miércoles, 14 de agosto de 2013

El bolígrafo de gel verde

Nos fuimos a la playa, a Isla Cristina, ida y vuelta en coche en el mismo día. Una vez allí decidimos quedarnos y pasar un par de días más. Como en principio íbamos a estar sólo unas horas con unos amigos, pues no había llevado nada para leer, pero alargar la estancia y estar en la playa sin un libro, eso no va conmigo -me pone bastante nervioso-. Así que recordé que muy cerca de la Punta del Caimán hay una librería-papelería-tienda de regalos y prensa, en la avenida de Federico Silva Muñoz, donde ya me había comprado algún otro libro en otra ocasión, y rebusqué entre sus estanterías. Alguno de bolsillo, eso sí, que para llevarlo a la playa es lo más cómodo. Y me encontré con El bolígrafo de gel verde, recién editado en Booket.
De sobra es conocida la odisea de su autor, Eloy Moreno, para sacar adelante su novela, la repercusión que ha tenido, y la buena acogida de los lectores. Es verdad que me llamaba la atención desde hace tiempo, pero no me terminaba de decidir -frases muy cortas en una novela muy gorda-. Para esos días de playa, me pareció perfecta...
Sin embargo... el tiempo cambió, y no nos acompañó: unos aires que levantaban las arenas y se clavaban en las piernas, hicieron incómoda la estancia en Isla Cristina, por lo que pasamos más tiempo en el pueblo, tomando cervezas, que en la orilla del mar.
Una vez de vuelta en casa empecé su lectura. Los primeros pasajes fueron bastante hermosos, a la vez que divertidos -me reí con ganas con el episodio de la comida de empresa, con la nouvelle cuisine- y me pareció estar ante una gran novela. Posteriormente, leía de noche, antes de cerrar los ojos en la cama, y ahí perdí un poco el interés, me cansaba enseguida de leer y me vencía el sueño. Después cogí un ritmo de lectura mucho mayor: he tenido que hacer un viaje en tren, y eso me ha dado espacios largos de lectura. Afortunadamente, al final he logrado saborear esta historia, la he disfrutado, y me ha dejado un buen rollo, como si me hubiera despertado de un cierto relax respecto a los asuntos verdaderamente importantes de la vida. Desde luego, es una novela positiva, y hay que leerla de continuo, en largos ratos de lectura.