miércoles, 10 de octubre de 2012

Aparición del género picaresco

Es tiempo perdido tratar de señalar una obra o un elemento particular como origen o generador del Lazarillo como personaje o del género literario de la novela picaresca. El personaje del pícaro en la forma de Lazarillo de Tormes nos viene a través de obras literarias, géneros literarios varios, movimientos religiosos o acontecimientos sociales. El pícaro no brota de una fuente única, sino que se trataría más bien de la culminación de varias corrientes.
La publicación de las tres ediciones del Lazarillo  en 1554, o cualquiera de las fechas sugeridas para su composición, es el punto de arranque de una investigación para descubrir sus orígenes. Debemos retroceder en el tiempo para encontrarnos con tipos afines a nuestro Lazarillo y con temas y motivos parecidos. En obras clásicas como el Satiricón de Petronio (siglo I d.C.) y El asno de oro de Lucio Apuleyo (siglo II d.C.) vemos ciertas características identificables con nuestro antihéroe lazarillesco: la forma autobiográfica, el motivo de la juventud, el movimiento de un lugar a otro y la observación de la sociedad. La Odisea, con su personaje desafortunado, obligado a una continua peregrinación, ha sido señalado también como fuente posible, como también la obra de Plauto y Terencio con sus esclavos y criados, con su idioma realista, con lo descarado de algunas escenas, personajes y motivos, todo lo cual va a repetirse en la comedia y drama humanísticos del Renacimiento. Estilísticamente, podemos volver a Horacio y Cicerón, a Séneca y Marcial por motivos filosóficos y satíricos.
La aplicación del término "novela" al Lazarillo es anacrónica. Cuando se escribe el Lazarillo los límites y distinciones entre los géneros no son tan precisos ni marcados como los son hoy en día.
Puesto que el nacimiento o el arranque del género aparece en España, sería oportuno estudiar algunos aspectos de la historia literaria española. En el Libro del buen amor, tenemos una forma autobiográfica de un pecador que intenta justificar sus pecados. Por otro lado, en El Conde Lucanor, don Juan Manuel aprovecha la ocasión de presentar dentro de sus propósitos didáctico-morales varios tipos avispados y mañosos que dan un esbozo informal al pícaro de los siglos XVI y XVII. Don Juan Manuel los llama "golfos", aunque en verdad su carácter se basa en la astucia y la viveza.
También se ha mostrado una gran deuda del Lazarillo a la Celestina. Esta deuda tiene que ver con la presentación de tipos de las capas sociales ínfimas, el deseo de justicia social, la muerte absurda de Calisto... Estos elementos son semejantes a la visión hastiada de la vida, llena de adversidades y zozobras del Lazarillo.
Amadís de Gaula, edición de 1508
El Lazarillo nace también en oposición al esquema noble, heroico del Amadís de Gaula. El título mismo sugerirá al autor el nombre de su propio personaje. Frente a Amadís de Gaula, proto-héroe, habrá Lazarillo de Tormes, prototipo del anti-héroe, anti-noble y sin duda anti-caballero. El Amadís sirvió sin duda de espolón negativo al Lazarillo.
Otra consideración importante que debemos hacer es la que plantean Foulché y Bataillon, quienes quieren ver en la personalidad del Lazarillo la existencia de un tipo común, un "mozo de muchos amos" o "mozo de ciego", probablemente una figura tradicional. Además, se ha tratado de identificar episodios particulares de la obra con conocidos elementos folklóricos: la cornada del toro de piedra, el episodio del jarro donde se bebe con una paja, el "banquete" de uvas, el desfile funerario y otros episodios. Fernán Caballero identificó el episodio del poste con un cuento popular andaluz. Macaya Lahmann ofrece una lista de cuentos semejantes a los del Lazarillo en el folklore europeo para mostrar la divulgación de estos mismos. Sin embargo, no hay ninguna constancia de que todos esos episodios sean anteriores al Lazarillo. De todos modos, el profesor Lázaro Carreter señala que el Lazarillo sobrepasa la deuda folklórica en favor de otros fines artísticos, y de ahí su gran novedad. Es muy posible que lleguemos a encontrar cuentos populares para todos los episodios del libro, pero lo obvio en el Lazarillo será la conversión de tales materiales en sustancia literaria.


Giovanni Boccaccio
Es mucho más probable que los episodios cómicos del Lazarillo remitan a la tradición italiana de las novelle, sobre todo el Decamerón de Giovanni Boccaccio (1313-1375) y el Novellino de Masuccio Salernitano (1410-1475). Hay una clara relación entre la novella IV de Masuccio y el capítulo V del Lazarillo, pero el autor español sintió la necesidad de nacionalizarlo, de hispanizarlo, poniéndolo dentro de la polémica histórica y social del siglo XVI español. Igualmente, la deuda con el Decamerón es innegable: las aventuras o desventuras de Lazarillo recuerdan a las de Andreuccio del libro de Boccaccio.
Así, la literatura italiana puede verse como un modelo posible, y aquí el autor del Lazarillo revisa y modifica algunas grandes obras del renacimiento italiano.
Siguiendo a Américo Castro, un tema presente en el Lazarillo es el elemento judaico-converso de la sociedad española. De este modo, Castro subraya el tono osado y agresivo, visible en el prólogo y en las consecuencias y éxitos de la vida de Lázaro. El sentido de la obra, visible en varios personajes, la crítica social del código de la honra y la crítica de la Iglesia con los sacerdotes en primer plano, podrían sostener esta interpretación de Castro.
Visto lo visto, el Lazarillo no nace sin predecesores literarios. Pero su intención no es sólo hacer reír, no sólo tiene un carácter cómico y cínico. Supera esas intenciones, revistiéndolas de carácter social y religioso, con ironía y sarcasmo, con un punto de vista crítico, y con claras pretensiones literarias.