viernes, 30 de diciembre de 2011

De la Edad Media al Renacimiento

La transición entre la Edad Media y el Renacimiento se produjo durante el siglo XV, siglo en el que se agudizó la crisis del sistema de valores medieval. A esta época se la denomina habitualmente Prerrenacimiento, en cuanto que anuncia ya la forma de vida y la actitud vitalista propia del Renacimiento.
Entre los hechos que en el siglo XV contribuyeron a modificar los hábitos y los modos de pensar y provocaron la quiebra definitiva del sistema de valores medieval destacan dos: el incremento del comercio -que provocó la consolidación de la incipiente burguesía como clase cada vez más influyente en las ciudades- y las epidemias de peste que hacia mediados de siglo asolaron Europa.
El creciente peso social de la burguesía favoreció la implantación de valores mundanos, tales como el bienestar material o el ansia de riquezas. La vida pasó entonces a ser considerada no solamente como un camino hacia la vida eterna, sino como fuente de alegrías y placeres dignos de ser disfrutados. Y, en consecuencia, la muerte perdió su sentido liberador y comenzó a sentirse como un trance doloroso que venía a truncar los deleites mundanos. Las terribles epidemias de peste que diezmaron la población europea reforzaron tanto el deseo de disfrutar de lo material mientras la vida dure como ese sentimiento de rechazo de la muerte.
El cambio en la consideración de la vida y de la muerte afectó, como es natural, a los principios religiosos. Por una parte, se inició un proceso de secularización de la sociedad; y, por otra parte, se empezó a abrir paso una corriente religiosa más espiritual, que criticaba y se oponía al poder material de la Iglesia. Estos cambios se pueden observar directamente en las manifestaciones artísticas: la arquitectura civil experimenta un notable empuje con la construcción de palacios y alcázares que se convirtieron en el exponente de la riqueza de sus moradores; y en pintura y escultura, los temas religiosos van dejando lugar a representaciones de lo individual y lo humano.
El cambio de mentalidad se manifestó también en la desaparición de la tolerancia y la convivencia multiétnica que habían caracterizado a la Edad Media peninsular. La convivencia entre musulmanes, judíos y cristianos se rompió, por un lado, con la finalización de la Reconquista y, por otro, con las continuas persecuciones y matanzas de que fueron objeto los judíos, que culminaron con el decreto de expulsión firmado por los Reyes Católicos en el año 1492.