sobre
el río Tormes, Salamanca
Salimos de Salamanca, y llegando a la puente, está a la entrada de ella un animal de piedra, que casi tiene forma de toro, y el ciego mandóme que llegase cerca del animal, y allí puesto me dijo:
- Lázaro; llega el oído a ese toro y oirás gran ruido dentro dél.
Yo simplemente llegué, creyendo ser así. Y como sintió que tenía la cabeza par de la piedra, afirmó recio la mano y dióme una gran calabazada en el diablo del toro, que más de tres días me duró el dolor de la cornada y díjome:
- Necio, aprende que el mozo del ciego un punto ha de saber más que el diablo.