lunes, 9 de junio de 2014

El concepto de la comunicación

Se entiende por comunicación el traslado de información de un punto a otro del espacio. Esta definición abarca todos los procesos comunicativos posibles: resulta válida para explicar la comunicación que entablan las plantas mediante el intercambio de polen o la que se produce en una conversación, por citar dos ejemplos clásicos.
Para que se establezca comunicación, son imprescindibles los siguientes elementos:



Comprender un acto de comunicación consiste en observar las relaciones entre dichos elementos, relaciones que serán más abundantes y sutiles cuanto más complejo sea el proceso comunicativo. Éste es el caso de la comunicación humana.
El hombre ha desarrollado variados procedimientos para comunicarse. De todos ellos, la comunicación verbal ha demostrado ser el procedimiento más eficaz, pero también el más complejo. Su éxito estriba en una capacidad humana llamada lenguaje, que nos ha permitido concebir múltiples sistemas de comunicación, las lenguas, las cuales generan ilimitados signos a partir de un limitado número de elementos.
Otro factor del éxito de la comunicación verbal se basa en el apoyo que recibe de recursos no verbales.

1. Imagen y palabra
La asociación entre imagen y palabra se remonta a los orígenes del lenguaje. Así se deduce de los estudios sobre el comportamiento comunicativo de algunas especies de monos, que emplean señales acústicas y señales visuales (gestos), para relacionarse con sus congéneres; lo confirma, asimismo, la pervivencia entre los hombres de gestos y posturas que acompañan la conversación. La relación entre imágenes y palabras también ha ido dejando a lo largo de la historia múltiples testimonios de comunicación escrita (libros ilustrados, pinturas con textos, tebeos...).
En nuestra época, con los medios de comunicación de masas (cine, televisión...), la importancia de los mensajes mixtos se han multiplicado hasta posibilidades aún difíciles de estimar.
Las relaciones que se establecen en estos mensajes mixtos son de dos tipos:
  • De complementariedad: cuando la parte icónica del mensaje amplía la información de la parte verbal.
  • De redundancia: cuando la parte icónica y la parte verbal expresan el mismo mensaje.


Estas relaciones sirven para explicar algunas de las posibilidades de los mensajes mixtos en conversaciones o en anuncios de vallas publicitarias, por ejemplo. Sin embargo, la redundancia y la complementariedad son insuficientes para explicar relaciones más complejas, como las que se producen en otros mensajes mixtos. Es el caso del cine o de los anuncios de televisión: desde el cine mudo, los realizadores de películas han creado un lenguaje visual que, mediante una serie de convenciones fílmicas, simplifica el relato y permite con economía de recursos una mayor eficacia comunicativa. Por ejemplo, la imagen de un reloj al que se le mueven rápidas las manillas indica que han pasado unas horas en la acción interna de la película; si vemos caer las hojas de un calendario, interpretamos el paso de días o de meses; cuatro instantáneas de un paisaje, una por cada estación, muestran que ha transcurrido un año. Estos ejemplos son tan solo una breve representación de los numerosos signos visuales que emplea el lenguaje del cine.

2. La comunicación no verbal
En las últimas décadas se ha multiplicado el interés de los lingüistas por los fenómenos no verbales que intervienen en los actos de comunicación verbal. Durante una conversación, por ejemplo, el emisor y el receptor acompañan su intercambio de palabras con variados rasgos (tono, expresión facial, posturas, gestos, actitudes, etc.), que desempeñan un relevante papel significativo. De hecho, algunos de los especialistas que se han interesado por el estudio de estas conductas (psicólogos, psiquiatras, antropólogos, etólogos), opinan que la palabra no llega a representar ni el cincuenta por ciento del mensaje comunicativo en una conversación. Con la intención de estudiar los mensajes no verbales que surgen en un acto de habla se han desarrollado algunas disciplinas experimentales muy interesantes:
- La cinésica (del griego kiné = movimiento) se propone estudiar el significado que adquieren las posturas corporales, las expresiones faciales y los comportamientos gestuales producidos en situaciones comunicativas características (el galanteo, el saludo).
- La proxémica intenta analizar cómo se estructuran y se organizan las relaciones espaciales de los individuos durante la comunicación. Así, factores como la distancia entre los interlocutores durante una conversación o la tendencia a ocupar lugares fijos cobran un valor altamente significativo. Normalmente estas conductas espaciales son distintas en cada cultura.
- El paralenguaje manifiesta la influencia en la comunicación verbal de todos los elementos fónicos que, sin ser propiamente lingüísticos, actúan en el acto de habla. Algunos de estos elementos eran estudiados por las gramáticas, como las interjecciones (¡eh!, ¡ay!). Pero también se estudian otros que no se consideraban en la tradición gramatical, por ejemplo, las emisiones vocales (ejem, bumm, psch), las pausas, la lentitud o la rapidez en la dicción.

3. La comunicación verbal
Comunicación verbal y comunicación lingüística son términos sinónimos que sirven para referirse a la relación que establecen los hombre entre sí por medio del lenguaje. Tradicionalmente, los estudios sobre el lenguaje se aplicaban a la observación del signo lingüístico y de sus relaciones con otros signos lingüísticos. La lingüística sería, entonces, una disciplina inscrita en otra más amplia que se denomina Semiología o Semiótica y que se define como la ciencia que estudia los signos.
Esta visión del fenómeno lingüístico en la comunicación ha orientado el interés científico hacia el mensaje y su organización fónica, morfosintáctica y semántica. Dichos criterios gramaticales son importantes; sin embargo, en el mensaje aparecen otros muchos rasgos relevantes para interpretar el acto comunicativo que no se explican gramaticalmente.