martes, 5 de marzo de 2013

La Carta Bonsor

No es fácil para mí escribir en este blog sobre la lectura del libro de un amigo. Desde luego, lo que voy a decir aquí ya lo he hablado con él, y esto me permite afrontar esta entrada con algo más de comodidad.
Emilio Morales es ante todo un lector, y un apasionado de la historia, y un buen amigo de mucha gente. Todo esto es lo que le ha ayudado a publicar esta novela. Como colaborador de la Asociación Cultural Amigos de Lora (ACAL), conoce bien las técnicas de investigación histórica y sabe cómo tratar con rigurosidad profesional un documento antiguo. Pero en este trabajo, por indicaciones más experimentadas, ha optado por novelar tanto un descubrimiento cierto como uno hipotético, un templo en las inmediaciones de la ermita de Setefilla.
No sólo me resulta difícil hablar sobre la novela por su autor, también lo es porque transcurre en lugares bien conocidos, aunque esto para alguien de Lora es un atractivo más. De hecho, lo mejor de todo es la descripción de la casa de Méndez Núñez. Como dice Emilio, no es una casa lo que describe, sino un concepto, la arquitectura idílica de nuestro pueblo. Por eso sin duda este capítulo de la obra es para mí el más bello.
Desde la primera hoja, mi lectura fue lenta, buscando errores que luego poder contarle a Emilio. Luego me olvidé de que era él quien escribía y me dejé llevar por la aventura, disfrutando del ambiente, de los paisajes familiares y del misterio.