jueves, 18 de octubre de 2012

La forma autobiográfica de El Lazarillo

Erasmo de Rotterdam (1466-1536)
Humanista, rechazó la falta de libertad
de pensamiento, debido a la autoridad
de una Iglesia Católica anclada en la Edad Media.
El aspecto formal sobresaliente del Lazarillo es su forma autobiográfica. El poder de la voz única, singular e íntima del narrador es el aspecto más inmediato y atractivo de la obra. Américo Castro y Marcel Bataillon subrayan que mediante este "yo", el narrador, quien es a la vez el protagonista, se interpone en la conciencia del lector. Este elemento autobiográfico-anónimo no es, dicen, un mero accidente. Gilman estudia aspectos de la auto-muerte del personaje en el prólogo y a lo largo de la obra. Tanto para Castro y Bataillon, como para Gilman, la ausencia de un nombre autorial asociado a la esencia misma de la obra aumenta el misterio de la curiosa odisea del personaje. Aunque hay obras igualmente conflictivas que no fueron censuradas, el Lazarillo puede ofrecerse como un caso formidable de un anonimato deliberado si el autor corría riesgos serios de otro tipo. Es muy posible que el autor no pudiera o no quisiera poner su nombre a la obra porque le habría perjudicado en la posición que ocupaba, o, sencillamente, porque en cierto momento la Inquisición, que en el año 1559 encuentra ofensivas varias partes de la obra, hubiera reaccionado contra el autor. Es muy posible también que los años en que la polémica erasmista se endurece sea el momento menos propicio para llamar la atención de los enemigos sobre un libro empapado del pensamiento del roterdamés. El Lazarillo se escribe en un ambiente de rechazo hacia la corona, hacia la nobleza, y en fin, hacia toda una sociedad auto-declarada por excelencia cristiana. Éste es un libro pues peligroso. Es posible también que el manuscrito o manuscritos de que derivan las tres ediciones conocidas se publiquen cuando el autor estuviera ya muerto.
Todas estas consideraciones prácticas no son ajenas ni a la esencia del libro ni al ambiente cultural y social en que se compone. Al fin y al cabo, son justificables artísticamente las observaciones de Castro, Bataillon y Gilman sobre el anonimato deliberado puesto que tenemos aquí un libro riquísimo en aspectos artísticos, un libro verdaderamente revolucionario en su tiempo y revolucionario en su concepción. No queremos descartar algunas interpretaciones artísticas en la presencia de posibilidades prácticas, puesto que el arte por su esencia se nutre de la imaginación y de la invención.
Sobre la forma autobiográfica hay más que decir. Hubo otras obras contemporáneas del Lazarillo y anteriores a ella que utilizaron la forma autobiográfica, pero en el caso del Lazarillo esta forma autobiográfica está dotada de una gran originalidad donde el lenguaje se adapta a este recurso. Ortega y Gasset, en un ensayo sobre el género picaresco, notó la unicidad de esta forma autobiográfica que se identifica con un ser que contempla la vida desde abajo arriba con ojos de rencor. Perspectiva alterada, coloreada por los deseos, anhelos, frustraciones y fracasos de quien mira. Y esta perspectiva en el Lazarillo, por razones religiosas, sociales, económicas, será a ras de tierra, ligada a un sentido de la vida ínfima y anti-heroica.
Francisco Ayala ha subrayado que, técnicamente, el gran hallazgo de esta forma autobiográfica es el énfasis cambiado de la narración objetiva a la narración subjetiva. Lo importante no es lo que pasa, sino a quien todo esto pasa.


Otra observación que cabe hacer sobre este aspecto singular de la obra es lo que han llamado Martín de Riquer y Claudio Guillén, la "pseudo-biografía", ya que la historia de este "yo" narrador-personaje, sería una historia no deseable, una vida con la que nadie quisiera identificarse.
Marasso asocia la forma autobiográfica con fines cómicos, identificando la novela con la autobiografía cómica. El efecto último de este procedimiento es crear la impresión de una vida verdaderamente vivida. De Haan, impresionado por el éxito de este recurso en manos del autor, termina comentando que el Lazarillo es la biografía verdadera de un pregonero en las cercanías de Toledo por el año 1538. Tal es el efecto convincente de este recurso primordial y fundamental de la obra.