viernes, 6 de enero de 2012

Los hombres que no amaban las mujeres

Ya anunciaba en noviembre de 2010 que volvería a leer este libro. En estas últimas semanas mis lecturas no fueron demasiado acertadas, por lo que quería algo ágil, que me sirviera de verdadera distracción, y por eso pensé que era un buen momento para la relectura del primer episodio de Millenium.
El personaje de Lisbeth Salander es lo más interesante que nos dejó Stieg Larsson. Por eso, he seleccionado el siguiente texto de la novela:

Cuando Lisbeth se fue a la cama la séptima noche de su estancia en Hedeby, se sentía ligeramente irritada por culpa de Mikael. Durante una semana había pasado con él prácticamente cada minuto del día; en circunstancias normales, siete minutos en compañía de otra persona solían ser más que suficientes para darle dolor de cabeza.
Hacía mucho que había constatado que las relaciones sociales no eran su fuerte, y ya se había acostumbrado a ello en su solitaria vida. Se encontraba perfectamente resignada a ello, a condición de que la gente la dejara en paz y no se metiera en sus asuntos. Desgraciadamente, su entorno no se mostraba ni inteligente ni comprensivo; tenía que defenderse de los servicios sociales, los servicios de atención a menores, las comisiones de tutelaje, hacienda, los policías, los educadores, los psicólogos, los psiquiatras, los profesores y los porteros que -exceptuando a los de Kvarnen, que ya la conocían- nunca querían dejarla entrar en los bares a pesar de haber cumplido ya veinticinco años. Había todo un ejército de gente que parecía no tener nada mejor que hacer que pretender gobernar su vida y, si se les diese la oportunidad, corregir la manera que había elegido de vivirla.